Toda la verdad sobre el brutal asesinato del general López Ochoa

LOPEZ OCHOA RECTANGULAR
El general López Ochoa en 1934 tras sofocar la Revolución de Asturias / Mundo Gráfico

Con la muerte del General López Ochoa, la decapitación de su cadáver, exposición de su cabeza clavada en un palo por las calles de Madrid e intento frustrado de enviarla a la cuenca minera asturiana, las turbas madrileñas dirigidas por la izquierda del Frente Popular mostraron al mundo su irracionalidad y su falta de control por parte de los Gobiernos republicanos. Este hecho disminuyó considerablemente, ante la opinión internacional, su legitimidad.

El General López Ochoa, era un militar liberal, antiguo masón y disciplinado, tuvo la mala fortuna de ser encargado por el gobierno, entonces en el poder, de la represión minera que se estaba produciendo en Asturias en el año 1934: sucesos que muchos analistas interpretaron como acciones pre revolucionarias regionales para probar la posible implantación de un gobierno del proletariado, a la manera del asalto al poder que se había producido en Rusia por los soviets dentro de la internacionalización que Stalin estaba realizando de la internacional comunista.

El General López  Ochoa participó activamente en la conspiración militar republicana de 1930, tal es así que en 1931, dos días después de ser proclamada la II República aparecieron anuncios en los periódicos avisando que se ponía a la venta el libro mas perseguido por la Monarquía bajo el título “De la Dictadura a la República , autor el general Eduardo López Ochoa”. Al finalizar los actos revolucionarios de Asturias, se distinguió por su talante liberal y negociador; mientras él aceptaba algunas de las condiciones de los mineros -por ejemplo la retirada de la Legión y los Regulares-, el gobierno de entonces, en cuya cúspide militar se encontraba el General Franco, no las aceptaba.

En lo que Ricardo de la Cierva llamaría “primavera trágica” se suceden una serie de hechos que van a determinar el futuro del General López de Ochoa: Ingresa en la prisión Militar de Guadalajara en marzo del 1936 por un sumario que se le había abierto por los sucesos de Asturias del 34: estas actuaciones parecen ser un signo distintivo en la Historia de España, abrir debates y pedir explicaciones por hechos que sucedieron en anteriores legislaturas políticas. En EEUU jamás se abriría un juicio por tales circunstancias por ejemplo a Kennedy y/o sus Asesores no se les juzgó por la invasión en Bahía de Cochinos o la muerte de miles de soldados americanos en Vietnam.

LOPEZ OCHOA BUENA
López Ochoa en el centro en su despacho de la comandancia militar de Cataluña en 1931 / Mundo Gráfico

Largo Caballero, como representante mayoritario de la UGT, jamás perdonó al gobierno de entonces el fracaso en Asturias y tomó como objetivo o blanco de sus deseos de venganza al General López  Ochoa; éste fue trasladado a causa de una enfermedad el día 3 de abril de 1936 al Hospital Militar de Carabanchel a la Prisión del Centro. María Teresa León, compañera de Alberti, escribiría en el periódico “Ayuda” del Socorro Rojo Internacional anticipando su deseo de que fuera asesinado:

 “López Ochoa, aventurero sin escrúpulos, su crueldad era conocida… responsable de la caza de fugitivos, violación de las mujeres, machacamiento de los niños… repulsiva figura…¿Enfermo en Carabanchel? ¿Quizás por miedo a que las masas le ajusticien?”.

No cesaron aquí las presiones contra la víctima, General López Ochoa, el Juez especial nombrado para instruir la Causa contra el General ordena que sea reconocido facultativamente los días 1 y 15 de cada mes y que lo sea específicamente por los médicos  Moreno Barbasán y Areces Matilla. Desde entonces el General será reconocido tales días y por dichos médicos, sin que éstos emitiesen el informe preceptivo. Sí lo hizo el Director del Hospital en su nombre, el Coronel González Deleiito, el cual sería fusilado posteriormente y nombrándose nuevo Director del Hospital en la figura de uno de los médicos que debían, según el Magistrado Juez, reconocer periódicamente al General López Ochoa, esto es el recién ascendido a Comandante y Médico Adolfo Moreno Barbasan, ejecutado por Consejo de guerra de la España Nacional al término de la guerra.

HOSPITAL MILITAR
Hospital Militar de Carabanchel en los años treinta / Crónica

Según la Causa General en el interior del Hospital y especialmente en la Prisión para militares enfermos instalada en el mismo, se observaban ciertas actitudes entre enfermeros, sanitarios y diverso personal auxiliar de tendencias izquierdistas que comenzaban a amenazar al General con quemarlo en su celda, insultarle y realizarle gestos grotescos y amenazantes, todo ello a pesar de la protección que siempre gozó por parte del Coronel Director del Hospital el cual se enfrentó incluso a un grupo de médicos izquierdistas que creían en la simulación de enfermedad por parte de López de Ochoa.

Tanto por parte del Abogado defensor del General ante el Magistrado Juez como el Coronel González Deleito ante el Ministro de la Guerra General Castelló se solicitó algún tipo de medida para proteger a López de Ochoa; por parte del Juez se denegó la petición del Abogado de prisión atenuada para el General, y por parte del sucesor en el Ministerio de la Guerra del General Castelló el Teniente Coronel Hernández Saravia, se prolongó la situación cuando le manifestó al General Castelló “Ya se proveerá”. Estas decisiones denegadas o dilatadas en el tiempo provocaron el desenlace final con la muerte y decapitación de López de Ochoa.

Según declararían después de la Guerra en la Causa General testigos presenciales de los acontecimientos vividos en el Hospital Militar de Carabanchel, especialmente merece destacar las efectuadas por el Teniente Coronel de Caballería Don Daniel Arroyo Ufano que convivió con el General en el Pabellón de Presos. Dos aspectos de estas declaraciones merecen resaltarse: en principio los repetidos intentos por parte de amigos del General López Ochoa, con la connivencia del Director del Hospital, para facilitarle la fuga dado el acosamiento a que estaba sometido por los Comités de Milicias que se crearon en el Hospital al inicio del gobierno del Frente Popular y por otra el convencimiento que manifiesta el Teniente Coronel Arroyo Ufano que el General López Ochoa estaba implicado en el Alzamiento.

lopez ochoa medalla
El general López Ochoa condecora a un oficial en 1934 / Mundo Gráfico

En relación a los intentos de evadir del Hospital al General fueron varios, pero todos ellos resultaron frustrados,  y en todos intervino activamente el Coronel Director del Hospital González Deleito, hecho que posteriormente le costó la vida al ser fusilado. En uno de estos intentos se vendó completamente al General como si fuera un cadáver y siendo trasladado al depósito de cadáveres del Hospital se descubrió tal intento, instaurando las Milicias, a partir de entonces, una vigilancia permanente de López  Ochoa con independencia de la Guardia de Seguridad del propio Hospital.

Este intento se produciría alrededor del 23 ó 24 de julio, ya fracasado el Alzamiento en Madrid, y aquí aparece otro punto de misterio en relación a este intento: el testigo Arroyo Ufano relata que fueron el Coronel González Deleito y un Comandante de Infantería llamado Jiménez Arroyo, vestido con mono y llevando la estrella comunista y enviado por el General Castelló entonces Ministro de la Guerra los que intentaron llevar a López Ochoa al depósito de cadáveres cuando fueron descubiertos. Pudiera tratarse de un error del testigo al oír el nombre del Comandante dado que no figuraba ningún Jiménez Arroyo como Comandante ni con otro empleo en las Escalillas y Escalafones del Ejército en aquella época, o bien una artimaña para evitar la fuga del General López de Ochoa urdida por el propio Comandante o persona que suplantase tal figura. Este intento de evasión le costó la vida al Coronel González Deleito el cual fue fusilado por el Comité de Milicias de Carabanchel Alto, a pesar de los esfuerzos,  que según algunos testigos, realizó el Doctor Gómez Ulla para evitar que lo fusilasen.

En aquél clima convulso en el Hospital Militar se crearon dos Comités de Milicias, uno Militar y otro Civil, para la gestión del mismo. El Militar dirigido de una forma oficial por el Cabo Manuel  Muñoz del Molino, aunque de una forma indirecta lo dirigía el Comandante médico Moreno Barbasán; el Civil compuesto por un conjunto de empleados civiles del propio Hospital: pintores, cocineros, mecánicos, etc.- Ambos Comités junto al Comité del pueblo de Carabanchel Alto compuesto por militantes de la CNT invadieron el Hospital en los últimos días del mes de julio y, tras encaminarse al Pabellón de Presos, detienen al General López Ochoa, el cual en pijama y zapatillas fue llevado al exterior y en las proximidades del Hospital, en el Cerro de Almodóvar fue fusilado y decapitado por el carnicero empleado civil del Hospital Manuel Alcázar.- Posteriormente la cabeza del General fue paseada por Carabanchel y en las proximidades de la Plaza Mayor requisada por la Guardia de Asalto, no obstante la pretensión de los milicianos que la paseaban que querían enviarla a la cuenca minera de Asturias en venganza.

Los periódicos de la época bajo la censura del Frente Popular no hicieron un solo comentario reprobatorio, ni siquiera indirectamente . ABC se limitó a publicar en recuadro:

 “Por noticias particulares se supo anoche que el general López Ochoa falleció en el hospital militar de Carabanchel, allí recluido a causa de una antigua dolencia”.

Con ligerísimas variantes, la prensa diaria insertó líneas similares, con una discrepancia, la del diario Claridad. Parece que el gobierno había tratado de salvar la vida de tan caracterizado general republicano y el ministro de la Guerra, general Castelló, realizó las oportunas gestiones a los pocos días de iniciarse el Alzamiento, enviando una ambulancia para trasladarlo a otro lugar más seguro, pero las milicias de guardia no lo autorizaron. Un nuevo intento, con una orden firmada por el secretario del Ministro no dio mejor resultado. Claridad había denunciado que en el Ministerio de la Guerra pretendía poner a López Ochoa en lugar seguro e informaba:

 “Las milicias han destituido al Director del Hospital y en su lugar han puesto a un hombre de absoluta confianza del pueblo, el doctor Bastos”, y añadía, confesando que los socialistas lo consideraban preso del partido: “Lamoneda y Henche en persona cuidan de la organización de las milicias que lo vigilan”.

El General Castelló declararía en la Causa General que él no tuvo ninguna participación en los intentos de evasión del General López  Ochoa en el Pabellón de Presos del Hospital Militar, solo intercedió ante el Ministro de la Guerra que le sucedió Hernández Sarabia, para que protegiesen al General en dicho Hospital.

juicio
ABC el 30 de marzo de 1939

Otro de los aspectos oscuros del General López Ochoa en los que incide el testigo y compañero de Prisión en el Pabellón de Presos Daniel Arroyo Ufano es en su participación en el Alzamiento y que para ello, según manifestó el General a él y al Consejero Nacional de Falange y Comandante de Infantería retirado Emilio Alvargonzalez Matalobos, el día en que se produjere tal Alzamiento un coche del Campamento de Carabanchel vendría a buscarle para ponerse al frente del mismo en Madrid.

Indudablemente tal vez las cosas hubieran sido diferentes si en Madrid se pone a la cabeza del Alzamiento el General López Ochoa, un líder carismático, laureado y condecorado militarmente, de ideas republicanas claramente demostradas; pero ocurrió que el único coche que vino a buscarle del Campamento de Carabanchel era el que procedente de la Escuela de Tiro de Campamento venía el Coronel Francisco Español Villasante acompañado de un Comandante y un Capitán, los cuales fueron tiroteados, heridos y muertos a la entrada al Hospital Militar, con lo que pareció frustrado ese intentó de Alzamiento en el Hospital y liberación de López de Ochoa para que se uniera al Movimiento, un Movimiento caracterizado por la ausencia en Madrid de Generales con el suficiente antecedente sobre los otros y  la suficiente energía en las órdenes que impartiese, aspecto éste que sí caracterizaban al General López de Ochoa como demostró en los sucesos de Asturias.