
Manuel Fernández Alvar fue el primer periodista que cayó durante la Guerra Civil. El paso de los años ha eclipsado su apasionante historia, no solo durante la contienda española sino también en épocas anteriores. Antes de aquel fatídico 23 de julio de 1936, Manolo Alvar (como le conocían) había tenido una vida plagada de aventuras. Fue uno de los pocos periodistas que pudo entrevistar a Lenin Moscú, ciudad en el que se llegó a alistar en el Ejército Rojo durante un breve espacio de tiempo.
Sus críticas hacia el autoritarismo bolchevique y su vinculación a la CNT propiciaron su encarcelamiento en una prisión rusa el 13 de octubre de 1920. Solo permaneció allí un mes y medio ya que fue puesto en libertad e invitado a abandonar el país de manera inmediata. De no haber sido por la mediación de Fernando de los Ríos, Alvar hubiera permanecido en las checas soviéticas durante un tiempo indeterminado, lo que podría haber significado su muerte. Regresó a Francia, país en el que había residido desde joven, y se dedicó al mundo del cine trabajando para varios estudios de renombre tanto en Niza como en París.
En 1931, tras la proclamación de la II República, regresó a España. Participó en el Congreso Nacional de la CNT, aunque abandonaría la política de manera activa en 1933 para centrarse en el periodismo. Su relación con el Heraldo de Madrid fue muy estrecha y trabajó como enviado especial de éste y otros diarios en Francia e Inglaterra. También fue enviado, pese a sus comentarios críticos, a la Alemania de Hitler para hacer un seguimiento del auge del nazismo. También escribió crónicas desde Ginebra acerca de las políticas de la Sociedad de Naciones en relación con conflicto entre Italia y Etiopía. Unas semanas antes de la sublevación militar, Alvar mantuvo una acalorada discusión en Ginebra con unos periodistas italianos que apoyaban la intervención de su país en tierras africanas, lo que provocó un importante cruce de declaraciones entre la prensa de los dos estados.

Al estallar la Guerra Civil, Alvar se encontraba en Madrid. A sus 42 años era una de las plumas estrella del Heraldo de Madrid y como tal acudió a todos los escenarios donde se estaban produciendo los combates en la capital. Según consta en el ejemplar del Heraldo del 20 de julio de 1936, nuestro protagonista participó en la toma del Cuartel de la Montaña, ayudando a armar, de alguna manera, a las milicias que participaron en el asalto. Esta versión ha sido corroborada por otros periódicos de la época como El Liberal que aseguraba que se Alvar se había “distinguido notablemente en la toma del Cuartel de la Montaña”.
En cualquier caso, después de que la República se hiciera con el control de Madrid, nuestro periodista tomó la decisión de abandonar la capital y dirigirse hacia la Sierra de Guadarrama donde se estaban desarrollando combates encarnizados entre los sublevados y los partidarios del Frente Popular. Según cuenta la página https://heraldodemadrid.net , Alvar junto con otros periodistas izquierdistas del Heraldo, decidieron constituir las Milicias de la Prensa para “auxiliar” a las fuerzas republicanas que combatían en la sierra. Según relata esta web, en una ocasión llegaron a transportar un cargamento de bombas al aeródromo de Cuatro Vientos en un autobús de dos pisos incautado incautado, cantando la Internacional.
Más allá de esta anécdota, situamos a Fernández Alvar el día 23 de julio de 1936 en la localidad serrana de Guadarrama donde perdería la vida de forma dramática. Su muerte está repleta de contradicciones, al menos así lo reflejan los periódicos de a época. Algunos diarios como La Libertad o El Liberal aseguraban que había muerto “combatiendo a los facciosos” e incluso que se había internado en solitario en “territorio enemigo” donde había sido asesinado. Estas versiones vendrían a corroborar su implicación directa en la Guerra Civil como un miliciano más.

Sin embargo, esta visión choca con otras posibilidades que, a nuestro juicio, tienen una mayor credibilidad. Para poder informar a nuestros lectores con una mayor veracidad, hemos tenido que estudiar con detenimiento un artículo publicado por la revista Crónica el 9 de agosto de 1936, dos semanas después de la muerte de Alvar. El texto, firmado con Francisco Aguera Cenarro, reconstruye el viaje de este periodista de Crónica hasta la localidad de Guadarrama donde había muerto su compañero de profesión unas semanas antes. Recoge los testimonios de un grupo de guardias civiles y milicianos que fueron testigos, in situ, de la muerte de Alvar en la misma plaza del Ayuntamiento de Guadarrama. Leamos el testimonio de uno de los guardias civiles con los que se entrevistó Aguera:
“Fue allí. Entraba en el ayuntamiento acompañado del anterior alcalde y un obús explotó detrás de ellos. Mire el hoyo que hizo al estallar”
Las fotografías que muestra Crónica de la zona en la que pudo morir Alvar son espectaculares y recrean a la perfección la crudeza del ataque. Sigamos leyendo, en esta ocasión, la versión del periodista de Crónica:
“La emoción nos hace rendir al compañero caído, el tributo de un silencio que nadie propuso. Ninguno podíamos pronunciar palabra. El día antes habíamos estado con Manolo Alvar. Iba optimista y entusiasta a cumplir sus deberes de informador. Nos muestran unos cascos de metralla que encontraron junto a su cadáver. La pared del Ayuntamiento, el porche y la escalinata presentan grandes destrozos”.
Otro periodista de la revista Ahora, Leopoldo Bejarano, estaba presente durante el ataque y pudo confirmar la muerte de Alvar tras el ataque de la artillería franquista. El propio Bejarano recogió la documentación del cronista y se la entregó, unas horas más tarde junto a sus pertenencias, a los responsables del Heraldo de Madrid.
Si hacemos caso a la versión de Crónica, la muerte de Alvar tuvo lugar mientras desarrollaba su trabajo como cronista y no combatiendo (“fúsil en mano”) a las tropas de Franco como apuntan otros periódicos. Tras la pérdida, toda la prensa madrileña se hizo eco de la noticia y un gran número de diarios publicaron un obituario para recordar su memoria. Uno de ellos fue La Voz:
“Alvar, como hombre, era todo un temperamento apasionado, capaz, efectivamente, de coger un fusil para defender sus ideas. Como periodista era un informador vivo y experto, ducho, sobre todo, en las peripecias del reportaje de altos vuelos. Deja un libro sobre la Sociedad de Naciones verdaderamente admirable. Descanse en paz el querido compañero. A sus camaradas del Heraldo enviamos de todo corazón la expresión de nuestra condolencia”.
Aunque Fernández Alvar fue el primer periodista caído en el frente de batalla, unos días antes de su muerte fue asesinado otro joven informador. Fue el 21 de julio de 1936 cuando Alfonso Cernadas, cronista del periódico Casa del Pueblo, fue recibido a balazos nada más salir de su casa cerca de Vallecas. Unos militares rebeldes le tirotearon desde el Cuartel de Pacífico matándole en el acto.
Fuentes consultadas
- Hemeroteca Nacional. Diario Crónica 09.08.1036
- Hemeroteca Nacional. Mundo Gráfico 01.08.1936
- Hemeroteca Nacional. Heraldo de Madrid. 20.07.1936
- Hemeroteca Nacional. La Estampa. 24.07.1936
- Biblioteca Virtual Prensa Histórica. El Liberal. 24.07.1936
- Biblioteca Virtual Prensa Histórica. La Libertad. 24.07.1936
- Tesis universitaria de Rafael Cordero Avilés: “Periodismo y periodistas republicanos en el Madrid de la Guerra Civil”.
- Bajo el control obrero. La prensa diaria en Madrid durante la Guerra Civil. Tesis doctoral de Juan Carlos Mateos.
- https://heraldodemadrid.net
- filosofia.org