
Solo cuatro días después del alzamiento militar en Madrid, toda una familia desapareció de un plumazo. Tres hermanos fueron asesinados al mismo tiempo el 22 de julio de 1936 entre las ruinas de un antiguo pajar situado muy cerca de la carretera de Valencia. Los tres habían sido detenidos unas horas antes y puestos en libertad después de prestar declaración ante el comité de milicias de Vallecas. Se trataba de Gumersinda Toledo Hortelano, presidenta de Acción Popular en este municipio madrileño, y de sus dos hermanos que habían salido en su defensa. Hemos reconstruido la historia de este execrable crimen que refleja, una vez más, la sinrazón de la Guerra Civil.
A Gumersinda Toledo ya le habían dado un aviso unos meses antes de que empezara la Guerra Civil. El 10 de marzo de 1936 estuvo a punto de morir abrasada después de que un grupo de jóvenes, posiblemente vinculados a la CNT, lanzaran una bomba incendiaria en el interior de su casa en Puente de Vallecas. La bomba provocó un aparatoso incendio y le causó quemaduras a Gumersinda, algunas de ellas de gravedad. Sus hermanos, no se encontraban presentes en la vivienda cuando se produjo el ataque. La prensa de la época no se hizo eco de aquel suceso, aunque sí la Audiencia Territorial de Madrid que abrió un sumario a través del Juzgado de Instrucción de Alcalá de Henares por «la explosión de una bomba» que le produjo «lesiones y destrozos» en el domicilio de una vecina de Vallecas.

Aquel atentado contra la vivienda de la presidenta de la sección femenina de Acción Popular no fue ni mucho menos un hecho aislado. Ese 10 de marzo de 1936, grupos de radicales vinculados a organizaciones del Frente Popular realizaron varios ataques en Vallecas que a punto estuvieron de provocar víctimas mortales. Fue incendiado parte del convento de las Hermanas Pastoras, las iglesias del barrio de Doña Carlota y San Ramón fueron saqueadas, así como las sedes en Vallecas de Acción Popular y el Círculo Católico. Además, fueron incendiados los famosos almacenes Tarodo, situados en lo que hoy sería la esquina de la Avenida de la Albufera con la calle Melquiades Biencinto.
Durante los incidentes, también ardieron pequeños negocios de comerciantes locales como una tahona, una pescadería, dos tiendas de comestibles y una droguería. Aquella fatídica noche también fue atacado el coche de Juan Cayón, un importante panadero que tenía un establecimiento de venta de pan y fábrica de harinas en la calle Nicolás Salmerón número 1.
Nos llama poderosamente la atención la poca repercusión que tuvieron en la prensa de la época aquellos sucesos violentísimos de Vallecas. Creemos que tuvo mucho que ver el por entonces Ministro de Gobernación, Amos Salvador Carreras, muy bien relacionado dentro del periodismo madrileño. El ministro ofreció las siguientes declaraciones a los periodistas el 11 de marzo restando importancia a todos estos hechos:
«Supongo que ya estarán ustedes enterados de que se han producido ayer algunos desórdenes. Desde luego que las noticias que han corrido y han circulado por teléfono son exageradísimas. Por bandas de gentes que no pertenecen a ninguna disciplina, ni a ningún partido, gente joven, se produjeron ayer algunos desórdenes en Puente de Vallecas. Elementos del Frente Popular, diputados por Madrid, intentaron convencer a los revoltosos para que desistieran de sus propósitos, pero estas excitaciones no tuvieron éxito. Tuvo que actuar la fuerza pública».
Casi ningún periódico publicó las fotografías que los sucesos acaecidos en Vallecas a pesar de que cubrieron in situ los incidentes dos importantes fotógrafos de Madrid: Martín Santos Yubero y José María Díaz Casariego. Afortunadamente, algunas de sus fotografías todavía se conservan en el Archivo Regional de la Comunidad de Madrid de donde hemos podido rescatar esta galería de imágenes.











Tenemos la certeza absoluta de que la vivienda de Gumersinda Toledo y sus hermanos fue atacada aquel 10 de marzo de 1936 debido a sus ideas políticas y a su profunda religiosidad. ‘Gumer’, como la conocían, era una persona muy conocida en Vallecas y casi todos sus vecinos sabían a la perfección cual era su manera de pensar. De hecho, el periódico ‘El Debate’ publicó en junio de 1934 (dos años antes de la Guerra Civil) una breve noticia que decía que ella ostentaba la presidencia de la recién creada «Asociación Femenina de Acción Popular». También se publicó la identidad del resto de las integrantes de esta asociación: Flora Nieva (vicepresidenta); Pilar de las Heras (secretaria); Patrocinio Sánchez (tesorera); María Magdalena Orejón (vocal); Carmen Hernández (vocal); Saturnina Ruiz (vocal); Dionisia Alonso (vocal); Consuelo Corral (vocal) y Ascensión Ruiz (vocal).

Pero vayamos al inicio de la Guerra Civil. El alcalde de Vallecas, al producirse la sublevación militar, era el socialista Amós Acero. Podemos decir sin riesgo a equivocarnos que se vio superado por los acontecimientos. Tras el alzamiento, se crearon en todo el municipio varios comités revolucionarios que se apoderaron del orden público y de la justicia haciendo las funciones del consistorio. Al frente de uno de estos comités estaba Antonio Vijández García, al que Amós Acero había nombrado teniente de alcalde en el «distrito» de Villa de Vallecas y simultaneó su actividad política con la presidencia del comité cuya prioridad era detener a «todos los enemigos del pueblo». Vijández, que también era socialista, había sido concejal en Vallecas desde 1931, aunque tras los sucesos de 1934, fue detenido por repartir «hojas clandestinas».
Hemos sabido a través de la magnífica tesis doctoral de Fernando Jiménez Herrera (Universidad Complutense, 2018) que Antonio Vijández tuvo mucho que ver en la detención de Gumersinda Toledo y sus dos hermanos. Según consta en esta investigación, Vijández ordenó a un grupo de mujeres de las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU) de la Villa de Vallecas que detuvieran a la protagonista de este artículo por su condición de derechista. En concreto dictó esa orden del 20 de julio de 1936, aunque el arresto no se produjo hasta dos días más tarde.
La encargada de dirigir la detención fue Mercedes Vindel Hurtado, secretaria de la sección femenina de las JSU que fue asistida, al menos por otras cinco milicianas. No todas iban armadas, aunque al menos dos de ellas llevaban armas cortas. Según la tesis de Jiménez Herrera, que ha estudiado a fondo los sumarios AGHD, existen un sinfín de versiones sobre cómo se produjo la detención de Gumersinda Toledo. Una de ellas dice que ‘Gumer’ se negó a abandonar su vivienda y que fue obligada a salir a «golpes» y «entre insultos». Otra dice que salió de su casa voluntariamente, pero en la calle, una miliciana la tiró al suelo y en ese instante el resto de mujeres le golpearon rompiéndole el vestido. Incluso se dice que durante la paliza una miliciana le mordió el pecho. Otras versiones apuntan a que no hubo ninguna agresión y una más insinúa que fue golpeada cuando trataba de escapar a la carrera.

La versión que ofreció la Causa General, una vez terminada la Guerra Civil, de la detención de Gumersinda fue la siguiente:
«El día 22 de julio de 1936, un tropel de mujeres del mismo Puente de Vallecas, sacaron violentamente de su domicilio a la señorita Gumersinda Toledo y habiéndose unido a la manifestación formada por dichas mujeres, las turbas marxistas de la localidad, la detenida fue paseada con la ropa desgarrada por el pueblo, llegando a ser mordida por una mujer llamada Isabel García».
También se dijo que fue paseada «semidesnuda» y que incluso fue «atada con hatillos en las piernas para ver su condición de religiosa» y que incluso le colocaron un» rosario» a modo de mofa.
Algunas fuentes aseguran que unos milicianos de la CNT fueron los encargados de trasladar a Gumersinda en un camión hasta la sede del comité revolucionario de la Villa de Vallecas, denominado oficialmente como «Comité de Salud Pública y Defensa de la República«. La sede de este comité estaba situada en las instalaciones de la tenencia de alcaldía de esta antigua localidad madrileña. Creemos que fue antes de ese traslado cuando los dos hermanos de nuestra protagonista (Fernando y Dionisio) entraron en escena. Casi con toda seguridad que los dos intentaron frenar su arresto, motivo por el cual también fueron detenidos. De ellos apenas tenemos información. De Fernando solo hemos podido saber que trabajaba antes de la guerra como profesor de historia, aunque en sus años mozos también fue conductor de tranvía. De hecho, en los años veinte estuvo implicado en un atropello a un niño de corta edad en Puente de Vallecas. De Dionisio no hemos podido saber apenas nada, tan solo que su quinta fue movilizada en 1913, aunque un año después fue declarado «inútil» por las autoridades sanitarias militares.

Gumersinda y sus dos hermanos fueron trasladados en calidad de detenidos hasta la Villa de Vallecas donde prestaron declaración ante Antonio Mijández. Todo apunta a que fueron liberados tras unas horas y «devueltos» a su casa por los mismos milicianos que les habían llevado hasta la sede del comité revolucionario. Sin embargo, los tres hermanos nunca llegaron hasta su destino. A mitad del trayecto, los tres fueron obligados a bajar del camión en el que viajaban a la altura de un control de carreteras que un grupo de milicianos habían instalado en una zona conocida como el pajar de Rus, situado en la actual calle Real de Arganda.
Gumersinda, Fernando y Dionisio fueron obligados a situarse junto a uno de los muros del antiguo pajar. Allí fueron fusilados al mismo tiempo, posiblemente por los milicianos que les tenían que llevar de vuelta a casa. Sus cuerpos fueron encontrados unas horas más tarde y trasladados al cementerio de Vallecas donde serían enterrados inicialmente en una fosa común. Muchos años después de la Guerra Civil serían llevados hasta el Valle de los Caídos donde se encuentran en la actualidad.
Todavía hoy sigue habiendo muchas dudas sobre los autores de este triple asesinato familiar. La mayoría de las hipótesis acusan a los milicianos de la CNT de ser los autores materiales de este crimen, sin embargo, existen otras versiones que apuntan a las milicianas de las JSU (aquellas que les habían detenido) como las principales responsables. Incluso hay alguna declaración que señala directamente a Antonio Vijández y a otros miembros del comité revolucionario de la Villa de Vallecas como autores directos del asesinato de los tres hermanos.

Por desgracia, 85 años después no tenemos la certeza absoluta de quién pudo matar a los hermanos Toledo. De lo que no tenemos ninguna duda es de la responsabilidad que tuvo Antonio Vijández (teniente de alcalde de Villa de Vallecas y presidente del comité revolucionario) ya que él dio la orden de su detención y decretó su «puesta en libertad». ¿Confió ingenuamente en los milicianos de la CNT o todo se trató de una campaña orquestada para acabar con la vida de Gumersinda, Fernando y Dionisio? No hay que olvidar que durante todo el verano y el otoño de 1936, muchas checas y comités de Madrid actuaron de manera similar con cientos de detenidos. Tras prestar declaración, a los arrestados les concedían la libertad provisional, pero nunca volvían a casa. En el traslado de regreso a sus domicilios eran asesinados salvajemente el la Casa de Campo, El Pardo o la Dehesa de la Villa.
Gumersinda Toledo fue la primera mujer asesinada en Vallecas durante la Guerra Civil. De hecho, su asesinato y el de sus hermanos fueron casi los primeros que se produjeron en este pueblo madrileño (por entonces Vallecas contaba con ayuntamiento propio) tras el fracaso de la sublevación militar. El día antes, el 21.07.1936, fue encontrado un «cuerpo sin identificar» de un hombre de unos 25 años en el kilómetro 7 de la carretera de Castellón. La Causa General también llegó a decir que los cadáveres de los hermanos Toledo aparecieron en un punto concreto de la carretera de Castellón el día 22.07.1936, pero creemos que este dato no es del todo cierto.

El mismo día que aparecieron los cadáveres de Gumersinda, Dionisio y Fernando, también aparecieron en otros puntos de Vallecas los cuerpos sin vida de otros once asesinados. La mayoría de ellos no pusieron ser identificados, pero otros sí. Por ejemplo, entre las víctimas estaba un individuo llamado Mariano López Navalón de Colmenar Viejo o Ángel Luciano San Martín, originario de Vallecas, soltero y padre de un niño de cuatro años. También fue identificado el maestro Francisco Ramiro de Jorge.
Sabemos que entre julio y diciembre de 1936, aparecieron en el término municipal de Vallecas los cadáveres de 192 personas asesinadas. Muchos de ellos eran vecinos del pueblo, algunos tenían cierta significación política o religiosa, pero otros eran simples propietarios o comerciantes. Ese era el caso de Juan Cayón Rubiños, dueño de una fábrica de harinas, del que hemos hablado unos párrafos atrás. Como bien sabe el lector, su coche fue quemado en los incidentes de marzo de 1936 y su fábrica fue objeto de varios actos vandálicos en la antesala de la Guerra Civil. El 18 de julio, abandonó junto a su familia su domicilio de Vallecas consciente de que su vida podía correr peligro y se trasladó hasta El Escorial donde pensaba que estaría a salvo. Parece ser que en esta localidad estuvo varias semanas hasta que un grupo de milicianos de su pueblo fueron a buscarle a mediados de agosto del 36. Allí le detuvieron en compañía de su hijo José Cayón González y trasladados hasta Vallecas donde fueron interrogados. Unos días después, los cadáveres de padre e hijo aparecieron cosidos a balazos en Ribas del Jarama, la actual Rivas Vaciamadrid.

Una vez terminada la Guerra Civil, las autoridades franquistas investigaron todos los crímenes que se produjeron en Vallecas y trataron de detener a los integrantes del comité revolucionario que habían realizado las detenciones de personas como los hermanos Toledo. Según un documento al que hemos tenido acceso de la Causa General, el presidente de este comité, Antonio Vijández, fue detenido al igual que su hijo Tomás Vijández Mariscal pocos días después de que terminara la contienda. Se dijo que Antonio se suicidó unas horas después de ser capturado por el SIPM, aunque tenemos muchas dudas.
Según la tesis de Fernando Jiménez Herrera, la versión oficial de la muerte de Antonio Vijández es que su cuerpo apareció en abril de 1939 en la puerta del cementerio de Vallecas con un disparo en la cabeza. Este investigador no descarta que su muerte pudiera deberse a una actuación «extrajudicial franquista» ya que nunca apareció el arma del crimen, aunque se alegó que un militar se la había llevado. Se dijo que Vijández había dejado una nota que decía: «Se suicida por la vergüenza de haber estado engañado por estos sinvergüenzas y que los vendieron».
Fuentes consultadas
- Archivo Histórico Nacional, FC-CAUSA_GENERAL,1533,Exp.41
- Archivo Histórico Nacional, FC-CAUSA_GENERAL,1508,Exp.3
- Archivo Histórico Nacional, FC-CAUSA_GENERAL,1508,Exp.2
- Archivo Histórico Nacional, FC-AUDIENCIA_T_MADRID_CRIMINAL,44,Exp.14
- Archivo Histórico Nacional, FC-AUDIENCIA_T_MADRID_CRIMINAL,94,Exp.12
- Archivo General Histórico de la Defensa. Sumario 60199. Legajo 3795
- Archivo Regional de la Comunidad de Madrid. Fondo fotográfico de Martín Santos Yubero.
- Biblioteca Virtual de Prensa Histórica. El Debate, 29 de junio de 1934.
- Biblioteca Virtual de Prensa Histórica. El Adelanto de Salamanca. 19 de octubre de 1934.
- Biblioteca Nacional de España. Hemeroteca Nacional. La Estampa. 3 de octubre de 1936.
- Biblioteca Nacional de España. Hemeroteca Nacional. Heraldo de Madrid. 12 marzo de 1936.
- Tesis doctoral: «Los comités madrileños en 1936. Un análisis microhistórico de la represión» de Fernando Jiménez Herrera (Universidad Complutense de Madrid).
- Libro: «Causa General. La dominación roja en España. Avance de la información instruida por el ministerio público».
- Libro: «Amos Acero, una vida por Vallecas» de Castor Bóveda.
- Web: https://vallecastodocultura.org
- Web: https://www.memoriadelosbarrios.es
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Drama es un accidente. Eso no es un drama, es un crimen execrable.
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Que yo sepa el término drama no está ligado de una manera exclusiva a un accidente. Como bien sabes, según la RAE, es un «suceso infortunado de la vida real, capaz de conmover vivamente». No hace falta que me digas que es su crimen execrable porque he decidido investigarlo por voluntad propia y sacar de lo más profundo de los silencios la historia de estos tres hermanos.
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