Auxilio Azul: las mujeres de la Falange que desafiaron a la República

FOTOGRAFIA 4. MARIA PAZ UNCITI
María Paz Martínez Unciti, fundadora de Auxilio Azul. Fotografía cedida al autor del libro por el Museo del Ejército d Toledo.

* Este artículo, es un fragmento del reportaje que escribieron los autores de esta web y del libro «La Quinta Columna» para el periódico El Mundo que se publicó el pasado 28 de abril. El lector puede profundizar mucho más sobre la actividad de las mujeres quintacolumnistas leyendo nuestra obra, editada por La Esfera de los Libros.

Los Servicios de Información de la República siempre estuvieron al acecho de la Quinta Columna. La gran mayoría de organizaciones que actuaron en la retaguardia republicana fueron desarticuladas gracias al trabajo de los infiltrados o agentes alborotadores. Sin embargo, hubo un grupo que se mantuvo intacto hasta el final de la guerra gracias a sus férreas medidas de seguridad. Se trataba de Auxilio Azul, una organización formada exclusivamente por mujeres falangistas cuya jefa, María Paz Unciti, murió en dramáticas circunstancias.

María Paz se había afiliado a la Falange dos años antes de que empezara la guerra. Se incorporó al partido falangista de la mano de José Antonio Primo de Rivera, que era amigo de su familia. Tras producirse la sublevación, esta joven ya contaba con cierta experiencia en el mundo clandestino. Desde que la cúpula de Falange había sido detenida en marzo de 1936, se vio obligada a trabajar en la sombra para su partido junto a otras mujeres de la Sección Femenina.

Pilar Primo de Rivera decía en su biografía que María Paz empezó a realizar actividades clandestinas para la Quinta Columna en agosto de 1936. Pese a tener tan solo 19 años, puso en marcha una improvisada pero eficaz organización que se dedicaba a buscar refugio seguro a militares y falangistas que se encontraban perseguidos por las Milicias de Vigilancia de la Retaguardia. También buscaba víveres y documentaciones falsas para hacer la vida más fácil a los familiares de los presos franquistas.

Las actividades quintacolumnistas de María Paz se torcieron drásticamente el 30 de octubre de 1936. Fue detenida por milicianos de la checa de Fomento mientras ayudaba a un chico, que resultó ser el cuñado de Julián Marías, a entrar en una embajada. Tras unas horas en esta checa, la fundadora de Auxilio Azul fue trasladada al cementerio de Vallecas donde fue asesinada junto a otras tres personas. Su cuerpo presentaba una “herida por arma de fuego en la cabeza”.

DOBLE PAGINA EL MUNDO
Artículo publicado en El Mundo por el autor de esta web y del libro el pasado 28 de abril / El Mundo

Carina Unciti, hermana de María Paz, recogió su testigo y asumió la dirección del grupo, reforzando las medidas de seguridad. Elaboró un complejo sistema de comunicación basado en células triangulares: cada integrante de la red solo conocía a dos mujeres de su triángulo salvo una de ellas que actuaba como enlace de otros triángulos. También elaboró unas estrictas normas de acción en las que prohibía a las otras falangistas “hablar de la organización más allá que con sus enlaces” o “saber más” de lo que les correspondía.

Las actividades de la organización fueron frenéticas hasta el final de la guerra. Una de sus agentes más brillantes se llamaba Enriqueta López Moncade, una funcionaria del Ministerio de Obras Públicas, que colaboraba con las quintacolumnistas pese a estar afiliada al Partido Comunista. Su filiación política y su enorme desparpajo ante los milicianos, permitió avalar y poner en libertad a decenas de falangistas que permanecían detenidos en las checas madrileñas.

Auxilio Azul también se dedicó a ofrecer misas clandestinas en diferentes lugares de Madrid sin levantar sospechas de las fuerzas de seguridad. A uno de estos lugares se le conocía como la “parroquia” aunque en realidad era una lechería situada en el número 46 de la calle Velázquez. El escritor y periodista falangista Tomás Borrás aseguraba que, durante la Semana Santa de 1938, allí se llegaron a congregar más de 500 personas en una misa celebrada en Jueves Santo.

La red contaba con otros tentaculos en la retaguardia madrileña. Dos mujeres vinculadas a esta organización llegaron a infiltrarse como mecanógrafas en el SIM, el servicio secreto de la República, y otras en la Cruz Roja Internacional donde obtenían víveres con facilidad. Carina Unciti y sus compañeras también pusieron en marcha un taller de corte y confección en la calle Barquillo que terminó convirtiéndose en el cuartel general del grupo. Allí se hicieron centenares de banderas de España y brazaletes de la Falange que se llegaron a exhibir en la capital horas antes de que entraran las primeras avanzadillas de Franco el 28 de marzo de 1939.

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