La falsa embajada de Siam, una trampa mortal para derechistas

EMBAJADA GUERRA CIVIL
Una embajada durante la Guerra Civil Española

A buen seguro que el nombre de Alfonso López de Letona no le sonará demasiado a la gran mayoría de los lectores de www.guerraenmadrid.com . Solo encontrarán de él algo de información a través de webs de la Memoria Histórica en las que se recuerda que fue “represaliado por el franquismo” al término de la Guerra Civil o en blogs especializados como http://bremaneur.wordpress.com . En esta ocasión ‘Guerra en Madrid’ va a contar con pelos y señales su historia antes, durante y después de la guerra, así como la importancia que tuvo este siniestro personaje en la represión clandestina que realizó la CNT durante el otoño-invierno de 1936. La figura de López de Letona está indiscutiblemente ligada al maquiavélico plan de la falsa ‘Embajada de Siam’ en Madrid, un plan que pusieron en marcha los anarquistas más destacados de nuestro país con el objetivo de “acabar” con el mayor número de derechistas posibles.

Aunque pueda sonar contradictorio, antes de que empezara la Guerra Civil, López de Letona trabajaba para Antonio Goicoechea, líder del partido de la derecha monárquica ‘Renovación Española’. De hecho, no solo trabajaba para el famoso político (que en su día había sido Ministro con Alfonso XIII) sino que era uno de sus hombres de confianza, hasta el punto de que el 17 de julio de 1936 le acompañó en coche desde Madrid hasta una finca de Salamanca muy próxima a la frontera con Portugal. Goicoechea, consciente del riesgo que supondría suponer para él estar en la capital cuando se produjera la sublevación militar, le pidió a López de Letona que le llevara hasta la frontera con Portugal para ponerse a salvo. Esa misma noche, nuestro protagonista regresó a Madrid.

Pero centrémonos ahora en la figura de López de Letona antes de que estallara la Guerra Civil.  Sabemos que trabajaba para Goicoechea desde 1933, actuando en algunas ocasiones como “secretario particular” y en otras como “escolta”. Era habitual que en aquellos convulsos años treinta, los principales políticos estuvieran acompañados, cada vez que salían a la calle, por matones a sueldo o pistoleros.  López de Letona no era una excepción y casi siempre que iba junto a su jefe llevaba una Mauser del año 1920.

Curiosamente el 5 de junio de 1936, casi dos meses antes de que empezara la guerra, se abrió contra él un procedimiento judicial por “tenencia ilícita de armas”. Por estas fechas, y tras el nombramiento realizado por el propio Goicoechea, desempeñaba el cargo en Renovación de ‘Jefe de Grupos Especiales’, una especie de grupos de acción de jóvenes pistoleros del partido que estaban dispuestos a enfrentarse a tiros con otros jóvenes de izquierdas. Curiosamente, en 1934 López de Letona resultó herido por arma de fuego en el dedo tras un tiroteo en el Círculo Agrario de la Guindalera.

ANTONIO GOICOECHEA
Antonio Goicoechea, jefe de López de Letona antes de la Guerra Civil

No fue el único proceso que López de Letona tuvo que hacer frente antes de que empezara la contienda. Ya en el año 1934 se abrió un procedimiento contra él por un supuesto delito de estafa por una denuncia que le interpuso su cuñado, Vicente Silió Beleña, hijo de la mano derecha de Antonio Maura. Tres años antes, en 1931, también fue procesado por “robo, duplicidad, falsedad y estafa”. Tenemos a nuestra disposición parte del proceso al que fue sometido entonces en el que se dice que estaba domiciliado por aquel entonces en la calle Ramón de la Cruz número 63 de Madrid. Debía comparecer en noviembre de este año ante el Juzgado de Instrucción del Distrito de Buenavista, juzgado mandado por el juez Ursicino Gómez Carbajo.

Antecedentes por llevar armas y por estafa

Como pueden imaginar nuestros lectores, la fama de López de Letona antes de la Guerra Civil era paupérrima. Leamos a continuación la declaración que hizo un alférez de Caballería llamado José Blanes, que coincidió con él en Renovación Española antes de la contienda: “Le considero un ser absolutamente indeseable, traidor de sus propias ideas que ha cometido varias estafas en el extranjero por lo cual fue expulsado de Francia y Argentina”. En una línea similar, también hablaba de él un agente de Policía llamado Rogelio Aparicio que le conocía de antes de la guerra y que comentaba lo siguiente: “Es un estafador profesional y un gran falsificador, conocido habitual de la Brigada de Investigación Criminal”.

Durante los años previos a la Guerra Civil, López de Letona estuvo preso en más de una ocasión en comisarías y cárceles de Madrid coincidiendo con gente de lo más variopinta y con signos políticos radicalmente opuestos a los suyos. Fue en 1930 cuando conoció en la cárcel Modelo a Antonio Verardini, ingeniero de profesión, que al igual que nuestro protagonista estaba preso por estafa. Verardini, que había sido cabo de la Legión, años más tarde terminaría convirtiéndose en un miembro destacado de la CNT y una de las personas de confianza del mismísimo Cipriano Mera.

Todos estos datos nos ayudan a comprender un poco mejor quién era Alfonso López de Letona, un joven que en 1936 tenía 27 años y que procedía de una familia de clase alta con un importante pasado militar. Su padre, César López de Letona Lomela había sido Coronel de Caballería del Regimiento de los Usares de Pavía número 9 y dos de sus hermanos también habían seguido su tradición militar. Asimismo, tenía una hermana religiosa en la orden del Sagrado Corazón y otra, la que anteriormente mencionábamos, que estaba casada con el historiador Vicente Silió.

Pero volvamos de nuevo a la figura de López de Letona en los prolegómenos de la Guerra Civil Española. Como antes hemos dicho, tras dejar a Goicoechea en la frontera con Portugal, regresó hasta Madrid donde le sorprendió el alzamiento militar. Consciente de que su vida podía correr peligro por haber militado en Renovación Española, se escondió por recomendación de Goicoechea en el domicilio del Conde de Arcentales, situado en la calle Zurbano número 21, donde más adelante se establecería la Embajada de Turquía. Según la versión del propio López de Letona en su Consejo de Guerra, abandonó su refugio el 22 de agosto de 1936 al enterarse de que la cárcel Modelo había sido asaltada y que se había puesto en libertad a los presos comunes. Dijo que decidió salir a la calle pensando que por tener una ficha con antecedentes en la Dirección General de Seguridad, podría alegar su pasado carcelario en el caso de ser identificado por las patrullas de milicianos que por aquel entonces campaban a sus anchas en Madrid.

Se marchó a vivir a casa de su hermana en el número 87 de la calle Lista, bajo izquierda, pensando que a partir de ahora estaría “mucho más tranquilo”. Según diría en su Consejo de Guerra, el día 6 de noviembre de 1936 su hermana recibió la visita de Antonio Verardini, solicitando a ésta, “ante la inminente entrada del Ejército Nacional en Madrid”, que le refugiara. Según esa declaración, a partir de ese momento ambos (Verardini y López de Letona) empezaron a trabar amistad. Desde nuestro punto de vista es una declaración bastante inverosímil. ¿Cómo es posible que se hicieran amigos por estas fechas si se conocían desde más de cinco años y se movían en ambientes similares del mundo de las estafas? Es más que probable que los dos ya fueran amigos antes de empezar la Guerra Civil y que López de Letona le invitara a refugiarse allí ante la inminente llegada de las tropas franquistas.

VERARDINI
Antonio Verardini durante la Guerra Civil

En cualquier caso, parece cierto que Verardini pretendía cubrirse las espaldas en casa de la familia López de Letona para cuando las tropas de Franco entraran en Madrid. Por aquel entonces, él era Comandante de las Milicias Confederales de la CNT y estaba muy bien relacionado con determinados ámbitos del Ministerio de la Guerra. Pasado el peligro y después de que los franquistas fueran frenados a las afueras de Madrid por la Junta de Defensa, Verardini se marchó de su refugio en la calle Lista prometiéndole a su amigo López de Letona que “cuidaría de él”. Y eso hizo. El 2 de diciembre de 1936, Verardini se presentó en el domicilio de Lista junto a un individuo llamado Manuel Penche para reiterarle su compromiso de “cuidarle” por la amistad que ambos tenían. Le invitó a que le acompañara al Ministerio de la Guerra para hablarle de algunos asuntos.

López de Letona acompañó a su amigo hasta el Ministerio, accediendo ambos a un despacho en el que había un cartel que ponía ‘Servicios Especiales’. Allí se encontraba un tipo enjuto, con gafas grandes que se llamaba Manuel Salgado Moreira, que por aquel entonces desempeñaba el cargo de Jefe de esa unidad del Ministerio de la Guerra. Tras el saludo protocolario, le dijo que a López de Letona que conocía su “ideología política, contraria al sistema republicano”, sin embargo le comentó que “había llegado la hora de rectificar los errores pasados y ayudar a la causa del pueblo”. Nuestro protagonista asistió y se comprometió a colaborar desde ese instante con los Servicios Especiales del Ministerio de la Guerra.

Ese mismo día, López de Letona le facilitó un volante en el que hacía constar que prestaba servicio en el Departamento de Servicios Especiales y ordenaba a las Milicias de Retaguardia que lo consideraran como un agente. Se puede decir que desde el instante en el que aceptó el volante de Salgado Moreira, nuestro personaje se cambió de bando y decidió traicionar a los que habían sido en el pasado sus compañeros de fatiga.

A partir de ese día de otoño de 1936, López de Letona trabajó codo con codo con Verardini que era realmente el jefe en la sombra de los Servicios Especiales. Junto a ellos también trabajaban otros tipos llamados César Ordax Avecilla, Manuel Penche, Bernardino Alonso, Pedro Orobón y una mecanógrafa rubia llamada Manolita.

Uno de los primeros servicios que realizó López de Letona ya como miembro de los Servicios Especiales fue practicar unas detenciones de unos jóvenes que se encontraban escondidos en una casa de la calle Pontejos. Se escondían porque simpatizaban con las derechas y no querían ir al frente tras ser llamada su quinta. Nuestro hombre alegó antes de ir a detenerles que no podría llevar a cabo los arrestos porque “no era policía” y no sabía cómo llevarlos a cabo. Finalmente terminó accediendo tras las presiones de Verardini que fue quien dirigió la operación. En la intervención, se detuvo a dos chicos de veinte años que estaban escondidos en un tercer piso y a otros tres que se encontraban en el sótano.

La puesta en marcha de la embajada

Según la versión que delataría López de Letona tras la Guerra Civil, cierto día de diciembre Verardini le habló de la posibilidad de “montar una falsa embajada en Madrid” pues tenía noticias de que los refugiados en otras embajadas de la capital se encontraban armados y dispuestos a apoderarse de centros oficiales en cuanto Franco iniciara su ofensiva final. En ese instante, al protagonista de este artículo se le ocurrió establecer ese falsa embajada en el hotel del padre de su cuñado que estaba incautado por la CNT, y se encontraba situado en el número 12 de la calle Juan Bravo. Esta idea le pareció magnífica a Verardini que le ordenó que se presentará en el citado edificio, vestido con uno mono y un gorro de guardia de asalto, para preparar lo que días más tarde se conoció como la ‘Embajada de Siam’.

SALGADO MOREIRA
Manuel Salgado Moreira, jefe del contraespionaje republicano

Antes de empezar a recibir refugiados, el hotel fue preparado con medios técnicos para escuchar las grabaciones de las personas que allí se escondieran. En el comedor se instaló un micrófono que conectaba con una habitación del piso de arriba que estaba reservada para Verardini y López de Letona. El propio Verardini se haría llamar Gerard y se haría pasar por Secretario General de la Embajada de Siam’. Su cargo subalterno dentro de la legación sería Manuel Penche, el chófer de la misma un tal Emilio y la cocinera una chica joven cuyo novio era un teniente asturiano de la CNT que formaba parte del grupo ‘Los dinamiteros de Asturias’.

Sabemos que una veintena de personas, en su mayoría derechistas, se refugiaron en la falsa Embajada de Siam durante la primera quincena de diciembre de 1936 que fue cuando funcionó realmente. Valiéndose de sus relaciones con personas de derechas a las que conocía de antes de la guerra, López de Letona hizo creer a varios conocidos (aristócratas y burgueses en su mayoría) que si se refugiaban en la Embajada de Siam estarían mucho “más seguros que en la calle”. Fue el caso del militar Pascual Fernández Aceytuno, que se encontraba preso en la cárcel de Ventas. Con la autorización de Salgado Moreira, López de Letona consiguió ponerle en libertad gracias a un aval del Ministerio de la Guerra y le llevó junto a su familia a la Embajada de Siam en un coche del ministerio. López de Letona también trasladó en su coche a otros dos conocidos Fernando Guillis y José María Reus Ruiz de Velasco.

Al parecer, el 8 de diciembre 1936 el General Miaja, presidente de la Junta de Defensa de Madrid por aquel entonces, tuvo noticias de que los Servicios Especiales habían puesto en marcha la operación ‘Embajada de Siam’ sin su consentimiento. Para el archifamoso general esta estratagema de la CNT le parecía algo “terrorífico” y dio la orden inmediata de cerrar en hotel de la calle Juan Bravo. Salgado Moreira, reunió a Verardini y López de Letona para comunicarles que Miaja estaba al corriente del plan y que ambos tendrían que dirigir el asalto a la falsa embajada para acabar con el plan establecido.

Sobre las 21.00 del 8 de diciembre, dos camiones llenos de milicianos anarquistas aparcaron justo a la Embajada de Siam, accediendo posteriormente a la falsa embajada. Los más de veinte refugiados y sus familias fueron detenidos de una manera inmediata y trasladados a un centro de detención de la CNT situado en el Palacio del Duque de Tamames. Al frente de esta especie de checa anarquista se encontraba un individuo que se hacía llamar Comandante Tárregas. Según López de Letona, escuchó una conversación entre Tárregas y el dirigente anarquista Eduardo Val en la que decía que a las 24.00 del 08 de diciembre ya habían sido “paseados” varios de los refugiados en la Embajada de Siam.

Desconocemos si fueron asesinados todos los refugiados, sin embargo, sí que podemos dar los nombres de los que sí aparecieron cosidos a balazos en un descampado de Fuencarral dos días después del asalto a la Embajada de Siam: José María Reus Ruiz de Velasco, Abdon López Turrión, Fernando Guillis Merceded, Manuel Laguna Alfonso, Francisco Barnuevo Sandoval y Enrique Larroque Echeverría. Según reconoció López de Letona, un grupo anarquista llamado ‘Campo Libre’ fue el encargado de realizar ejecuciones tras las órdenes que daba directamente el Centro de la CNT del Palacio del Duque de Tamames.

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Imagen actual del Palacio del Duque de Tamames en Madrid

Después la Guerra Civil, López de Letona trató de responsabilizar de los crímenes cometidos en la Embajada de Siam a un infiltrado que tenían los Servicios Especiales entre la gente de derechas. Se trataba de José González y antes de la Guerra Civil también había formado parte de Renovación Española.

Su marcha al frente de batalla

La historia de López de Letona como agente de la inteligencia republicana fue más bien corta. A finales de 1936 le pidió a Verardini abandonar la retaguardia para incorporarse inmediatamente al frente de batalla. Fue destinado con la graduación de Capitán de Estado Mayor de la CNT al Cuartel General de Klever que estaba situado en el Palacio de El Pardo ¿Qué motivos tenía para querer abandonar su plácida vida en Madrid? Barajamos dos opciones. O bien quería aproximarse lo máximo posible al frente para desertar o bien la CNT quería infiltrarlo en una unidad de vanguardia para informar a los Servicios Especiales de los pasos de los comunistas, enemigos de los anarquistas pese a luchar en el mismo bando.

Después de prestar servicios de carácter militar en El Pardo, el 2 de enero de 1937 fue incorporado al Estado Mayor de Nino Nanetti, el mítico comandante comunista que moriría unos meses más tarde en Santander. Junto al italiano estuvo apenas cinco días, participando de una manera muy activa en la Tercera Batalla de la Carretera de la Coruña. Sin embargo, sus circunstancias cambiaron por completo el 7 de enero de ese año.

Aquel fatídico día López de Letona fue detenido en pleno frente de batalla por la Brigada Especial, acusado de espionaje. Al parecer un soldado de la Brigada de Nanetti que trabajaba como barbero, conocía a López de Letona de antes de la guerra y sabía que simpatizaba con los derechistas. Tras la denuncia de este soldado, el protagonista de nuestra historia fue detenido y trasladado desde el frente de batalla hasta la capital por dos pesos pesados de la seguridad republicana: el comisario jefe Fernando Valenti, responsable de la Brigada Especial y el mismísimo Teodoro Illera Martín, comisario de Policía de Madrid. La inocente acusación del barbero de su unidad se convertiría más adelante en todo un complot contra López de Letona al que varios dirigentes comunistas acusaban de “organizar desde el frente de la Sierra expediciones de evadidos a zona nacional y de falsificar documentos para la CNT”.

López de Letona trató de explicar a sus captores que no era ni mucho menos un espía de los nacionales sino que en realidad estaba trabajando como agente a favor de la República. De hecho, alegó en su favor los servicios que había prestado para los Servicios Especiales del Ministerio de la Guerra y su papel para desenmascarar a derechistas en la falsa Embajada de Siam. Pese a todo estuvo unos días en los calabozos del ‘Batallón Octubre’ y más adelante pasó a una celda de la Dirección General de Seguridad. Una vez allí, pidió de manera espontánea una máquina de escribir para hacer confidencias. Según explicó José Cazorla en 1940 ante la Causa General, López de Letona hizo una “amplia declaración explicando sus servicios como confidente en una embajada y la creación junto con Verardini de la falsa embajada de Siam”. Sería trasladado ya en febrero de 1937 a la cárcel de San Antón, afiliándose días antes de su ingreso al PCE por “presiones” del propio Cazorla, que desempeñaba el cargo de consejero de Orden Público de la Junta de Defensa de Madrid.

Diario de Ameria 16 abril 1937 Lopez Letona
Abril de 1937. Artículo del Diario de Almería

Al parecer, una vez dentro de la prisión, López de Letona se ofreció a sus guardianes para ser confidente e informar a las autoridades del comportamiento del resto de internos. Inicialmente la República no le dio demasiada importancia al ofrecimiento de nuestro hombre, sin embargo, a los pocos días se pasaron por la cárcel el comisario Fernando Valenti y un ciudadano portugués apellidado Ibeas. Ambos le ofrecieron un escrito para que lo firmara, ofreciéndole, a cambio de su libertad, que denunciara como “fascistas” a Antonio Verardini, Manuel Salgado Moreira y César Ordax Avecilla, curiosamente los tres fueron los encargados de impulsar la falsa embajada de Siam.

López de Letona firmó inicialmente el documento, aunque luego se retractaría ante el juez militar Erol alegando que había sufrido coacciones durante su detención. De hecho, escribió la siguiente carta a Verardini explicando el documento que le habían obligado a firmar:

“Querido Antonio: Hoy hago 70 días de detención, me han traído para firmar unas declaraciones que no se parecen en nada a las que presté y en las que aparecen los siguientes cargos. Que tu combinación con Bonilla pensabais instalar nuevas embajadas y sacar dinero. Que or la de Siam habías sacado a los allí refugiados unas cuatro mil y pico pesetas. Y que cuando esta ceró, los huéspedes habían sido fusilados por la CNT que los sacó en una camioneta. Hablan de que pertenecía a los Servicios Especiales del Ministerio de la Guerra a las órdenes de un tal Salgado y un tal Pedro Labón. He sido forzado a firmar todo esto y me apresuro en tu conocimiento por si fuera una maniobra del Partido Comunista (Cazorla) contra la Confederación (CNT). Un fuerte abrazo de tu compañero Alfonso”. 

Esta denuncia y posterior rectificación desencadenó una guerra sin precedentes en la prensa entre los periódicos que apoyaban a la CNT y aquellos que simpatizaban con el PCE. A nuestro hombre se le instruyó un sumario “por alta traición y espionaje”, cuyo instructor fue el juez Mariano Luján, magistrado que en algunos casos ayudó a algunos miembros de la Quinta Columna de Madrid.  El juicio contra él fue seguido con intensidad por los medios de comunicación republicanos que pronto empezaron a especular sobre si López de Letona trabajaba realmente como agente de inteligencia de los anarquistas. Las presiones fueron tan grandes que el propio Salgado Moreira (jefe de los Servicios Especiales) desmintió en algunos periódicos que López de Letona trabajara como agente infiltrado de los anarquistas.

Alfonso López de Letona fue condenado a muerte por el tribunal republicano que le juzgó pero su pena finalmente le fue conmutada. Desconocemos hasta qué punto facilitó información de otros reclusos a la Brigada Especial, tan solo sabemos que siguió en prisión más de dos años, hasta marzo de 1939. Cuando se produjeron los enfrentamientos entre casadistas y comunistas en el tramo final de la guerra, nuestro protagonista fue puesto en libertad e hizo vida normal hasta que los nacionales entraron en Madrid.

Los días 11 y 12 de abril de1939 los principales periódicos de Madrid, ya controlados por Franco, publicaron una amplia lista de los presos que se encontraban en las cárceles madrileñas cuando las tropas nacionales entraron y que habían conseguido la libertad. Uno de los nombres que aparecía en esas listas (pese a haber sido liberado con anterioridad) era López de Letona. El padre José María Reus, uno de los asesinados en la Embajada de Siam, leyó en el ABC el día 12 el nombre de Alfonso e inmediatamente acudió a la Comisaría de Chamberí de Madrid para denunciarle como posible “asesino” de su hijo. Este padre explicó con todo lujo de detalles como López de Letona había atraído a su hijo hasta la falsa ‘Embajada de Siam’ después de haber simulado haber hecho las gestiones para ponerle en libertad. También relató como a cambio de las gestiones se había embolsado 2.500 pesetas y requisado el vehículo familiar que se encontraba en un garaje del Centro de Madrid.

La policía franquista tras sus pasos

A partir de ese instante el SIPM (Servicio de Información y Policía Militar) empezó a investigar el comportamiento de López de Letona durante la Guerra Civil. Para ello, los agentes que llevaban el caso interrogaron a los familiares de las otras víctimas que habían muerto asesinadas en la falsa ‘Embajada de Siam’. Todas coincidían en lo mismo: Alfonso les había engañado (a algunos a cambio de dinero) y atraídos hasta una falsa embajada en Madrid de donde desaparecieron sin dejar rastro. Los policías franquistas intentaron dar con él pero no le localizaron hasta bien entrado el mes de mayo cuando fue arrestado en Salamanca por agentes del SIPM.

FIRMA LOPEZ DE LETONA
Firma de López de Letona tras la guerra

Sabemos que el 15 de mayo estaba en la cárcel de Salamanca a la espera de pasar a disposición judicial. Un mes más tarde, el 15 de junio, un juzgado militar reclamaba su presencia en la capital donde se iba a celebrar su Consejo de Guerra. El 17 de junio de 1939 cuatro Guardias Civiles le trasladaron en tren a Madrid, quedando recluido en la cárcel Porlier y más adelante en la prisión del Cisne.

El Consejo de Guerra contra él dictó finalmente pena de muerte. Su fusilamiento fue llevado a cabo tres años después de que terminara la contienda. Se produjo un 27 de enero de 1943 en el Cementerio Este de Madrid.

Fuentes consultadas

– Archivo Histórico Nacional (Causa General)

– Archivo Militar Paseo de Moret (Consejo de Guerra López de Letona y José Cazorla)

– Hemeroteca Nacional

– Biblioteca Prensa Histórica

– ‘El terror rojo’, Julius Ruiz

– ‘La ciudad clandestina’, Javier Cervera

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