
Los hermanos Regueiro, Luis y Pedro habian alcanzado la fama en el Madrid FC (así se denominaba al Real Madrid en tiempos de la Segunda República). Procedentes del Real Unión de Irún, los dos hermanos habían aterrizado en la capital en la década de los treinta en compañía del también futbolista vasco Emilio Alonso Larrazábal, más conocido como Emilín. Siendo jugadores blancos, los tres habían sido convocados para disputar algún partido con la selección española antes del conflicto.
Al arrancar la guerra civil, los hermanos Regueiro se posicionaron del lado de la Republica. Ninguno de los dos lucharon en el frente pero sí que participaron en diversos actos propagandísticos a favor de los republicanos y el Gobierno Vasco. Desde la prensa franquista, varios periódicos llegaron a publicar que Luis Regueiro había muerto en un hospital de Madrid tras resultar herido de bala en el frente. Lógicamente, todas esas informaciones eran falsas, puras invenciones del sistema propagandístico del bando nacionalista que pretendía desmoralizar al enemigo. Durante todo el conflicto los tres jugadores blancos participaron en muchísimos partidos benéficos a favor de los huérfanos de la guerra, las brigadas internacionales o los hospitales de sangre. De hecho, a poco de estallar la contienda, Emilín jugó un partido en Tarancón cuyos fondos fueron a parar al hospital de sangre de este municipio. En una entrevista concedida al Mundo Deportivo, Emilín elogiaba la profesionalidad de los gestores madridistas en tiempo de guerra: “
El comportamiento de los directivos del Madrid en estos tiempos difíciles pasará a la historia. Son tiempos complicados pero todos unidos saldremos hacia adelante. Ojala esta guerra acabe cuanto antes y podamos disfrutar de nuevo con el fútbol. Ahora mismo estoy concentrado en la disputa de partidos amistosos para conseguir fondos y ayudar a los más desfavorecidos

Los hermanos Regueiro siempre se sintieron identificados con el sentimiento vasco. A principios de 1937 el Gobierno de Euskadi empezó a organizar una expedición de jugadores vascos para disputar una gira por Europa y la Unión Soviética. El objetivo era recaudar fondos para las milicias vascas que trataban de contener a duras penas al ejército nacional en el norte de España. Antes de la gira, el estadio de San Mamés de Bilbao fue el elegido para albergar varios partidos amistosos entre ANV (Acción Nacionalista Vasca) y PNV (Partido Nacionalista Vasco). Eran los llamados partidos “pro avión de Euskadi”, el avión que fletaría el Gobierno Vasco para desplazar a la selección del País Vasco rumbo en su gira por Europa. Sin embargo, en estos partidos ni los hermanos Regueiro ni Emilín participaron en el juego.
La selección de Euskadi partió a Francia en abril de 1937. Casi todos los jugadores vascos del momento fueron partícipes del viaje salvo algunas ausencias destacadas como Quincoces y Ciriaco (en el bando nacional), Lecue (no quiso viajar) y Eugenio. Aunque Luis y Pedro Regueiro e Emilín no se desplazaron a Francia junto con el resto de sus compañeros, los tres llegaron a Paris el día antes de enfrentarse al Racing parisino. Era el primer partido que enfrentaba a Euzkadi en tierras francesas y terminó con triunfo vasco por 0-3 con buena actuación de Lángara. El día después del partido, el 26 de abril, los futbolistas conocieron la noticia del terrible bombardeo a Guernica, por lo que la moral del equipo se vino abajo. Luis Regueiro, como capitán de Euzkadi, junto con el responsable de la expedición, Manuel López, tuvieron que levantar al equipo para seguir jugando en Toulouse y Praga donde se midieron a la selección checa. Después volvieron a Paris donde se volvieron a enfrentar al Racing. Tras varios partidos en Francia, el combinado vasco se trasladó en el mes de mayo a Polonia donde se enfrentaron a una selección de Silesia.
Desde Polonia, la selección de Euzkadi se desplazó a la Unión Soviética en lo que fue sin duda uno de los mayores acontecimientos deportivos de la época. Esta gira por la URSS sirvió como reclamo para propaganda republicana que exageró diariamente en la prensa el recibimiento que estaban teniendo los jugadores vascos en las principales ciudades. Como capitán, Luis Regueiro tuvo que pronunciar numerosos discursos ante las autoridades soviéticas defendiendo siempre los valores republicanos y la lucha contra el fascismo”. En la URSS quedaron maravillados con el juego de la selección vasca, especialmente brillaron las figuras de Emilín, Areso (jugador del Barca), Gorostiza (Athletic), Urquiola (Athletic de Madrid) y Zubieta (Athletic). Destacadas fueron las victorias ante el Dinamo y el Lokomotiv en dos partidos disputados en Moscú. En Leningrado los jugadores vascos empataron ante el Dynamo de Leningrado. En la Unión Soviética, los responsables de la expedición reciben la noticia que nunca querrían haber recibido; Bilbao había caído. Si el bombardeo de Guernica había helado los corazones de los futbolistas, la caída de Bilbao lo cambiaba todo. ¿Qué pasaría con estos jugadores ahora que no podían regresar a casa? El gobierno vasco se había exiliado en Paris y las órdenes destinadas a la selección vasca eran claras: “tenían que seguir jugando”. Así continuaron haciéndolo en Ucrania ante el Dinamo de Kiev, en Georgia, Bielorrusia y Dinamarca hasta regresar a Paris.

En la capital francesa, los futbolistas volvieron a plantearse su futuro. Por ejemplo, Gorostiza, el jugador del Athletic, decidió regresar a España para cambiarse de bando y luchar en una compañía de requetés carlistas. Luis Regueiro, por otro lado, aceptó la oferta del Racing de Paris para no perder la forma. Al final, en noviembre de 1937 abandonaron Paris para iniciar una nueva aventura: la selección vasca haría una gira por América. El primer destino fue México donde disputaron, con una gran acogida, unos veinte partidos. Después se marcharon a Cuba donde ganaron, al igual que en México, casi todos sus partidos. Casi sin fondos, el combinado vasco llegó a Argentina en la primavera de 1938 pero la FIFA obligó a suspender todos los compromisos que tenía que disputar. Este mismo organismo obligó a los futbolistas a permanecer cerca de dos meses en Buenos Aires antes de resolver el futuro de los mismos. Los fondos en Argentina eran mínimos y los futbolistas lograron sobrevivir allí a duras penas. Muchos españoles residentes en Buenos Aires ayudaron a los jugadores a salir a flote. En mayo consiguieron salir de Argentina y regresaron a Cuba donde disputaron de nuevo varios compromisos amistosos.
En verano de 1938, la selección vasca volvió a México donde consigue ingresar en la Federación Mexicana de Fútbol para participar en el Campeonato Oficial. Juegan la liga 1938/1939 con el nombre de Club Deportivo Euzkadi y consiguieron alzarse con el título de campeón tras diecisiete partidos disputados. Una vez acabado ese campeonato, la selección vasca se disuelve. Muchos jugadores se quedaron en México, otros se marcharon a otras ligas hispanoamericanas y los pocos regresaron a España. En el caso de los hermanos Regueiro, tanto Luis como Pedro decidieron echar raíces en el país mexicano. Los dos siguieron jugando al fútbol y lo hicieron en el Club de Fútbol Asturias, un club fundado años atrás por varios asturianos que habían emigrado a México. Los dos hermanos consiguieron traer desde España a sus familiares más cercanos. De hecho, su otro hermano, Tomás, que estaba en España, vistió también la camiseta del Asturias.
Los sueldos en México no eran altos, por lo que tanto Luis como Pedro tuvieron que compaginar el fútbol con otros negocios. Como otros muchos vascos en el exilio, los hermanos Regueiro decidieron abrir un bar en el zócalo del hotel Majestic. Más adelante, y después de dejar el fútbol, fundaron junto con el resto de la familia y algunos socios más una fábrica de madera que más tarde se convertiría en una de las más importantes del país. Luis Regueiro, se casó en México con su novia de toda la vida, que todavía estaba en España cuando la selección vasca inició su gira americana, y con ella tuvo un hijo, Luis que también fue futbolista. Luis Regueiro, hijo, llegó a jugar incluso con la selección mexicana y recuerda a su padre como:

“Una persona muy estricta que trabajó muchísimo. Tardó 23 años en regresar a España tras exiliarse. No volvió antes porque habían detenido a algún familiar nuestro nada más bajarse del avión en España. Recuerdo todavía el día en el que Bernabeu invitó a mi padre y a mi madre al Parque de los Príncipes para ver el encuentro entre Vasco de Gama y Real Madrid. También recuerdo el homenaje de Ramón Mendoza a todos los veteranos en la década de los 80”.
Tras disolverse la selección vasca, Emilín cambió de aires y abandonó México rumbo a Argentina. Aunque pasó desapercibido, allí también siguió jugando al fútbol en San Lorenzo de Almagro. Allí coincidió en 1940 con otros futbolistas vascos que habían participado en la gira americana como José Iragorri, Ángel Zubieta o Isidro Lángara. Tanto Zubieta como Lángara, luego regresarían a España. Emilín decidió quedarse para siempre en América.
En ningún lado se menciona a Serafín Aedo
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Claro, nos hemos centrado en la historia de tres jugadores vascos del Real Madrid. No veo la necesidad de hablar de Aedo en esta pieza.
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