Los olvidados del Garraf: un crimen sin resolver desde 1938

Exhumación de los restos de los asesinados de Sitges y traslado a Montjuic / Imagen cedida Francisco Caballero

6 de abril de 1938. Una pareja de carabineros terminaba su ronda por la costa cuando uno de los agentes se percató de unas manchas de sangre. Las paredes del Puente de Vallbona estaban salpicadas con máculas de color rojizo cuyo rastro se podía seguir hasta la playa de Castelldefels (Barcelona). En la arena observaron varios montículos irregulares. No era la primera vez que los veían desde que estalló la Guerra Civil. Ambos carabineros tenían muy claro lo que tenían ante sus ojos. Excavaron ligeramente con sus manos y se encontraron con el primero de los cadáveres. Era un hombre joven -no tendría más de treinta años- y su tórax presentaba varios impactos de bala. También su cabeza. A todas luces alguien le había dado un tiro de gracia. Consiguieron desenterrar otros tres cuerpos más, pero la playa estaba atestada de cadáveres, así que uno de los dos agentes decidió trasladarse a toda prisa hasta su cuartel para dar cuenta a sus superiores del hallazgo y pedir refuerzos.

Jesús Campo ocupaba el cargo de sargento de Carabineros durante aquella primavera de 1938. Como jefe accidental del puesto del Garraf (1º sección, cuarta compañía) fue el primero en hacerse cargo de la investigación tras hallazgo de los cadáveres de la playa de Castelldefels. Después de recibir el aviso de sus subordinados, envió a la zona a todos sus efectivos disponibles para evitar que los curiosos merodearan junto a los cuerpos. Paralelamente dio aviso al juez popular de Sitges, Josep Serra Vivó, que se desplazaría horas después hasta el lugar de los hechos para proceder al levantamiento de los cadáveres.

LOS HECHOS

Según documentos que se encuentran depositados en el archivo del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, las primeras diligencias judiciales del juez Serra tuvieron lugar el 7 de abril de 1938, es decir, un día después del hallazgo de los cuerpos. Sin embargo, el juez no se desplazaría hasta las inmediaciones del Puente de Vallbona hasta un día más tarde. Lo hizo acompañado de su secretario judicial y del médico de Sitges Joan Ramón Benaprés Palet.

Antes de continuar con el relato queremos hacer un pequeño inciso. Tanto el juez Serra como el doctor Benaprés eran dos personas muy conocidas en todo el Garraf. El primero -vinculado a Esquerra Republicana y antes al PSOE- fue nombrado juez municipal de Sitges en mayo de 1934, aunque antes había sido fiscal durante la dictadura de Primo de Rivera. El segundo también era un personaje muy relevante, en cuya casa solían reunirse artistas e intelectuales de la época como Santiago Rusiñol o Diego Ruiz.

Puente de Vallbona, el lugar donde se produjeron los asesinatos en 1938 / Street View

Como decimos, tanto el juez Serra como el doctor Benaprés acudieron el 8 de abril a las 08.00h hasta el lugar exacto donde aparecieron los cadáveres. Según consta en diligencias judiciales, los cadáveres aparecieron en el punto kilómetro 312-200 de la vía férrea de la compañía MZA, en un terraplén que se dirigía hacia el mar. Sin embargo, es posible que el juez no señalara con exactitud el lugar ya que no cita en ningún momento el puente de Vallbona. Gracias a un buen amigo de este blog podemos decir que los cadáveres aparecieron muy cerca de un túnel que todavía existe, pero se encuentra rodeado de autopistas. Se trata de un túnel que conduce a Port Ginesta, justo al final de la playa de Calstelldefels aunque el término municipal corresponde a Sitges.

Se da la circunstancia de que el lugar donde aparecieron los cuerpos de los asesinados estaba muy cerca de numerosas fortificaciones republicanas que habían sido construidas en 1937 para evitar un posible desembarco franquista. Fortines, nidos de ametralladoras y cuarteles varios se encontraban a muy pocos metros del puente de Vallbona, el lugar donde a todas luces se cometieron los asesinatos. Leamos un fragmento de la descripción ocular que hizo el juez del escenario donde aparecieron los cuerpos:

«En el lugar se observa que la arena se encuentra removida y amontonada por lo que el señor juez dispone que sea practicada la oportuna excavación. El resultado es el hallazgo de diecinueve individuos que reconocidos por el médico titular certifica que son cadáveres y solicita que sean trasladados al depósito judicial para obtener una información más exacta. Considera que la fecha de la muerte es muy reciente y de forma violenta».

Siguiendo las indicaciones del médico, el juez Serra ordenó el traslado de los cuerpos hasta el depósito judicial situado en el cementerio de Sitges. Antes de que se efectuara el traslado pidió a los carabineros que registraran a cada uno de los cadáveres y enumeraran las pertenencias encontradas entre sus ropas. Lo que pretendía con este procedimiento era identificar a los asesinados antes de que se produjera su enterramiento.

El doctor Benaprés que practicó la autopsia a los asesinados / Pal Latorre

Según consta en las diligencias judiciales, una vez en Sitges el doctor Benaprés realizó la autopsia de cada uno de los cuerpos ayudado por otro médico de la zona llamado Rafael Pedrol i Mila. Este último era un veterano galeno local que antes de la guerra estuvo muy vinculado al partido político «Lliga Regionalista». Leamos un fragmento de la autopsia que hicieron estos dos médicos a algunos de los cuerpos hallados en las costas del Garraf:

«El cadáver con el número uno, presenta dos heridas por arma de fuego en la región frontal y una en la parte anterior del tórax. El cadáver número dos presenta una herida por arma de fuego en la región parietal derecha, dos heridas en el tórax y una en la parte alta del abdomen. El cadáver número tres presenta tres heridas por arma de fuego en la cara anterior del tórax. El cadáver número cuatro presenta una herida por arma de fuego en el abdomen y dos en la cabeza…»

Realmente, las autopsias de los cadáveres no aportaron demasiados datos a la investigación más allá de confirmar que los asesinados murieron por arma de fuego, algunos con disparos en las cabezas. Sin embargo, para nosotros es más importante destacar la descripción que hicieron los forenses y los carabineros de las pertenencias que encontraron entre las ropas de los asesinados. Gracias a esta descripción, la mayoría de los cadáveres pudieron ser identificados más adelante. Leamos ahora algunas de estas descripciones:

«El cadáver con el número uno presentaba un billete de diez pesetas, una camiseta de lana, el retrato de un niño con una indicación del día 26.12.1937, un librito de anuncio y cuatro cartas dirigidas a Josep María Coll Rovira. El cadáver número dos está vestido regularmente, lleva una billetera que contiene seis vales del preventorio judicial de Barcelona, dinero en metálico, papeles moneda del Ayuntamiento de Puigcerdá, una credencial de la Guardia Nacional Republicana, un escrito con un sello de la Brigada de Disciplina Social…El cadáver número cuatro presenta cuatro cartas firmadas por Maruja y dirigidas a un tal Fernando y una carta y un sobre firmado por Fernando Chavarri González…En el cadáver número cinco se encuentran veintisiete pesetas con billetes del Estado y seis reales con billetes del Ayuntamiento de Barcelona. Tres anotaciones con unos papeles y tres cartas a nombre de Jaume Abril y una libreta con apuntes».

En el registro civil de Sitges, se inscribió la defunción de los diecinueve cadáveres como desconocidos. También fueron enterrados de la misma manera en el cementerio de la localidad, posiblemente para no alargar demasiado los plazos ya que los cuerpos estaban empezando a descomponerse. Sí que sabemos que una vez enterrados, el juez Serra siguió investigando por su cuenta los asesinatos para poder identificar a cada uno de aquellos hombres algo que prácticamente consiguió. De hecho, justo después de que terminara la Guerra Civil, las autoridades franquistas ya conocían a la perfección la identidad de casi todas las víctimas del Garraf, gracias entre otras cosas, al trabajo realizado por el juez y por los médicos del pueblo.

Diligencia judicial de la inspección ocular / Tribunal Superior de Justicia

El lector a buen seguro que se preguntará quiénes eran esos diecinueve hombres que murieron asesinados en abril de 1938. También se preguntarán quiénes pudieron ser sus asesinos y que motivos se esgrimieron para fusilarles en el puente de Vallbona. Vamos a intentar responder a cada una de estas preguntas de una manera clara, concisa y objetiva. Para ello hemos utilizado un sinfín de fuentes documentales y orales que nos permitirán acercarnos lo máximo posible a la realidad.

Lo primero que vamos a hacer es explicar quiénes eran uno a uno los asesinados en el Garraf. Como podrá comprobar el lector, todos ellos estaban relacionados con la Falange y la mayoría pertenecía a una o varias organizaciones quintacolumnistas que fueron desarticuladas por el SIM republicano. De ellas hablamos en nuestro libro «La Quinta Columna» donde le dedicamos varios capítulos a la guerra clandestina que se libró en Cataluña.

LAS VÍCTIMAS

Jaime Abril Puig

Tenía 36 años cuando asesinaron a este comerciante originario de la localidad de Viladecans. Hemos podido reconstruir su historia gracias, sobre todo, al historiador local Manuel Luengo que ha publicado un sinfín de artículos, muchos de ellos publicados por la revista digital El Punt de Trobada. Jaime Abril perteneció a la Federación de Jóvenes Cristianos de Cataluña antes de ingresar en Falange. No está muy claro cuando empezó a militar en el partido de José Antonio, pero según declaraciones de su viuda (Cándida Rosell Basagaña) en la Causa General, «su marido estaba afiliado a Falange y era uno de los pocos hombres dignos y voluntariosos que desde el primer momento supieron comprender la situación de España y la importancia del movimiento salvador. Organizó en Viladecans la Falange en plena efervescencia roja y actuó decididamente como el más entusiasta elemento de las filas secretas del partido que tanto pánico llegaron a producir entre los rojos con el nombre de la Quinta Columna«.

Jaime Abril fue arrestado por el SIM republicano e 31 de enero de 1938 en una redada a gran escala contra las organizaciones falangistas que operaban en Cataluña. De esa redada hemos hablado anteriormente en nuestro blog, citando la detención de Rafael Sánchez Mazas junto a otros dirigentes del partido de José Antonio en Barcelona. Gracias al trabajo de Manuel Luengo, hemos podido saber que Abril fue detenido en Viladecans, pero sería trasladado más adelante a Barcelona donde ingresó en algunas prisiones controladas por el SIM (posiblemente Vallmajor) donde sería interrogado. Poco después le llevarían, primero al buque prisión ‘Argentina’ y más adelante al ‘Villa de Madrid’. Los dos barcos estaban anclados en el puerto de Barcelona.

Retrato mientras estaba en prisión de Jaime Abril / Imagen cedida por Manuel Luengo

De su arresto no hemos encontrado demasiados datos. En el Archivo Militar de Ávila hemos localizado un breve un interrogatorio al que fue sometido por el SIM el 1 de febrero, es decir, el día después de su arresto. En ese interrogatorio, el propio Jaime reconocía que vivía en la calle Prat de la Riva 57 de Viladecans y que se afilió a la Falange de su localidad por medio de Francisco Vila Roig. También apuntó que, además de ser falangista, pertenecía a la Unión de Rabassaires, un sindicato de viticultores no propietarios de Cataluña.

Hemos averiguado más detalles sobre su cautiverio en las cárceles republicanas (antes de ser asesinado) gracias al trabajo que hicieron los carabineros del Garraf. Cuando los agentes registraron su cuerpo sin vida tras su asesinato, encontraron un pequeño diario donde describía su vida en los buques prisión ‘Argentina’ y ‘Villa de Madrid’. Leamos un fragmento de lo que escribió:

«Entramos en el vapor Argentina, sollado número tres, el primer día de febrero de 1938 a las diez de la noche procedentes del Hospital Militar. Después de tomada posesión fuimos comentando las características de la estanca que tiene de cabida 148 camas que estaban destinadas a emigrantes en tiempos en que el vapor hacía la travesía a América. Sin más abrigo que la manta que llevaba, ni colchoneta había. Intenté al cabo de un rato echarme tendido hacia aquella aparente parrilla en la que el frío no me dejó reposar en toda la noche ya que hacía bastante y no había cenado».

Sigamos repasando las anotaciones que dejó Jaime Abril antes de ser fusilado. Vamos a leer dos textos suyos correspondientes a los días 17 de marzo y 3 de abril cuando ya se encontraba preso en el buque prisión ‘Villa de Madrid’:

«Esta última noche del 17 de marzo ha habido un fuerte bombardeo que ha tenido más de tres horas de duración la alarma habiéndose repetido por la mañana y por la tarde del día de hoy. A las tres y media de la madrugada han llegado procedentes de Montjuic a nuestro sollado dieciocho camaradas. De entre ellos había cuatro aviadores alemanes y cuatro italianos, los cuales hoy mismo se los han llevado para ponerlos solos, incomunicados. También en esta fecha, un amigo pintor que se halla entre nosotros -es un joven fotógrafo artista- que para darme una prueba de su amistad verdadera me ha obsequiado pintando mi busto en acuarela…El día 3 de abril de 1938 hemos tenido temperatura benigna. Pasa el día sin salir el sol por la mañana. Antes de comer han quitado a unos compañeros para llevarnos otros camaradas procedentes de Chinchilla: barbudos. El desayuno ha sido café, al mediodía arroz con garbanzos y carne. Muy buena ración».

Más allá del relato de Jaime Abril, debemos mencionar un aspecto que nos llama poderosamente la atención. A diferencia del resto de los asesinados en el Garraf, él apenas tenía contacto con los falangistas y quintacolumnistas de Barcelona que también fueron fusilados en la noche del 4 al 5 de abril de 1938. Todo apunta a que su actividad clandestina y de socorro blanco la desarrolló en su localidad natal, Viladecans.

Carlos Carranceja González

A sus 31 años este joven de origen cántabro ocupaba un cargo de gran responsabilidad en la delegación de Falange de Cataluña tras la detención de Luys Santamarina del que era familiar. Según hemos localizado en varios expedientes del Archivo Militar de Ávila, también dirigía la sección de información del grupo quintacolumnista Luis Ocharán que operó en Cataluña durante 1936 y 1937.

Sabina González de Carranceja, madre de Carlos Carranceja / Imagen cedida Francisco Caballero

Carranceja fue detenido por el SIM el 23 de enero de 1938 junto con otros líderes destacados de la Falange clandestina de Cataluña. Según testimonios de sus familiares, dirigió su arresto un policía republicano apellidado Ferret que al terminar la guerra permanecía en Barcelona en paradero desconocido. En el momento de su detención, los agentes del SIM encontraron que llevaba consigo dos planos con la ubicación de varias fortificaciones militares en Barcelona. Carranceja reconoció que esos croquis iban a ser enviados a Francia a través de dos hombres extranjeros (uno francés y otro suizo) que trabajaban para el SIPM franquista y que efectuaban viajes entre Narbonne y Barcelona dos o tres veces al mes.

En su interrogatorio, Carranceja reconoció que vivía en la calle Párroco Ubach 17 en el barrio de Sant Gervasi y que ocupaba el puesto de jefe de información del grupo Luis Ocharán junto a Luis Canosa que se había evadido a la zona controlada por los sublevados. Tras pasar por la checa de la Tamarita y el Hospital Militar de Vallcarca -dónde posiblemente le curaron de los malos tratos recibidos- finalmente ingresó en el Buque Prisión Villa de Madrid a primeros de febrero. Allí permanecería dos meses hasta que le sacaron para ser ejecutado en el Garraf.

Tras el asesinato de Carlos Carranceja, su madre (Sabina González de Carranceja) adquirió un gran protagonismo en la Falange clandestina barcelonesa. Hasta el mes de junio de 1938 – fecha de su detención – realizó un sinfín de actividades vinculadas con espionaje a través de una mercería que tenía en la calle Casanovas. Allí la Quinta Columna escondía un gran número de armas, así como pasquines contra el Gobierno de la República.

Hay un aspecto que llama mucho la atención sobre Carlos Carranceja. Pese a haber sido asesinado a primeros de abril de 1938, un Tribunal de Espionaje y Alta Traición le condenó a la pena capital a pesar de ya estar muerto. Tanto es así que varios periódicos catalanes recogieron su condena a muerte en mayo de este año, cuando llevaba casi dos meses enterrado en el cementerio de Sitges.

Rafael Degollada Castanys

De todos los asesinados en el Garraf, el doctor Degollada Castanys era el más veterano. A este médico de 56 años no le sirvió de nada tener un carné de militante de la CNT ya que el SIM pudo descubrir que en realidad formaba parte de la Falange. De hecho, no era un cualquiera, sino que ocupaba el puesto de subjefe de información del grupo Luis Ocharán que dirigía el anteriormente reseñado, Carlos Carranceja.
Tenemos que decir que el doctor Degollada era todo un personaje a nivel social. Además de ser un reconocido médico barcelonés que también se había formado en Alemania, fue uno de los grandes impulsores del deporte en Cataluña durante la primera mitad del siglo XX. Hemos averiguado que fue presidente y vicepresidente de la Federación Catalana de Fútbol en 1909, cargo que compaginó con su pasión por la fotografía, la historia y el medio ambiente. A través de Internet hemos localizado un sinfín de fotografías suyas tomadas en las muchas excursiones deportivas que solía organizar por toda la provincia de Barcelona.

Rafael Degollada / https://www.galeriametges.ca

Al igual que Carranceja, en su interrogatorio reconoció que su grupo quintacolumnista estaba enlazado directamente con los servicios secretos franquistas a través de dos extranjeros que cruzaban mensualmente la frontera con Francia. También reconoció que en su vivienda de la calle Clarís 76 organizaba reuniones para preparar sabotajes como el que querían hacer volando varios vagones con municiones situados en la vía de tren entre Plaza de Cataluña y la Estación del Norte.

Juan Manuel Benito Ruiz de la Peña y Pedro Cirera Cardó

De estos dos personajes no hay demasiados datos. Del primero tan solo sabemos que tenía 45 años cuando fue asesinado y que trabajaba como impresor en una conocida imprenta de Barcelona. Creemos que él pudo ser el responsable de imprimir varios panfletos contrarios a la República y a la Generalitat que se distribuyeron por toda la ciudad en el otoño de 1937. El segundo era ingeniero industrial, tenía 32 años y había sido nombrado jefe del departamento técnico del grupo Luis Ocharán. De él tampoco tenemos demasiada información, tan solo que fue detenido el 4 de febrero de 1938.

Jesús Conde Bellón y Carlos Díaz Bonet

El primero tenía 27 años cuando fue asesinado. Poco antes de empezar la Guerra Civil estaba haciendo el servicio militar en el Regimiento de Artillería de Montaña número 1, por lo que tenía capacidades y conocimientos militares. Aunque su profesión era la de contable, lo cierto es que Jesús Conde era un falangista de acción, de aquellos que estaban dispuestos a dar golpes de mano en la retaguardia republicana. En su vivienda de la calle Francisco Layret 161 escondió varias bombas de mano en una caja de zapatos que tenía debajo de su cama.

Carlos Díaz Bonet, por su parte, tenía 30 años cuando fue ejecutado en el Puente de Vallbona. Antes de la guerra había trabajado como dentista en un sanatorio psiquiátrico hasta que se volcó de lleno con las actividades clandestinas. Desde el principio de la contienda estuvo vinculado con la organización Círculo Azul, pero más tarde ingresaría como «jefe de centuria» en la Red Ocharán. Fue detenido por el SIM el 25 de enero de 1938.

José María Coll Rovira

Este funcionario del Ayuntamiento de Barcelona tenía 30 años cuando fue asesinado junto a las playas de Castelldefels. En las hemerotecas que hemos consultado hemos podido localizar varios nombramientos suyos como agente de arbitrios (o burots) de la Ciudad Condal cuyo trabajo consistía en cobrar impuestos sobre las mercancías que entraban en la población.

Al estallar la Guerra Civil fue movilizado por el Ejército republicano y nombrado capitán de Infantería de la escala de complemento. Desconocemos en qué unidad sirvió, pero hemos podido averiguar que estaba casado desde 1935 con María Espinalt Font, una de las mejores sopranos de la época con la que tenía un hijo, también llamado José María. A través de algunos periódicos como «El Diluvio» o «El Heraldo de Madrid» hemos podido saber que el matrimonio se casó inicialmente «por lo civil y en la intimidad» para efectuarse después por la Iglesia en la parroquia del Pueblo Nuevo.

José María Coll y su esposa María Espinalt en su boda de 1935 / Heraldo de Madrid

Se da la circunstancia de que el capitán Coll Rovira acudía con frecuencia al Teatro Tívoli a ver los espectáculos de su esposa. Aprovechaba esta circunstancia para mantener reuniones secretas con otros falangistas como el capitán Amancio Gaona que también acudían en calidad de espectadores.
El SIM detuvo a José María Coll a mediados de enero de 1938 en su vivienda de la Rambla del Triunfo. Nos llama la atención que su esposa (María Espinalt), unos días antes de su fusilamiento, siguiera cantando la ópera de «Marina» en el Teatro del Liceo. De hecho, siguió participando en espectáculos similares en diferentes teatros de Barcelona hasta la caída de la Ciudad Condal el 26 de enero de 1939.

José Carulla Poch y Eduardo Espiniella Sánchez

El primero tenía 46 años cuando se produjo su muerte. Era «agente» del grupo Luis Ocharán y trabajaba como mecánico al estallar la Guerra Civil. No hay demasiados datos sobre él, tan solo que recibió información de otros quintacolumnistas de los cañones del acorazado republicano Jaime I que estuvo un tiempo anclado en el Puerto de Barcelona.

Eduardo Espiniella tenía 37 años cuando le mataron. Al igual que José María Coll, era funcionario del Ayuntamiento de Barcelona y trabajaba como «informador de arbitrios», aunque también había ejercido como miembro de la Guardia Urbana. El cargo que ocupaba dentro de la Quinta Columna era de «colaborador» del grupo Luis Ocharán. A través de la Causa General hemos podido confirmar que estaba preso en el Villa de Madrid cuando fue sacado la noche del 4 de abril.

Pablo Capella Perpiñá

Según consta en todas las informaciones que hemos podido recabar de él, tenía 28 años y era estudiante. Originario de la localidad de Masnou (Barcelona), durante la Guerra Civil tenía vínculos con el Laboratorio de Química Orgánica de la Escuela de Ingenieros Industriales de Barcelona. Al igual que otros jóvenes, fue movilizado por la República y estuvo prestando servicio como soldado en el acuartelamiento de San Andrés. Al principio de la contienda fue encarcelado en la Modelo, pero creemos que recobró la libertad. Hemos tenido acceso al acta de su detención por el SIM con fecha del 26 de enero de 1938.

Según varios documentos que hemos localizado, Capella ocupaba un puesto de responsabilidad en la sección de información del grupo Luis Ocharán. Al igual que Carlos Carranceja, fue procesado después de muerto durante el mes de mayo de 1938. Tras la Guerra Civil -como homenaje- una centuria de la Falange local llevó su nombre.

Fernando Echevarne González

Este mecánico tenía 35 años cuando le asesinaron. Era un apasionado de la velocidad y las motocicletas, por lo que al estallar la Guerra Civil fue movilizado como enlace motorizado por las fuerzas republicanas. Inicialmente estuvo destinado en la Dirección de Transportes como motorista, lo que le permitió moverse con bastante facilidad por diferentes puntos de Cataluña. Más adelante, en 1937, se incorporaría a la Dirección General de Servicios de Retaguardia, equiparando su cargo con el de teniente de complemento.
Su libertad de movimientos le convertiría en un agente muy importante dentro de la Quinta Columna. Tanto es así que fue nombrado enlace entre dos grupos quintacolumnistas que procuraban fusionarse: los Almogavares y Luis Ocharán. Curiosamente, tuvo una relación de gran amistad con el fundador de los Almogavares (Luis Aznar), al que le dedicamos todo un capítulo en nuestro libro «La Quinta Columna».
De las informaciones que hemos localizado del Archivo Militar de Ávila, podemos decir que Echevarne informó de las ofensivas republicanas sobre Zaragoza y Teruel y marcó objetivos militares de la República como fueron los aeródromos de Sabadell o Vic.

Buque prisión Villa de Madrid donde estaban encerrados todos los asesinados en 1938 / Imagen cedida Francisco Caballero

Andrés Calzada Echeverría

Este arquitecto tenía 45 años cuando le asesinaron. Era catedrático de historia del arte en la escuela de arquitectura de Barcelona y formaba parte de Falange, no tanto por cuestiones ideológicas sino por la amistad que tenía con Luys Santamarina. Creemos que tuvo cierto peso dentro del grupo Luis Ocharán pues solía participar en las reuniones de los dirigentes de esta la red quintacolumnista. Según las declaraciones que hicieron otros falangistas detenidos ante el SIM, Calzada se dedicaba -entre otras cosas- a elaborar croquis con indicaciones de puntos vulnerables de Barcelona. Rafael Degollada dijo que le entregó un croquis de Montjuic con indicaciones de puntos delicados como polvorines con el fin «de enviarlo al lado faccioso».

Andrés Calzada fue detenido a finales de enero de 1938 y prestó declaración ante el SIM el 5 de febrero. Allí reconoció que se había afiliado a la CNT al empezar la Guerra Civil -suponemos que para pasar desapercibido- pero que realmente era falangista. Como miembro de la Quinta Columna tenía relación directa con Carlos Carranceja y su madre. El primero le encargó que hiciera un plano de la cloaca de la calle Balmes, junto al Paseo del Tibidabo, con el objetivo de provocar un acto de sabotaje que volase el polvorín que existía en ese lado del Paseo de San Gervasio. También tuvo contacto con otro arquitecto falangista de nombre Enrique Mora Gosch del que recibió al menos dos planos, uno de la batería antiaérea del Carmelo y otro sobre un depósito de municiones de la Plaza de Cataluña.

José Ferrer Recasens y Pascual Ferrando Hernández

A diferencia del resto de asesinados, estos dos no eran miembros del grupo Luis Ocharán, sino que militaban en otra organización clandestina conocida con el nombre de TODOS. A ella también le dedicamos todo un capítulo de nuestro libro «La Quinta Columna» por la importancia que tuvo en la Guerra Civil y por el elevado número de integrantes que formaban parte de ella.

Documento del SIPM donde se resume el número de efectivos de TODOS / Archivo Militar de Ávila

Ferrer Recasens era un joven comerciante de Puigpelat (Tarragona) que había militado en Falange antes de la Guerra Civil. En abril de 1937 fue detenido por la Policía porque frecuentaba una vivienda de la calle Santaló donde se reunían elementos falangistas para preparar sabotajes contra la Generalitat. No tuvieron que encontrar demasiadas pruebas contra él. Después de varias semanas en la cárcel Modelo pudo salir en libertad y, una vez en la calle, empezó a confeccionar el grupo TODOS que estaba enlazado con los servicios de información franquistas que operaban en Francia.

Uno de los hombres de confianza de Ferrer Recasens era el capitán de Carabineros Pascual Ferrando de 40 años, originario de Cheste (Valencia). Desde su puesto de ayudante del coronel jefe de la Comandancia de Carabineros de Barcelona tenía acceso a información muy relevante para los quintacolumnistas. Sin embargo fue considerado «desafecto» por las autoridades del Frente Popular y expulsado del Cuerpo lo que le hizo intentar evadirse a Francia por los Pirineos.

Entre las acciones que planearon Ferrer Recasens y Pascual Ferrando hubo una especialmente ambiciosa que no llegó a culminarse finalmente: asaltar por la fuerza la Consejería de Defensa de la Generalitat. Los dos miembros de TODOS fueron detenidos por el SIM. El primero cayó el 26 de diciembre de 1937 y fue enviado a la checa de San Elías donde fue sometido a duras torturas como la presión sobre sus articulaciones. Estos malos tratos hicieron que perdiera la movilidad completa en su brazo derecho. Malherido fue trasladado al buque prisión Villa de Madrid donde le sacarían la noche del 4 de abril de 1938 para matarle.

Pascual Ferrando consiguió huir inicialmente de la redada del SIM, pero tras refugiarse en casa de un amigo, finalmente fue capturado por las autoridades republicanas en enero de 1938 y trasladado al Villa de Madrid.

Victoriano Fernández González y Juan Abrines Busquets

El teniente de la Guardia Civil Fernández, tenía 40 años y había sido nombrado delegado falangista dentro de su compañía de la Benemérita por parte de Carlos Carranceja. Estaba destinado en el 19º Tercio al estallar la Guerra Civil y aunque inicialmente se mantuvo leal a la República, decidió participar en actividades clandestinas vinculadas con la Quinta Columna. Su cometido era captar guardias civiles dentro de su compañía que estuvieran dispuestos a combatir a las milicias del Frente Popular cuando llegara el momento.

Organigrama de la organización Luis Ocharán / Imagen cedida Francisco Caballero

En el Archivo Militar de Ávila figura un extenso informe del SIM que elaboró a raíz de su interrogatorio. En ese informe se citan los nombres de más de treinta agentes de la Benemérita que estarían colaborando con Victoriano Fernández para preparar golpes de mano contra los milicianos. No sabemos la fecha exacta de su detención, pero intuimos que tuvo que ser a primeros de enero de 1938. Hemos averiguado que en el verano de 1937 solicitó ingresar en el Cuerpo de Seguridad tras un decreto del Ministerio de Gobernación.
De Juan Abrines apenas tenemos datos. Tan solo hemos podido recopilar su edad, profesión y pocas informaciones más. Tenía 32 años cuando le mataron, era técnico textil y tenía un hermano (Adolfo) que militaba en el Sindicado de Comerciantes de la UGT. Sabemos que militaba en Falange durante la Guerra Civil porque así lo confirma otro falangista detenido llamado Manuel Salvadó que aseguró que Abrines fue la persona que le afilió al partido de José Antonio.

Juan Figuerola Ferrer y Antonio Font Massana

Figuerola era un joven abogado de 30 años, originario de Reus, que antes de empezar la Guerra Civil trabajaba como asesor de la Cámara Mercantil de Barcelona y como vocal del Consejo del Trabajo. Fue detenido en la misma operación del SIM que el resto de falangistas y, en su caso, fue capturado en su vivienda de la calle Laura 231. Su cargo dentro de Falange era el de jefe de Centuria.

Antonio Font tenía 31 años cuando le asesinaron y era ingeniero de profesión. Tras ser detenido confesó que había ingresado en Falange por medio de Pedro Cirera Cardó al que también mataron en el Garraf. Reconoció haber convencido a otros ingenieros para que se incorporaran al partido falangista, pero varios de ellos habían logrado pasarse a zona sublevada. En su interrogatorio confesó abiertamente su delito ante los agentes del SIM.

LA «SACA» DE PRESOS DEL VILLA DE MADRID Y LA AUTORÍA

Reconstruir las últimas horas de los diecinueve asesinados en el Garraf es realmente complicado teniendo en cuenta el tiempo transcurrido y los pocos documentos históricos que hablan de aquel crimen. Como habrá comprobado el lector, todos ellos eran militantes de Falange o miembros de organizaciones de la Quinta Columna como el grupo Ocharán o TODOS. Sabemos que estaban recluidos en el Buque Prisión Villa de Madrid hasta que, durante la noche del 4 al 5 de abril, un grupo de agentes del SIM les ordenó abandonar la nave apresuradamente para llevarles al Puente de Vallbona.

Santiago Garcés, jefe del SIM en abril de 1938 / Archivo General de México

Lo que sí parece claro es que el fusilamiento de los diecinueve reos se produjo justo delante de las paredes del puente, ya que estaban salpicadas de sangre al día siguiente de su asesinato. Así lo describieron los carabineros que patrullaban por la zona que no tuvieron demasiados problemas en localizar los cadáveres tras el seguir el rastro de sangre. En este sentido, los asesinos no fueron demasiado cuidadosos, ya que enterraron de mala manera los cuerpos en la playa, dejando incluso visible algún miembro de los fallecidos.
Es evidente que los asesinos querían que los cadáveres fueran localizados. En caso contrario podían haber tirado los cuerpos al mar desde cualquier punto de los acantilados que hay entre Sitges y Castelldefels. De hecho, por lo que parece, tampoco tenían inconveniente en que se averiguara la identidad de los asesinados, ya que casi todos portaban entre sus ropas elementos identificativos como libretas, cartas, tarjetas de visita…

Sobre la autoría de este fusilamiento masivo no tenemos dudas. Estamos convencidos de que los asesinos fueron agentes del SIM por cuatro motivos:

1) Casi todos los ejecutados habían sido detenidos por el SIM. Casi la totalidad fueron capturados en la gran operación policial que tuvo lugar en enero de 1938 y que acabó con más de cien arrestados.

2) El SIM se encargaba de la vigilancia, accesos y el control de los presos del Buque Prisión Villa de Madrid de donde fueron sacados la noche del 4 al 5 de abril de 1938. Nadie podía entrar ni salir del barco sin que lo supiera el servicio secreto de la República.

3) El consejero de justicia de la Generalitat, Bosch i Gimpera, acusó directamente en sus memorias a agentes del SIM de haber «fusilado ilegalmente» en las playas del Garraf al grupo de presos. Eso sí, el consejero dejó claro que aquellos eran presos del Gobierno de la República y no de la Generalitat.

4) Según escribieron los periodistas Ricard Conesa y Roland Sierra en un magnífico reportaje publicado en el Diari de Vilanova, el propio Companys tomó cartas en el asunto tras enterarse del fusilamiento. El presidente de la Generalitat escribió una carta a Juan Negrín informándole de que los asesinados eran presos del Villa de Madrid, la cárcel flotante controlada por el SIM. Companys le pedía que «sancionara» estas irregularidades y que frenara acciones similares de cara al futuro.

Esquela en La Vanguardia de los 19 asesinados / Hemeroteca La Vanguardia

¿POR QUÉ SE PRODUJO LA MATANZA?

Es una pregunta complicada de responder porque se abren demasiadas hipótesis. Nosotros, por desgracia no podemos posicionarnos hacia ninguna de ellas porque no tenemos claro los motivos que pudieron desencadenar aquel fusilamiento masivo. No descartamos que el SIM quisiera dar un escarmiento a aquellos quintacolumnistas detenidos a finales de enero de 1938. No hay que olvidar que algunos de estos agentes franquistas estaban preparados para hacer acciones de sabotaje en la retaguardia barcelonesa.
La mayoría de autores y textos que hemos consultado para escribir este artículo tienen opiniones dispares sobre los hechos del Garraf. Muchos coinciden en una hipótesis: Lérida cayó en poder de las tropas de Franco el 3 de abril de 1938, un día antes de que se produjera el fusilamiento de Castelldefels. No es descartable que esta ejecución fuera una venganza del SIM a la conquista de la ciudad ilerdense por parte de los sublevados.

Una versión distinta es la que ofreció el autor e investigador de la Guerra Civil Domenec Pastor Petit en su libro «Traidors a Catalunya». Hace referencia al testimonio de un magistrado de la época con el que pudo conversar mientras escribía su obra. Este magistrado (no cita el nombre) le dijo que los asesinatos del Garraf no fueron exactamente «paseados». Aseguró que los quintacolumnistas habían llegado a un pacto de «ayuda mutua» con miembros del SIM, sobre todo pensando en el final de la Guerra Civil y la victoria de los franquistas. Según su versión, los agentes del SIM optaron por romper el pacto después de que llegara a oídos de su jefe (Santiago Garcés) la buena sintonía que tenían con los falangistas. Con el fin de no dejar pistas decidieron asesinar a los diecinueve presos del Villa de Madrid.

Existe una última hipótesis, que también recogen en su artículo del Diari de Vilanova Ricard Conesa y Roland Sierra, que es mucho más reciente y no está exenta de polémica. Su principal valedor es Gregorio Morán, autor del libro ‘Los españoles que dejaron de serlo’ que acusó a Sánchez Mazas de ser el delator de todos los asesinados en el Garraf. Como ya contamos en este blog, el fundador de Falange fue detenido en Barcelona a finales de enero de 1938. En los interrogatorios a los que fue sometido y a los que hemos tenido acceso, hemos podido comprobar como Sánchez Mazas efectivamente delató a otros falangistas, pero solo uno de ellos figura entre los asesinados en Castelldefels: Juan Manuel de Benito. También tenemos que recordar que Sánchez Mazas estuvo detenido en el Buque Prisión Uruguay y no en el Villa de Madrid que es de donde sacaron a los fusilados.

Sánchez Mazas y Pilar Primo de Rivera / Guerra en Madrid

Aunque creemos que la versión de Gregorio Morán puede ser un poco exagerada, es posible que tenga algo de razón en algunos aspectos. Hemos tenido acceso a una investigación que hizo el SIM sobre los presos que se encontraban encerrados en el Buque Prisión Uruguay, donde estaba Sánchez Mazas. Uno de los guardias que custodiaba a los presos del Uruguay informó de que los propios falangistas «le liquidarán por haber hecho en el SIM una declaración demasiado explícita».

TRAS LA GUERRA CIVIL

Solo unas semanas después de que terminara la Guerra Civil, la prensa barcelonesa empezó a hablar por primera vez de los «mártires del Garraf» para referirse a los diecinueve falangistas asesinados en el Puente de Vallbona. El 23 de abril de 1939, la Vanguardia publicó una esquela con todos sus nombres hablando de los «camaradas caídos en las costas del Garraf en cumplimiento de su deber». En ella se convocaba a los familiares y amigos de los ejecutados a un funeral que se celebraría al día siguiente en la iglesia de la Casa Provincial de la Caridad.

Por esas fechas también, Sabina García de Carranceja, madre de Carlos Carranceja -uno de los fusilados- recibió la visita en su casa de Sánchez Mazas y Pilar Primo de Rivera que le dieron el pésame por la muerte de su hijo. Un año después, Sabina fue condecorada por el régimen franquista por sus acciones como quintacolumnista durante la Guerra Civil. En concreto le fue entregada la Gran Cruz de Guerra y la Medalla al Mérito Militar con distintivo rojo.

Mausoleo y lápida en el cementerio de Sitges donde todavía siguen enterrados algunos de los asesinados /Imágenes cedidas por Francisco Caballero

En el cementerio de San Sebastián de Sitges, donde fueron enterradas las víctimas, se levantó tras la guerra un panteón donde permanecieron sus restos varios años. Se trata de una especie de mausoleo de color blanco -todavía sigue en pie en la actualidad- que está ubicado en la parte sur del camposanto. Hay una lápida donde se puede leer: «En el Garraf, 4 de abril de 1938. Cerrado a perpetuidad». Justo debajo de esta inscripción figuran los nombres de diez de los asesinados en el Puente de Vallbona.

El lector se preguntará por qué en esa lápida no figuran las identidades del resto de víctimas. La respuesta la conocemos a la perfección. El 28 de junio de 1951 fueron exhumados del cementerio de Sitges varios cuerpos de los fusilados en el Garraf. Sus familiares querían que sus restos reposaran en un panteón cedido por el Ayuntamiento de Barcelona en el cementerio de Montjuic. El subjefe provincial del «Movimiento», José Solano dirigió in situ el traslado de los restos de Sitges a la Ciudad Condal. Una vez en Montjuic, recibieron sepultura en el panteón 173 de la Vía de San Jorge con la presencia de las más altas autoridades civiles y militares de Barcelona.

Acto en la playa de Castelldefels en memoria a los asesinados / Imagen F. Caballero

Por medio de la hemeroteca de la Vanguardia hemos comprobado que los asesinados del Garraf recibían casi todos los años un homenaje coincidiendo con la fecha de su muerte en los años cuarenta y cincuenta. Las delegaciones de la «vieja guardia» de Falange en Barcelona y Sitges solían recordar a sus «camaradas» a principios de abril. Estos homenajes solían aparecer en los periódicos de la época y en casi todos solía participar Luys Santamarina como máximo exponente falangista. Sin embargo, a partir de la década de los sesenta su historia empezó a quedar en el olvido de la sociedad hasta nuestros días. Sesenta años después, nosotros hemos optado por rescatar aquellos hechos de lo más profundo de la memoria.

Agradecimiento

No hubiéramos podido escribir este artículo de no haber contado con el apoyo y la ayuda desinteresada de tres nombres propios: Javier Calzada, Paco Caballero y Manuel Luego. También quisiéramos agradecer a los periodistas Ricard Conesa y Roland Sierra por su excelente investigación sobre los fusilados del Garraf en el Diari de Vilanova, un trabajo sensacional que nos sirvió como punto de partida para escribir este artículo.

Advertencia de los autores de este blog

En http://www.guerraenmadrid.net estamos encantados por la repercusión que tienen todas y cada una de nuestras investigaciones. Sin embargo, queremos recordar que todos aquellos autores de otros blogs o páginas que quieran compartir nuestros reportajes tienen que notificárnoslo previamente y, por supuesto, citarnos. Creemos en Internet como un magnífico medio para divulgar la historia de España, siempre y cuando se haga de una manera honesta y colaborativa. No todo vale.

Fuentes consultadas

  • Archivo General del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña. Expediente sobre los fusilados en el Garraf.
  • Archivo Militar de Ávila. Caja 3010, carpeta 3. Expediente sobre la Falange en Cataluña.
  • Archivo Militar de Ávila. Caja 3007, carpeta 2. Expedientes varios del SIM de Barcelona en la Guerra Civil.
    -Archivo Militar de Ávila. Caja 3007, carpeta 6. Expediente sobre el Buque Prisión Uruguay.
  • CDMH de Salamanca. FC -Causa General, 16,03. Expediente 6. Expediente sobre personas asesinadas en Sitges durante la Guerra Civil.
  • Archivo de Revistas Catalanas Antiguas.
  • Hemeroteca La Vanguardia.
  • Hemeroteca Nacional.
  • Archivo Municipal de Vilanova.
  • Biblioteca Virtual de Prensa Histórica.
  • Biblioteca Virtual de la Defensa.
  • http://www.cielooscuro.com/2015/historia/castelldefels-se-fortifico-durante-la-guerra-civil/
  • https://puntviladecans.blogspot.com/p/recerca-historica.html
  • http://historiamasnou.blogspot.com/2017/02/causa-general-del-masnou.html
  • Artículo: «Els assassinats del pont de Vallbona (abril de 1938)» de Ricard Conesa y Roland Sierra. Diari de Vilanova.
  • Artículo: «Génesis de la Falange» de Francisco Caballero.
  • Web: http://www.larazondelaproa.es/
  • Libro: «Traidors a Catalunya» de Domenec Pastor Petit, Editorial Base.
  • Libro: «La repressió a la reraguarda de Catalunya» de JM Solé i Sabaté y J.Villarroya i Font. Publicaciones de la Abadía de Montserrat.
  • Libro: «Prisión flotante» de Eduardo Carballo. Editorial B y P.
  • Libro: «La Quinta Columna. La guerra clandestina tras las líneas republicanas». Antonio Vargas y Alberto Laguna. Editorial la Esfera de los Libros.
  • Libro: «Las checas del terror» de César Alcalá. Editorial Libros Libres.
  • Libro: «Los españoles que dejaron de serlo» de Gregorio Morán. Editorial Planeta.
  • Testimonios orales con los descendientes de Andrés Calzada y Luis Canosa.
  • Testimonios de investigación histórica de Francisco Caballero.
  • Grupo de Facebook de Fotografías Antiguas de Sitges: Josep María Alegre.

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