Los ‘pacos’ en la Guerra Civil, ¿una realidad o invención?

Portada Pacos
Imagen de archivo de un francotirador en los años treinta

Santiago Carrillo aseguraba en una entrevista que durante su época como responsable de orden público de la Junta de Defensa de Madrid, uno de sus principales «quebraderos de cabeza» eran los ‘pacos’. El famoso dirigente comunista se refería indiscutiblemente a los francotiradores franquistas que se emboscaron en la retaguardia republicana durante la Guerra Civil Española atacando desde ventanas y azoteas tanto a los milicianos como a las fuerzas de seguridad.

Antes de entrar en materia es conveniente explicar de dónde viene el término paco, una palabra que nada tiene que ver con el nombre propio Francisco y sí está relacionada con el sonido de un disparo. El origen de este término viene de las guerras de África. Los soldados españoles utilizaban el sobrenombre de ‘paqueo’ como sinónimo de la palabra tireoteo. ¿Por qué? Por el sonido de los disparos de fusil. El paco, por lo tanto, era el tirador enemigo que por norma general disparaba oculto entre las rocas de las montañas.

Muchos historiadores han puesto en duda la existencia de los pacos durante la Guerra Civil Española. Muchos de ellos acusan, y con razón, a la República de inventarse la existencia de falsos francotiradores como excusa a las detenciones y asesinatos en masa de derechistas. En algunos casos fue así. En otros, podemos decir todo lo contrario. En una conversación con el profesor de historia Javier Cervera, Carrillo explicaba quiénes eran y cómo actuaban estos tiradores contrarios al bando republicano:

“Te freían desde los tejados y muchas personas lo atribuían a la Quinta Columna. Lo cierto es que estas personas disparaban desde allí porque pensaban que los nacionales iban a entrar en Madrid muy pronto»

Carrillo se refería sobre todo a los primeros meses de la Guerra Civil Española. Algunos nacionalistas, a los que el inicio de la contienda les sorprendió en Madrid, estaban convencidos de que la capital iba a caer en cuestión de semanas en manos de Franco, por eso quisieron poner de su parte ayudando a los sublevados desde dentro de la ciudad. Por norma general eran militares sin destino o agentes de Policía que habían sido declarados «desafectos» por las autoridades republicanas. A continuación, veamos algunos casos de pacos que sí actuaron como francotiradores durante el conflicto fratricida.

Un periodista alcanzado por un francotirador

La guerra acababa de comenzar el Madrid. El 23 de julio de 1936, sólo cinco días después de que empezaran los combates, el periodista de ‘El Liberal’ Alfonso Cerradas fue alcanzado por un paco en las inmediaciones de la zona de Pacífico. El informador se encontraba a punto de cubrir una información en uno de los cuarteles que hay cerca de la estación de Atocha cuando fue alcanzado por un disparo de un rifle en el pecho. Las autoridades no pudieron encontrar al francotirador, pero sí que descubrieron que la bala procedía de una azotea próxima.

Milicias de retaguardia
Efectivos de las Milicias de Vigilancia de Retaguardia a la caza del ‘paco’

Antonio solo tenía 16 años cuando estalló la Guerra Civil. En agosto de 1936 dos de sus hermanos, también afiliados a la Falange como él, fueron detenidos y trasladados a la cárcel Modelo. Durante casi una semana el joven ‘Antoñito’, como le conocía su familia, estuvo disparando en plena noche desde su ventana a patrullas de milicianos que pasaban en vehículos en plena noche; nunca hizo pleno. El chico solo buscaba venganza por la detención de sus hermanos y utilizaba una escopeta de caza propiedad de su padre que se encontraba fuera de Madrid al estallar la contienda. La casa de Antonio, situada en la calle Covarrubias, en pleno barrio de Chamberí, fue asaltada de madrugada por las milicias de retaguardia tras comprobar que los disparos venían desde el tercer piso. El joven murió luchando tras un intenso tiroteo con los milicianos.
Los francotiradores de la Policía contra la República

En noviembre de 1936 las fuerzas de seguridad de la República consiguieron localizar y detener a dos policías que se habían convertido en pacos durante los primeros meses de la Guerra Civil. Los dos fueron detenidos en el barrio de Arguelles en dos operaciones diferentes. Un inspector que residía en el número 31 de la calle Gaztambide fue detenido el 11 de noviembre tras atacar a una patrulla de milicianos a pie. Dos días más tarde, otra patrulla de las milicias de retaguardia detuvo en el número tres de la calle Alberto Aguilera a otro agente de Policía que había realizado varios disparos desde un tejado.

El 24 de julio de 1936, solo unos días después de que la sublevación fracasara en Barcelona, el comerciante falangista José Forcada se escondió en una especie de prostíbulo situado en la Ronda de Santa Mónica. El hombre, que conocía bien aquella ‘pensión’, al sentirse perseguido decidió esconderse en el negocio de Madame Irurita, la mujer que regentaba el local, un piso inmenso de cerca de 200 metros cuadrados con varias habitaciones.

El 26 de julio, dos días después de llegar al prostíbulo, José empezó a sentir un pánico exacerbado. Armado con una pistola ametralladora, que tenía de antes de la guerra, se pasaba las horas mirando por la ventana esperando ser detenido por los milicianos. Un vehículo del POUM se paró justo delante del prostíbulo y Forcada, pensando que los milicianos iban a detenerle, abrió fuego desde la ventana contra ellos. Alcanzó a uno en una pierna pero no al resto que se refugiaron en un portal.

falso paco
Declaración de Sebastián Alcalde / Causa General

Desde ese instante, el francotirador de la Falange y los milicianos empezaron un intenso tiroteo que acabó en tragedia. Apoyado por otra patrulla del sindicato metalúrgico, los milicianos consiguieron acceder al prostíbulo empezando, en ese instante, un tiroteo dentro de las habitaciones. Forcada fue alcanzado por los disparos muriendo casi en el acto. Madame Irurita también se vio envuelta en el fuego cruzado siendo alcanzada por las balas. Ella, sin embargo, sobrevivió para contarlo.
El falso paco y el odio de una portera

Sebastián Alcalde Careta se encontraba ya retirado cuando estalló la Guerra Civil Española. Nunca había estado afiliado a ningún partido político y nunca se había sido excesivamente militarista, sin embargo, en 1936 fue detenido acusado de Auxilio a la Rebelión. El 19 de octubre de 1936 fue arrestado por las milicias en su casa de la calle Tutor acusado de realizar disparos desde una de las ventanas de su domicilio. Era falso. Ni siquiera tenía armas en su domicilio. Los falsos disparos que se habían realizado desde su casa eran una invención de aquellos anarquistas que pretendían detener a uno de los hijos de Sebastián, que era sacerdote y que estaba en la casa junto a su padre aquellos meses. La portera de la vivienda había realizado la denuncia motivada por unas rencillas personales.

Sebastián fue encerrado en la Prisión de Hombres número 5 de Madrid durante unos meses. Fue sometido a un juicio por parte de un Tribunal Popular que decidió ponerlo en libertad en marzo de 1937 tras las presiones realizadas por todos los vecinos del inmueble que aseguraron ante las autoridades que los disparos «fueron una invención de la portera».

Fuentes consultadas:

– Fiscalía del Tribunal Supremo
– Causa General: Tribunales Populares de Madrid
– Hemeroteca de La Vanguardia
– Hemeroteca Nacional: periódicos El Liberal, El Sol
– La Guerra Civil en Ciudad Universitaria

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