El crimen de la calle Legalidad: muerte de un infiltrado

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El capitán León Narwicz antes y después de su asesinato

En la primavera-verano de 1937, la Guerra Civil Española se había convertido en una guerra de espías, liderada por los servicios de información de los dos bandos y con una fortísima influencia de la inteligencia soviética. En estas fechas, el Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM) estaba siendo barrido del mapa por el NKVD, con el beneplácito del gobierno de Negrín. El asesinato de Andreu Nin por agentes comunistas fue la gota que colmó el vaso para los trotskistas que decidieron dar un golpe de efecto semanas después de la desaparición de su líder.

El capitán polaco de las Brigadas Internacionales León Narwicz se había convertido en todo un especialista de la infiltración. Desde casi el inicio de la Guerra Civil había formado parte del NKVD soviético infiltrándose dentro de organizaciones clandestinas de la Falange haciéndose pasar por alemán simpatizante del alzamiento. De manera encubierta consiguió ganarse la confianza de algunos de los líderes falangistas ocultos en Cataluña, por lo que consiguió la detención de muchos de ellos a manos del SIM (Servicio de Información Militar) de la República.

Con los acontecimientos de mayo de 1937, los responsables del NKVD y del SIM, instituciones para las que trabajaba Narwicz, le pidieron que tratara de infiltrarse en el POUM para detectar y controlar a individuos sospechosos. Durante varios meses se hizo pasar por trotskista, consiguiendo hacer un gran número de fotografías a los líderes de esta formación, imágenes que posteriormente eran remitidas a los responsables del Partido Comunista.

Gracias a sus tareas de infiltración, Narwicz logró detener al menos a 40 líderes del POUM en Cataluña. Sin embargo, algo empezó a fallar cuando trató de infiltrarse en un grupo revolucionario alemán dentro de las Brigadas Internacionales que simpatizaba con el POUM. Sin saber demasiado bien como, algún miembro del POUM consiguió averiguar que en realidad Narwicz trabajaba para los comunistas como agente infiltrado. Los trotskistas que aún quedaban en la calle decidieron tenderle una trampa que se materializó en febrero de 1938. El día 10 de este mes, un anónimo le hizo llegar a su despacho un mensaje diciéndole que necesitaba verle esa noche para darle una información muy importante. El lugar acordado para el encuentro era un descampado de Barcelona situado en la calle Legalidad. A la hora acordada y siempre provisto de su pequeña pistola de agente del SIM, Narwicz llegó puntual a la cita. Se presentó en la calle Legalidad completamente solo; un error que sería letal para él.

SUMARIO
Investigación abierta tras el asesinato de Narwicz

Mientras esperaba a su informador anónimo un grupo de acción del POUM, que conocía perfectamente sus movimientos, se presentó en el lugar del encuentro, descerrajándole tres tiros de arma corta en la cabeza. Lluis Puig y Alberto Masó, ambos miembros del POUM fueron los encargados de dirigir la operación de su asesinato. Pocos minutos después  unos milicianos que patrullaban cerca encontraron su cadáver. Un sereno que también patrullaba por allí aviso a la Policía.

El archifamoso policía comunista Julián Grimau fue el encargado de investigar el asesinato de Narwicz, individuo al que conocía muy bien por haber trabajado juntos algún tiempo durante los primeros compases de la Guerra Civil. Fruto de sus investigaciones fueron detenidas más de diez personas acusadas de haber asesinato al capitán polaco. Hombres como Adolfo Carnini, Jaime Fernández y Teodoro Sanz entre otros fueron sometidos a durísimas torturas en la Checa de la Puerta del Ángel durante más de un mes. Alguno de los arrestados llegó a confesar el asesinato sin haber participado en el fruto de la violencia con la que eran golpeados los detenidos, obligados prácticamente a confesar el asesinato. Un danés del POUM, llamado Aege Kjelso consiguió fugarse de este centro de detención y escapar de su fusilamiento ya que fue condenado a pena de muerte por los sucesos de la calle Legalidad. Muchos años después, un periodista danés ha realizado una fabulosa investigación que ha plasmado en un libro que se ha publicado este mes de noviembre.

Hay algunas versiones que aseveran que el capitán polaco, en realidad no fue asesinado en Barcelona, sino que fue purgado en la Unión Soviética años más tarde. Esta teoría tiene poco empaque ya en los archivos de la Generalitat existe realmente un sumario judicial que en su día se abrió contra sus presuntos asesinos acusados de haberle matado a tiros.

El asesinato de la calle Legalidad de Barcelona fue mucho más que un ajuste de cuentas del POUM. Fue sin lugar a dudas un reflejo de lo que vivía la España republicana en el invierno de 1938; lo que tenía que ser un bando unido y cohesionado para vencer a los franquistas, se había empezado a convertir en un conglomerado de distensiones, a causa en muchos casos de los servicios secretos comunistas.

Este asesinato de la calle Legalidad de Barcelona no debe confundirse con el que se produjo en este mismo lugar algunos años más tarde. En 1949 una famosa prostituta barcelonesa llamada Carmen fue asesinada en el mismo descampado en el que fue descerrajado Narwicz. El crimen de la prostituta, al igual que el del capitán polaco del SIM, nunca se pudo resolver.

Bibliografia

– Los asesores soviéticos durante la Guerra Civil. Jose Luis Alcofar Nassaes.
– La Guerra Civil Española. Hugh Thomas
– El terror stalinista enBarcelona. Ed La Torre
– Revista danesa Mooodfraf.dk

3 comentarios

    • Estimado Agustín. Muchas gracias por su mensaje. Totalmente de acuerdo. Este artículo ignora sus trabajos sobre el capitán Narwicz, entre otras cosas porque es un reportaje que escribimos hace más de diez años cuando nuestro blog estaba alojado en otro hosting. Siento no conocerle ni personalmente ni su obra. Seguramente usted tampoco conoce los trabajos que llevamos tiempo realizando sobre las actuaciones del SIM barcelonés o las actividades del NKVD en la Ciudad Condal. O nuestros estudios sobre los grupos quintacolumnistas en Cataluña o las investigaciones que hicimos en su día sobre Julian Grimau al que seguramente conocerá muy bien. Lo dicho, no tengo el gusto de conocerle y entiendo su enfado porque otros investigadores no han citado su obra. Espero que les pida explicaciones. Yo he citado en mi artículos a algunos de ellos porque sí he leído su obra. Insisto, no conozco la suya así que difícilmente puede tener cabida en mi blog. De haberle conocido posiblemente le hubiera citado en mi reportaje, eso sí, previa lectura de su obra. No olvide usted, estimado Agustín, que no somos unos recién llegados al mundo de la investigación histórica y contamos, seguramente, con las mismas fuentes archivisticas que usted. Sí, sabemos buscar en los archivos. En cualquier caso, ahora que ya conozco el nombre de alguno de sus libros, es posible que adquiera alguno de ellos porque su temática me resulta de interés. Un saludo muy cordial de Alberto Laguna.

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      • Respuesta a Alberto:
        Estimado Alberto. Muchas gracias por tu comentario. Lamento la tardanza en responder, ya que estaba en la Vall de Aran, subiendo y bajando montañas con mi nieto, lejos de mis papeles y en un ambiente familiar y distendido, que no me permitía ni tan solo una redacción rápida, que hubiera sido descuidada e inmerecida.
        Aprecio lo que vale tus divertidas ironías y sarcasmos. Te aseguro que me he reído a gusto. Y no quiero enzarzarme en vanas discusiones, ni ahondar en una serie de malentendidos que no conducen a ninguna parte. Tampoco incidiré en la necesidad que algunas veces me aprieta de responder a los constantes plagios que me acosan, y que suelo pasar por alto porque me arrebatan un tiempo que prefiero dedicar a la investigación.
        La clave de todos esos malentendidos, mi querido Alberto, reside en un mutuo desconocimiento que espero romper y remediar a partir de ahora.
        El reportaje sobre Narwicz escrito hace diez años por tí y otros, citaba muy mal un libro mío, titulado *El terror estalinista en Barcelona*, con error de la editorial (que no era Ediciones de la Torre, a no ser que se refiriera al libro *Documentación histórica del trosquismo Español*) y que, en todo caso, no citaba al autor: Agustín Guillamón, ni tampoco correctamente a la editorial: Aldarull.
        Admito desconocer tus trabajos sobre el SIM y la NKVD en Barcelona, por los que estoy muy interesado, y que me gustaría me señalaras detalladamente. Yo estoy investigando los servicios de información y espionaje de Escorza y Eroles
        Por mi parte, permite que te señale el libro colectivo *Biografias del 36,* editado por Descontrol (2016), en el que diversos autores tratan las biografías de Landau. Kielso, Davoust, Rous, Munis, Adolfo Carlini, Jaime Fernández, Bejamin Péret, Mary Low, Juan Breá, y, entre otros más, de Leon Narwicz
        Puedes consultar algunos artículos míos, publicados en la web SER HISTORICO, aquí:
        https://serhistorico.net/author/agustinguillamon/
        De entre esos artículos espero que te interesa especialmente el dedicado a Narwicz, aquí:
        https://serhistorico.net/2019/08/30/leon-narwicz-ca-1918-1938/
        También me permito recomendarte algunos artículos editados en SER HISTORICO, firmados por Philippe Bourrinet y Paolo Casciola.
        Finalmente, espero que este primer contacto, un tanto disparatado, producido por la reproducción de fotos de la web Guerra-en-Madrid, en mi artículo sobre Narwicz, publicado en SER HISTORICO, sea ocasión para el inicio de una sincera amistad y colaboración.
        Recuerdo y conservo la carta que Pierre Broué me dirigió, pocos meses antes de su muerte, en la que me comunicaba eufórico que había descubierto en unos archivos alemanes unos papeles irrefutables que demostraban su nacionalidad polaca (y no la nacionalidad rusa que entonces se le atribuía). Y muy ufano me detallaba que el nombre correcto era Leon Narwicz, sin acento en León, porque en polaco no lleva acento. Por eso, cuando leo en algún trabajillo, más o menos plagiado, que alguien escribe aún Liev Narwich se me ponen los pelos de punta, al rememorar la pasión de Pierre.
        Permíteme, pues, que muy cordialmente te corrija que no es Carnini, sino Adolfo CARLINI, seudónimo español del militante italiano Domenico Sedran.
        Saludos fraternales de Agustín Guillamón.

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