
El término municipal de Alcobendas vivió una auténtica pesadilla durante la Guerra Civil Española, especialmente durante el primer año de contienda. Los descampados y carreteras aledañas a esta localidad al norte de Madrid fueron testigo de un sinfín de asesinatos, muchos de los cuáles todavía hoy no se han podido resolver. Llama la atención que a muy pocos kilómetros de Alcobendas se encuentra situado uno de los lugares de peregrinación de los nostálgicos de la Guerra Civil, el cementerio de Fuencarral donde descansan cientos de brigadistas internacionales que murieron durante el conflicto español luchando al lado de la República.
Entre julio de 1936 y marzo de 1937 aparecieron más de cincuenta cadáveres cosidos a balazos en las cunetas de las carreteras cercanas a Alcobendas. La mayoría de los asesinados procedían de otros puntos de Madrid, sin embargo, cuatro vecinos del pueblo también formaron parte de esta lista trágica de ejecuciones arbitrarias y sin juicio alguno que se llevaron a cabo.
La primera víctima mortal de la Guerra Civil que apareció en el término municipal de Alcobendas fue uno de los sacerdotes del pueblo. El cuerpo de Andrés Rodríguez Perdiguero apareció con varios impactos de bala el 19 de agosto de 1936 en la carretera de Francia según la Causa General. Según el blog ‘Historias de las calles de Alcobendas’, Andrés había nacido en 1898 (durante la guerra tenía 38 años) en esta villa. Poco antes de ser tiroteado había desempeñado el cargo de sacristán en la preciosa iglesia mudéjar de San Pedro el Viejo, conocida por San Pedro el Real, situada en Madrid capital. Otras fuentes como el libro de César Vidal llamado ‘Paracuellos-Katyn’ indican que también había ejercido como sacristán en ‘La Paloma’. Sus restos se encuentran en el cementerio de Alcobendas enterrados en el mismo nicho que sus familiares Jerónimo, Valentina, Carmen y Manuel.
Unos días más tarde, el 1 de septiembre también aparecía asesinado José Aguado Lussón, líder de Unión Patriótica de Alcobendas y una de las personas más odiadas por los partidos izquierdistas de la localidad. Sabemos de él que era miembro de la asociación religiosa Virgen de la Paz mientras que algunas webs vinculadas con la extrema izquierda califican a José Aguado como «cacique» de Alcobendas y «financiador» de la «extrema derecha» del pueblo.

Este mismo día 1 de septiembre fue linchado hasta la muerte en la Carretera de Colmenar el otro párroco de Alcobendas, Mariano Sebastián Izuel. Algunos portales de Internet dicen de él que había hecho campaña para la CEDA en las elecciones de 1934. Pocos datos sabemos más de Sebastián Izuel, tan solo podemos aportar que en el año 1910 impartía con frecuencia misas en la Parroquia de San Miguel Arcángel de Madrid, aunque en 1911 ya estaba en Alcobendas. En la actualidad hay una calle que lleva su nombre.
El último vecino de Alcobendas que murió asesinado durante la Guerra Civil fue un capitán de Veterinaria del Ejército llamado Francisco Sánchez López que también estaba muy vinculado con la CEDA. Su familia había denunciado su desaparición el 6 de octubre de 1936, pero las autoridades no encontraron su cuerpo hasta nueve días más tarde. Presentaba numerosos impactos de bala. Una concurrida calle de Alcobendas lleva su nombre actualmente.
Lugar de paseos
Como antes hemos dicho, mientras se producían estos crímenes de vecinos de la localidad, el término municipal de Alcobendas se estaba convirtiendo en uno de los escenarios favoritos en el que milicianos descontrolados llevaban a cabo sus temidos ‘paseos’. Un gran número de personas del norte de Madrid capital y de otros pueblos de la zona, acusados de ser derechistas, católicos o militares desafectos, eran trasladados en plena noche hasta la carretera de Francia, la de Chamartín o hasta La Moraleja para ser asesinados a sangre fría. Hemos tenido acceso a través de la Causa General al registro de cadáveres que fueron encontrados en este municipio durante la Guerra Civil y la lista de muertos asciende a más de cincuenta.

La mayoría de los cadáveres que se recogieron en Alcobendas durante la guerra carecían de toda documentación por este motivo las autoridades judiciales no pudieron determinar la identidad de los asesinados. Los pistoleros que les habían matado a sangre fría les robaban todas sus pertenencias, haciendo imposible la identificación. En muy contadas ocasiones, los funcionarios judiciales sacaron fotografías de los asesinados que eran trasladadas hasta el depósito de cadáveres de la calle Santa Isabel de Madrid a donde solían acudir familiares de desaparecidos para buscar si entre las imágenes de los muertos estaban la de sus seres queridos.
Uno de los asesinatos más impactantes que se produjeron en Alcobendas durante la guerra fue el de Mercedes Fernández Molano, aristócrata madrileña y abuela de Margarita Gómez Acebo (Reina de Bulgaria) que con más de 65 años fue ejecutada en la Carretera de Chamartín el 18 de agosto de 1936. Su asesinato se produjo al mismo tiempo que el de la Marquesa de Cubillas, también con una edad similar a la suya.
El caso de Mercedes Fernández Molano fue espeluznante ya que también fueron asesinados su hija y su yerno (Mercedes Cejuela y Fernández Molano y Manuel Gómez Acebo y Monet) en su finca ‘La Arboleda’ de Collado Villalba en el mes de noviembre de 1936. De esta manera, Margarita Gómez Acebo se quedó sin padres y abuela en menos de dos meses.
Otro de los crímenes que tuvieron lugar en el término municipal de Alcobendas fue el de un conocido industrial de la zona norte de Madrid llamado Juan Mao Díaz. Se produjo en el año 1937 y se trató de una terrible confusión por parte de unos milicianos y guardias de asalto que habían montado un control de carretera en las inmediaciones del pueblo. La Audiencia Territorial de Madrid fue la encargada de investigar el error de los milicianos aunque nadie pagó por ello. Antes de la contienda, este individuo ya tenía antecedentes penales por haber cometido algún tipo de robo en los ferrocarriles.
En septiembre de 1936 también se produjo un crimen que todavía hoy no se ha podido resolver. El día 12 de este mes aparecieron en la carretera de Chamartín, en los muros del Monte de la Moraleja, los cadáveres del matrimonio formado por David Torcal de la Cruz, natural de Hortaleza y Micaela Mateo Cuevas, de Alcalá de Henares. No se trataba ni de terratenientes ni de personas adineradas, todo lo contrario. Eran personas muy humildes que vivían en una pequeña choza de cañizos y adobe situada cerca del Arroyo de Valdebebas.

El desenlace de David (antiguo soldado raso de las guerras de África) y Micaela fue fatídico. Sin embargo, años anteriores ambos habían tenido que soportar una terrible tragedia: la muerte de sus dos hijos tras derrumbarse la casa en la que residían. Aquel suceso, que tuvo repercusión en la prensa de la época, tuvo lugar en 1928 y acabó con la detención (varios días) de ambos por negligencia.
Los perdedores en Alcobendas
Una vez terminada la Guerra Civil, la Causa General fue la encargada de intentar esclarecer los asesinatos que se produjeron en Alcobendas durante el conflicto. Con la colaboración del puesto de la Guardia Civil de la localidad así como de la sección de la Falange, se determinó que durante la contienda en Alcobendas había funcionado una especie de Comité de Investigación e Incautación. El máximo responsable del comité era el socialista Manuel García Moreno, que también estaba vinculado con la UGT. También formaban parte del mismo Alejandro de las Heras y Delfín Homobono René y los miembros de la CNT Ángel García Moreno y Manuel Mas Guadalix.
Aunque los informes sobre los miembros de este comité no fueron excesivamente negativos (no se les acusó directamente de los asesinatos de los vecinos de Alcobendas), sí que se afirmaba que gracias a ellos se produjeron las detenciones. . García Moreno fue detenido tras la guerra y encarcelado en la prisión de Colmenar Viejo hasta el año 1946.
Sobre Delfin Homobono René tan solo tenemos a nuestra disposición una notificación publicada en el Boletín Oficial de la Provincia de Madrid (5 de mayo de 1941) en la que se decía que este año estaba en paradero desconocido tenía que presentarse ante el Juzgado Militar de Colmenar Viejo para notificarle su procesamiento y obtener de él su declaración indagatoria. En esta notificación se decía que Delfín, vecino de Alcobendas, prestó «servicios como motorista con los rojos».
Fuentes consultadas:
– Causa General
– Hemeroteca Nacional
– Hemeroteca Comunidad de Madrid
– Boletín Oficial de la Comunidad de Madrid
– Kaos en la Red (Web)
– Historia de las Calles de Alcobendas (blog)