El capuchino de murió acribillado en el Cuartel de la Montaña

PORTADA
El capuchino Fernando Olmedo antes de la Guerra Civil

Hace ya algún tiempo que quería investigar lo que pasó en la Basílica de Jesús de Medinaceli durante la Guerra Civil Española. Por una serie de motivos, he visitado con cierta frecuencia la cripta de esta iglesia situada en el centro de la capital llamándome la atención una pequeña inscripción que recuerda a los seis capuchinos de este templo que perdieron la vida durante el conflicto fratricida. Sus historias no son ni más ni menos heroicas que las de los 7.000 religiosos que murieron asesinados durante la contienda española, sin embargo, he decidido sacar sus nombres del anonimato. La historia de uno de ellos, Fernando Olmedo Reguera, más conocido como Fray Fernando de Santiago, me conmocionó de sobremanera:

Solo unas horas después de que fracasara la sublevación militar en Madrid, los partidos y sindicatos de izquierdas tomaron la calle en Madrid. Ante el descontrol generalizado, fruto de un alzamiento que se había sofocado en el Cuartel de la Montaña y en Campamento, cientos de individuos descontrolados se dedicaron a asaltar y profanar iglesias. La Basílica de Jesús de Medinaceli, situada en la Plaza de Jesús, también fue atacada por una turba de exaltados que no dudaron en entrar a la fuerza tanto en el templo como en el convento de Capuchinos. Aquella tarde del 21 de julio de 1936 solo quedaban una veintena de frailes: la gran mayoría o se encontraba en El Pardo, donde existía otro convento, o disfrutaban de unos días de permiso.

Nada más producirse el asalto a la fuerza del convento de los capuchinos de Jesús de Medinaceli, algunos de estos pudieron evadirse de los asaltantes. Al menos la mitad de los frailes huyeron por el tejado de la Basílica en el momento en el que los milicianos accedieron al convento. Gracias al apoyo de algunos vecinos pudieron alojarse en algunas viviendas aledañas evitando ser detenidos y trasladados a la Dirección General de Seguridad.

BASILICA MEDINACELI
Basílica de Jesús de Medinaceli hoy en día

A sus 63 años, Fernando Olmedo Reguera, más conocido como Fray Fernando de Santiago, consiguió huir del convento gracias a una feligresa que vivía en la calle Lope de Vega. Tras escapar por el tejado, el fraile fue localizado por una señora de mediana edad que decidió llevárselo a su casa y esconderlo unas horas hasta que la situación se calmara. Esta mujer no sabía demasiado de aquel fraile simpaticón con acento gallego y con una cultura mucho más amplia de lo que ella podía imaginar. Antes de ingresar en la orden, había sido abogado de reconocido prestigio en su Santiago natal compaginando este trabajo con el de periodista. Tras tomar los hábitos en 1901 fue enviado a Roma, ciudad en la que ocupó cargos de relevancia hasta que por problemas de salud tuvo que represar a España. Después de volver a nuestro país su destino en la península era la Basílica de Jesús de Medinaceli, lugar en el que estuvo destinado hasta que empezó la Guerra Civil.

Hemos podido averiguar que tras su paso por esta vivienda de la calle Lope de Vega, fray Fernando de Santiago se ocultó en una vivienda de la calle Lagasca número 21. Una mujer adinerada, muy devota de Jesús de Medinaceli, le ocultó en su casa junto a sus dos sirvientas, a otro fraile capuchino (Roberto de Erandio) y un aspirante a religioso. El fraile Roberto relataba de la siguiente manera el día a día de este grupo de personas durante las primeras semanas de la Guerra Civil Española:

«El horario era parecido al del convento. Más tiempo de oración mental y lectura espiritual. El padre Fernando edificaba a todos con su buen ejemplo por su caridad. El Santo Rosario y el Viacrucis lo hacíamos con la señora y sus criadas. El padre le dijo varias veces a la señora de la casa que no pusiese tan buena comida, que la guerra podría ser larga pero la señora, siempre muy optimista, le contestaba que Franco entraría pronto en Madrid». 

Cierto día de agosto de 1936, un incidente con el portero de la finca en la que estaban escondidos los capuchinos puso en alerta a todas las personas que allí vivían. El portero le recomendó a una de las criadas que tuvieran cuidado porque los milicianos de retaguardia tenían previsto registrar el bloque casa por casa en los próximos días buscando enemigos emboscados del Frente Popular. Este hombre, además, les advirtió que todo el vecindario sabía que Carmen Casado había escondido a tres religiosos.

LAGASCA 21
En esta vivienda se refugió Fernando Olmedo durante la guerra

El día 10 de agosto el padre Fernando y los otros dos capuchinos fueron detenidos. Una denuncia anónima, posiblemente motivó su detención por parte de las Milicias de Oficina que colaboraban estrechamente con los milicianos de la checa de Bellas Artes. La detención, según un vecino del inmueble, se produjo a las 14.00 horas. El momento del arresto se produjo de la siguiente manera según el fraile Roberto:

«Sería aproximadamente las dos de la tarde cuando se presentó un grupo de guardias y milicianos. En aquel momento el padre se encontraba en el cuarto de aseo: golpearon fuertemente la puerta y salió el padre. Nos mandaron al recibidor. Apoyados en la pared y con los brazos en alto nos hicieron algunas preguntas. Nos pidieron el dinero, y les entregamos cincuenta pesetas cada uno. Parece que al padre Fernando le conocían o les informaron que era sacerdote, porque la furia y los insultos eran para él. Se notaba que los milicianos estaban contentos, aunque aparentaban estar de mal genio. Al padre le hacían muchas preguntas, y contestaba con serenidad y sin miedo. Yo creo que el padre pronto se dio cuenta que a él le buscaban para matarle. A mí me llevaron a una habitación inmediata y poniéndome el revólver en el pecho, me preguntaban por el Superior y por el dinero; pero como no sacaban nada, me llevaron otra vez donde el padre. Los milicianos le obligaron a quitarse las alpargatas diciéndole que Jesucristo fue socialista y andaba descalzo».

Antes de subirles a un coche con destino incierto, los detenidos fueron alojados durante treinta minutos en la portería a la espera de que terminaran el resto de registros. En total, del inmueble de la calle Lagasca 21 se llevaron detenidas a diez personas, entre ellas un teniente coronel de Caballería. Antes de las 16.00, ya se encontraban en el Palacio de Villahermosa, lugar en el que se encuentra actualmente el Museo Thyssen de Madrid. Allí pasaron una noche hasta que los frailes fueron trasladados hasta la checa de Bellas Artes, que en ese momento estaba situada en los sótanos del Círculo de Bellas Artes. Al padre Fernando le separaron inmediatamente del resto de personas que habían sido detenidas de Lagasca después de que se confesaran entre todos. El fraile Roberto volvía a explicar lo siguiente:

«A las cuatro de la mañana se oyó un gran ruido de automóviles, pero no pude ver nada. A mi me llevaron a la Dirección General de Seguridad. Aquello estaba completamente lleno de gente, sobre todo de sacerdotes y religiosos. Recorrí a toda prisa buscando al padre Fernando, pero no estaba». 

Se sabe que el cuerpo del padre Fernando apareció sin vida en los exteriores del Cuartel de la Montaña a primera hora de la mañana del 12 de agosto de 1936, justo horas después de ser detenido en la calle Lagasca. Presentaba más de diez impactos de bala en el torso y en la cabeza. Según un estudio realizado por el sacerdote e historiador gallego Manuel Blanco Rey y el Instituto Teológico de Compostela, el cadáver del padre Fernando fue inhumado en el cementerio de la Almudena según un documento oficial del camposanto madrileño. Del informe emitido por la Dirección de Cementerios, resulta que el cadáver de «Don Fernando Olmedo Reguera fue inhumado en el cementerio municipal el día 14 de agosto de 1936 en una sepultura de cuarta clase, temporal, sita en el cuartel 35, manzada 54 letral H». En esa misma ficha de la Dirección de Cementerios apareció una fotografía del cadáver del capuchino.

PLACA
Placa en Jesús de Medinaceli

El 9 de julio de 1940, un año después de que terminara la Guerra Civil, el cadáver de Fernando Olmedo Reguera fue exhumado siendo trasladado hasta la Iglesia de Jesús de Medinaceli donde tuvo lugar un funeral in memoriam a  los todos los capuchinos caídos durante la contienda. Después, los restos del nuevo beato fueron enterrados en el cementerio de San Isidro en la cripta que la orden de los capuchinos pose allí.

Los otros ‘mártires’ de Jesús de Medinaceli

Otros cinco frailes de la Basílica de Jesús de Medinaceli fueron asesinados durante la Guerra Civil Española en Madrid. Uno de ellos, llamado Emilio Serrano Lizarralde, era natural de Bilbao y también fue asesinado por los componentes de la checa de Bellas Artes el 26 de agosto. Otro, llamado José Pérez González, conocido por Ramiro de Sobradillo, murió el 27 de noviembre en una de las sacas de Paracuellos del Jarama. Facundo Escanciano (Aurelio Ocejón) fue ejecutado en la carretera de Andalucía mientras que a Fray Andrés Palazuelo le matarían el 30 de julio en los Altos del Hipódromo tras ser detenido en la pensión San Antonio (C/ del León 13). Por último, el fraile de origen filipino Eugenio del Sanz-Crozco, conocido por José María de Manila, murió fusilado el 16 de agosto en el Cuartel de la Montaña. Los milicianos de Bellas Artes le detendrían solo cuatro días después que a nuestro protagonista y le ejecutarían en el mismo sitio: el Cuartel de la Montaña.

Fuentes consultadas:

– Causa General, ‘Persecución religiosa’

– Las Checas del terror, la desmemoria histórica al descubierto

– Tesis sobre Fernando Olmedo Reguera

– Conferencia Episcopal: causa capuchina

 

 

 

 

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