
Ocho integrantes de la escolta personal del general Miaja fueron detenidos en mayo de 1938 cuando preparaban su secuestro y posterior entrega a las autoridades nacionales. Corría el 13 de mayo de este año cuando varios miembros de la escolta de Miaja mantenían una acalorada discusión en el café Calonde de Madrid. Los militares no se percataron de la presencia junto a su mesa de cuatro individuos vestidos de paisano. Eran agentes del SIM (Servicio de Información Militar), un cuerpo de élite dentro del Ejército del Centro que se encargaba de controlar el espionaje enemigo en todo el territorio republicano. Su trabajo en aquella cafetería consistía exclusivamente «en escuchar». Desde hacía semanas habían recibido el soplo de que en el café Calonde se reunían miembros d la Quinta Columna, es decir, los partidarios de Franco que vivían emboscados en el Madrid. Este soplo hizo saltar las alarmas de los espías republicanos que tardarían muy poco tiempo en comprobar que aquellos quintacolumnistas eran, en realidad, miembros de la escolta de Miaja.
Durante semanas el SIM reforzó la seguridad del Café Calonde y todos los escoltas del general fueron sometidos a discretos seguimientos mañana, tarde y noche. El 13 de mayo la mayoría de los investigados volvieron a reunirse en el local. En esta ocasión, los siete hablaban en voz baja sobre los detalles que tenían que ultimar para el plan llegara a buen puerto. Ángel Gallego, ayudante del chófer de Miaja y mecánico de profesión, llevaba la voz cantante. Cuando Miaja se desplazara al frente de Guadalajara para animar a las tropas, ellos pondrían en marcha el plan. Manuel Fuentes Castro, el conductor del Fiat de Miaja atravesaría con el vehículo del General las líneas enemigas y si fuera necesario, sus otros dos acompañantes en el vehículo le encañonarían con sus armas. Los motoristas que daban escolta al coche del militar también estarían implicados y atravesarían con sus motos las líneas enemigas gracias a la implicación de la Guardia de Asalto en el asunto.

La pregunta que se hará el lector es, ¿cómo llegarían al campo enemigo sin ser recibidos a tiros? Los nacionales estarían avisados del día y la hora del plan. Desde hacía varios meses Ángel Gallego estaba en contacto con varios individuos de la Falange clandestina en Madrid que serían los encargados de facilitar los detalles del secuestro a la inteligencia franquista.
Conociendo ya el complot, el SIM decidió poner punto final a la reunión y una treintena de agentes irrumpieron en el local para detener a los militares. Esta es la lista oficial de los detenidos aquel 13 de mayo de 1938:
– Ángel Gallego, ayudante del chófer de Miaja y mecánico de profesión. Toda su familia estaba en zona nacional. Se pone en contacto con la Quinta Columna ofreciéndose a colaborar con sus informaciones y también con el socorro blanco.
– Román Cantos Solada, fotógrafo de profesión y forma parte del equipo de cocina personal de Miaja. Vive, al igual que el general, en el Ministerio de Hacienda. Casi toda su familia está en zona nacional y su tío, agente de policía, fue detenido por antifascista durante los primeros días del alzamiento.
– Manuel Fuentes, chófer personal de Miaja. Teniente del cuerpo de tren y natural de Orense. Vive en la calle general Oraa.
– Pedro Tiemplo. Soldado conductor del general Cardenal.
– Fermín Linares. Sargento del 8º Batallón y natural de Jaen. En el momento de su detención lleva una fotografía de un guardia civil. Es su padre, uno de los guardias civiles que defendió el Santuario de Santa María de la Cabeza.
– Ricardo Araujo, soldado de la compañía de rápidos y afiliado a la UGT.
– Enrique Villanova Gata, guardia de asalto, motorista. Pertenece a la 1º Compañía Mecanizada de Asalto. 27 años. Su padre, Comisario de Policía, se encuentra exiliado en Paris.
– Emilio Campos Contreras, guardia de asalto motorista, perteneciente a la 1º Compañía Mecaniza. Sus compañeros le llaman el bigotes.

Todos los detenidos fueron interrogados meticulosamente y maltratados por el SIM en su sede del Ministerio de la Marina. El mismísimo Ángel Pedrero, responsable del SIM del Ejército del Centro, se encargó personalmente de realizar algún interrogatorio antes de que los detenidos pasaran a disposición judicial. En un primer momento solo Ángel Gallego reconoció sus intenciones aunque más adelante, todos terminarían cantando. A mediados de mes casi todos pasaron a disposición del juez y serían condenados a grandes penas. Gallego, por ejemplo, fue condenado a muerte aunque después su pena sería conmutada. A Enrique Villanova y Emilio Campos les condenarían a más de diez años de internamiento en un campo de trabajo.
Javier Cervera, en su libro ‘Madrid en guerra, la ciudad clandestina’ reconoce que tuvo la oportunidad de charlar con Román Cantos, uno de los implicados en el frustrado complot de secuestro quién le reconoció que la operación se hubiera llevado a cabo de no haber sido por Ángel Gallego que se asustó y delató a todos sus compañeros. En cualquier caso, esta intentona de secuestro por parte de la escolta de Miaja es una demostración más del descontrol que se vivía dentro del Ejército Republicano ¿Cómo es posible que casi todos los escoltas de Miaja tuvieran a sus familiares en zona nacional y este hecho no levantara sospechas? Por cierto, el guardia de asalto, Enrique Villanova no cumplió prácticamente su condena a diez años de trabajos forzosos ya que se escapó en el mes de noviembre de 1938 de la cárcel de la calle Farmacia.