La historia oculta de la entrega de Madrid los nacionales

PORTADA RENDICION
En este instante se producia la entrega de Madrid

La fotografía de la izquierda, aunque no es muy conocida, sí que ha aparecido en algunas páginas web y libros especializados. Es el punto final de la Guerra Civil Española, un punto final honroso y ante todo castrense que se llevó a cabo el día 28 de marzo de 1939. Sus protagonistas son el coronel republicano Adolfo Prada (chaquetón de cuero) y el coronel franquista Eduardo Losas (con chilaba) ante las ruinas del Hospital Clínico. Prada, acompañado por su estado mayor rinde Madrid a los nacionales dando por concluida una guerra fratricida terrible, quizás el peor acontecimiento en la historia de España.

La historia que vamos a contar a continuación habla de los momentos previos a la toma de esta fotografía y a los personajes que desde la clandestinidad trabajaron para que la Guerra Civil terminara de una vez por todas. Ya el día antes, el 27 de marzo de 1939, el servicio de propaganda de los nacionales en el Frente de Madrid anunciaron a los republicanos que para el día siguiente se preparaba una gran ofensiva con el objetivo de “liquidar la guerra”. Aquellos altavoces enormes apostados en las trincheras de Ciudad Universitaria y la Casa de Campo pedían a los milicianos que volvieran a casa, que no opusieran resistencia y que colaboraran con la Falange Clandestina que aquel día empezaba a controlar los principales servicios de Madrid como el Metro, las centrales eléctricas, el Canal de Isabel II o Telefónica.

Aquella noche del 27 de marzo, el director del periódico anarquista CNT, García Pradas pudo apreciar como soldados de los dos Ejércitos confraternizaban en las inmediaciones del Parque de la Bombilla. El Teniente Coronel Zuleta (republicano) también informaría aquella noche de que gran parte de sus hombres se estaban pasando al bando nacional en la zona de la Casa de Campo.

Con la intención de ganar tiempo antes de marcharse a Valencia y huir de España, Casado ordenó al Coronel Prada que fuera dialogando con la Quinta Columna la entrega de Madrid. El médico personal de Casado, Diego Medina, llevaba meses trabajando para los nacionales desde el Estado Mayor de Casado y él fue la persona que actuó de enlace para rendir la capital. Con Casado en Valencia y Melchor Rodríguez como alcalde en funciones de Madrid se preparó la entrega de manera oficial.

Losas había informado a Diego Medina de la hora acordada en la que el Estado Mayor del Ejército Republicano tendría que presentarse ante los nacionales. Antes de marcharse a entregar formalmente Madrid, Prada dio un pequeño discurso por radio desde el mismísimo Ministerio de Hacienda, lugar en el que se encontraba Julián Besteiro:

“Jefes, oficiales, soldados del Ejército del Centro, madrileños, dentro de breves horas cambiará el régimen político de Madrid. Agotadas todas las posibilidades de resistencia por parte del Ejército del Centro y al objeto de salvaguardar la vida del pueblo de Madrid y evitar el derramamiento inútil de más sangre de este valeroso ejército, sin beneficio para nadie, nos hemos visto obligados a aceptar las condiciones del enemigo. Entregaremos al mando el mando del mismo a nuestros adversarios. Tened calma y obedeced las órdenes de vuestros superiores, ya que contamos con la promesa de que nada tiene que tenmer quien no haya cometido delitos comunes. Y yo sé que mis soldados solo han combatido con lealtad en el campo de batalla. Me entrego con vosotros para responder por las tropas de mi mando y mi actuación personal. Y podéis tener la seguridad de que el mayor orgullo de mi vida es el de haberos tenido a mis órdenes. Viva España, Viva la República”. 

Con lágrimas en los ojos y tras despedirse emotivamente de Besteiro, el Coronel Prada emprendió camino a Ciudad Universitaria. La expedición que lideraba el militar republicano estaba formada por dos coches del Ministerio de la Guerra con dos banderas blancas cada uno. En los coches viajaban, además de Prada, sus ayudantes más cercanos como su hermano Eduardo, su secretario el Comandante Urzaiz, el Teniente Coronel Francisco García Viñals, el capitán Médico y miembro de la Quinta Columna Diego Medina Garijo, el hermano de Prada y dos escoltas apellidados Benítez y Escobar.

LOSAS Y PRADA
El coronel Prada con chaquetón de cuero y el coronel Losas con una chilaba marroquí

Del libro la Guerra Civil en Ciudad Universitaria de Fernando Calvo González hemos extraído el relato de lo que sucedió con aquellos dos coches republicanos que se aproximaban a Ciudad Universataria. Al llegar a Reina Victoria, muy cerca del cruce con Guzmán El Bueno (a la altura de la Dirección General de la Guardia Civil hoy en día):

 “Unos moros se subieron a los estribos de los automóviles y los guiaron hasta el lugar de la cita. Allí se adelantó el coronel Prada, saludó militarmente y en posición de firmes dijo ‘Se presenta el Coronel Prada y su Estado Mayor para resignar el mando del Ejército del Centro’. El coronel Losas correspondió al saludo y preguntó: ‘¿Responde usted de que no habrá resistencia por parte de sus fuerzas? Prada contestó: ‘He sido responsable hasta este momento del mando de mis fuerzas, pero de lo que suceda de ahora en adelante declino toda responsabilidad, si bien estoy seguro de que no habrá la menor resistencia’ «.

La versión de la entrega de Madrid que hace Eduardo Losas en su libro es parecida a la de Prada aunque mucho más poética y un poco exagerada. El único dato de interés que aporta el militar franquista es que la hora de la entrega de Madrid fue las 13:00 y que los oficiales republicanos que se presentaron ante él, estaban acompañaban una escolta formada por tres guardias civiles y tres milicianos.

Algunas versiones dicen que Prada y su Estado Mayor fueron tratados con cierta desconsideración por parte del Ejército Franquista a las pocas horas de entregarse. Todos los militares republicanos pasaron varios años en prisión y fueron sometidos a intensos Consejos de Guerra. Aunque Prada fue condenado a muerte, su pena sería conmutada y en el año 1962 fallecería de muerte natural. En la clandestinidad había formado parte de la Agrupación de las Fuerzas Armadas Republicanas.

¿Quién formaba parte del Estado Mayor de Prada y que sucedió con ellos? 

Uno de estos militares que rindió Madrid era el Teniente Coronel de Caballería Francisco García Viñals, de 41 años, que antes de que empezara la guerra trabajaba codo con codo con el Coronel Ungría, que años más tarde sería el jefe del espionaje franquista. Durante la contienda sirvió en varias unidades republicanas como la Columna Guadalajara, la Tercera Sección del Ministerio de la Guerra, las Fuerzas de Defensa de Madrid y el Ejército del Centro.

García Viñals también fue sometido a un Consejo de Guerra y trató de desvincularse de haber participado en acciones de guerra. De hecho, uno de los puntos en los que basó su defensa, fue su papel en la entrega de Madrid el 28 de marzo de 1939. Para defenderse también trató de hacer ver al Tribunal que en todos los destinos en los que estuvo “contribuyó” a “penar toda violencia, iniciativas y acciones ofensivas, así como crear un ambiente favorable para los nacionales”.

DIEGO MEDINA
Señalado con un círculo rojo, Diego Medina Garijo, el quintacolumnista

En www.guerraenmadrid.com hemos descubierto como García Viñals tomó la decisión de frenar para siempre un proyecto de construcción de una mina que se estaba llevando en el Vértice La Cumbre de Las Rozas que tenía como objetivo acabar con las líneas franquistas en esa zona. Era consciente de que la guerra estaba terminada y que una acción de esas características terminaría pasando factura.

En los combates entre casadistas y comunistas, García Viñals a punto estuvo de ser fusilado por estos últimos el día 18 de marzo aunque finalmente fue puesto en libertad. Entre las muchas órdenes que dió las horas previas a la entrega de Madrid, destaca la de “apoderarse” del subsuelo de la capital con el objetivo de evitar posibles atentados comunistas coincidiendo con la entrada de los nacionales. Una dotación de la Guardia de Asalto se apoderó del alcantarillado de Madrid hasta que fue suplida por miembros de la Falange.

Durante el Consejo de Guerra le echaron en cara que no se hubiera pasado a zona nacional, sin embargo, García Viñals afirmó que le fue imposible por un doble motivo: tenía una madre muy mayor viviendo sola en Madrid, no tenía a ningún otro familiar y por otro lado no estuvo apenas en primera línea de combate. En un informe confidencial encargado a miembros de la Quinta Columna, estos explicaron que habían tratado de contactar con García Viñals durante la guerra para captarlo, sin embargo decidieron no acercarse a él porque se encontraba muy vigilado por “elementos del Frente Popular”.

La sentencia contra el Teniente Coronel García Viñals fue de lo más benévola. Fue condenado a la pena de tres años de prisión menor, junto con la suspensión de empleo militar. En el año 1942 ya estaba en libertad aunque desvinculado en cierta manera de las Fuerzas Armadas por haber servido a la República.

El Comandante Urzáiz Guzmán y el capitán médico Diego Medina

El Comandante del Ejército Popular Francisco Urzáiz Guzmán estaba muy  bien relacionado con el Comité de Defensa de la CNT y jugó un papel muy importante tanto para desestabilizar a los comunistas como para negociar la rendición de Madrid. En el tramo final de la guerra, este comandante de inválidos pasó información a algunas organizaciones quintacolumnistas que operaban en la capital con el objetivo de que la contienda terminara cuanto antes y finalizara así el hambre que se vivía entre la población civil.

La historia del médico militar Diego Medina Garijo durante la Guerra Civil  podría ser un guión televisivo de éxito. Podemos decir sin riesgo a equivocarnos que su mediación fue fundamental para que la guerra terminara en el momento en el que lo hizo. Pese a haber colaborado durante gran parte del conflicto con los servicios de información de Franco en zona republicana, terminada la guerra Medina fue detenido por la Falange acusado de haber traicionado a las tropas sublevadas durante el alzamiento del Cuartel de la Montaña en 1936.

CIUDAD UNIVERSITARIA
Ruinas del hospital Clínico tras la Guerra Civil

Un conocido falangista reconoció a Diego Medina en el Café Gijón de Madrid pocos días después de que terminara la guerra, manteniendo con él una acalorada discusión que acabó a golpes. El falangista,  acusaba  a Medina de “haber sido de los primeros elementos que entraron en el cuartel con las hordas roas, yendo de uniforme y habiéndole visto dar órdenes a las distintas patrullas marxistas que con él entraron en el citado cuartel”. Esta denuncia provocó su detención casi de manera inmediata por lo que sería sometido meses más tarde a un Consejo de Guerra, sin tener en consideración de que el doctor Medina había sido agente franquista en la retaguardia republicana.

Antes de que empezara la Guerra, Diego Medina Garijo ocupaba el puesto de Capitán Médico de la Escolta Presidencial de Manuel Azaña. El 20 de julio de 1936, cuando se levantó en armas el Cuartel de la Montaña, consiguió un salvoconducto del presidente de la República para ayudar a los heridos de estos primeros enfrentamientos. Pese a la denuncia de este falangista, el doctor Medina organizó el traslado y la asistencia de los heridos supervivientes al Hospital del Buen Suceso y a la Clínica Militar de Urgencia.

No comenzaría a colaborar con los nacionales hasta abril de 1937 cuando se puso a las órdenes de Fernando Ruiz Gálvez, enlace del jefe en la calle de la Falange Luis Serrano Novo y de Manuel Valdés Larrañaga. Según un escrito que presentó la Falange durante el Consejo de Guerra contra Diego Medina, éste prestó “relevantes servicios a nuestra Causa. Ha llevado a efecto cuantas misiones se le han encomendado tales como la hospitalización de nuestros camaradas, documentaciones falsas, inutilidades totales y parciales… Es persona de nuestra absoluta confianza aunque aparentemente, por razón del cargo que ha tenido que desempeñar como director de un hospital militar, no sea considerado totalmente afecto”.

Este aval firmado por Valdés Larragaña junto con otros relacionados directamente por el SIMP evitaron que Diego Medina estuviera más tiempo de lo previsto en arresto domiciliario. Pero volvamos a su etapa durante la guerra civil. Además de ser el jefe sanitario de la escolta de Azaña, fue nombrado director del Hospital de Gaseados de Madrid, siendo trasladado después a la Jefatura de Sanidad de la Primera División Orgánica de Madrid.

ESCOLTA
En este documento oficial se puede apreciar como Diego Medina Garijo formó parte de la escolta de Azaña

En su declaración ante las autoridades franquistas explicó con minucioso detalle a las personas de derechas a las que había ayudado durante toda la Guerra Civil. Habló de cómo protegió a un capellán castrense  llamado Luis Foncillas que actuó como su secretario en el Hospital de Gaseados. También ayudado a las familias de militares perseguidos como una hermana del aviador Alejandro Mas Ganiende o la hija del General Altolaguirre. Además contribuyó a la creación de un Socorro Blanco organizado por la Jefatura de Sanidad de la Comandancia de Madrid para ayudar “a los compañeros separados de servicio y a los huérfanos y viudas”.

También fue nombrado presidente del Tribunal Médico de los remplazos del 187 y 21. En esta ocasión, dio inútiles a todos los reclutas que le recomendaban. También relató que en octubre de 1938 fue requerido por dos agentes franquistas (Antonio Luna y Abraham Vázquez) para que prestara un servicio de índole militar y estratégico a la causa nacionalista. En su juicio, Diego Medina se negó a desvelar el contenido de este servicio por considerarlo secreto e invitó a las autoridades franquistas a que preguntaran a los responsables del Primer Cuerpo del Ejército por aquellos hechos de 1938.

En el tramo final de la Guerra Civil, Diego Medina fue nombrado médico personal del Coronel Casado que por aquel entonces mandaba al Ejército del Centro y con el que tenía una relación de amistad. Al ser amigo de Casado de antes de la contienda, Medina fue amoldando poco a poco la personalidad del militar republicano y según relatan algunos testimonios, él fue el encargado final de convencerle para que se enfrentara a los comunistas en marzo de 1939. Durante aquellos días durísimos, Medina actuó casi a cara descubierta en Madrid entrevistándose casi a diario con miembros de los servicios de información franquistas que preparaban en la capital la entrada de los nacionales. Jugándose el tipo, finalmente consiguió participar en las negociaciones celebradas en Gamonal donde mantuvieron reuniones secretas el bando republicano y el nacional para finiquitar la guerra.

Los últimos momentos de la guerra

El 28 de marzo de 1939, casi todo el mando republicano sabía que Diego Medina era un agente emboscado de Franco en Madrid. Por este motivo, el médico militar recibió órdenes de estar al lado del Coronel Prada en la entrega de Madrid con el objetivo de “evitar vacilaciones que hubieran podido generar un serio conflicto”.

Como antes hemos dicho, a los pocos días de terminar la guerra, Diego Medina se movía con cierta tranquilidad por Madrid. De hecho, tanto él como sus familiares le consideraban un nacionalista más pese a no haber combatido en el frente de batalla sino por haber trabajado en campo enemigo. Sin embargo, el incidente con el mencionado falangista le trajo algunos problemas a nivel social. Algunas personas con las que tenía antes una muy buena relación le veían ahora como “un traidor”.

Entre mayo y agosto de 1939, meses en los que se celebró su Consejo de Guerra Medina vivió un auténtico calvario. Las autoridades franquistas querían comprobar hasta que punto había sido leal a su bando durante la guerra y por ese motivo fue interrogado en varias ocasiones por jueces y militares. Finalmente fue absuelto por el delito de auxilio a la rebelión aunque fue condenado a unos meses de arresto domiciliario por haber sido parte de la escolta de Azaña antes de la Guerra Civil.

Fuentes consultadas

Archivo Histórico Militar de Paseo de Moret

Archivo Militar de Ávila

Hemeroteca Nacional

Madrid, 1939, Luis Español Bouché.

La Guerra Civil en Ciudad Universitaria, Fernando Calvo

Así cayó Madrid, Segismundo Casado

 

 

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