La historia jamás contada del fundador de la Columna Del Rosal

DEL ROSAL CON COLUMNA
Francisco Del Rosal posa junto a algunos de sus hombres con abrigo de cuero / Wikipedia

Militar de alta graduación condecorado en África, simpatizante del movimiento anarquista en la Guerra Civil y militante de la Masonería durante los años veinte y treinta. Así de complejo era el Francisco Del Rosal, uno de los personajes más enigmáticos con el que nos hemos encontrado en nuestras investigaciones. En www.guerraenmadrid.com hemos decidido adentrarnos en la semblanza del fundador de la Columna Del Rosal para comprender mejor la tormentosa relación que mantuvo con su hijo, Antonio, un estudiante falangista, protagonista del primer capítulo de nuestro libro “La Quinta Columna”. Pero empecemos por el principio.

Antes de introducirnos en la historia durante la Guerra Civil del teniente coronel Del Rosal es conveniente repasar brevemente su pasado. Era hijo de un respetado general (Antonio Del Rosal de Mondragón), famoso por haber participado en las guerras de Cuba donde fue hecho prisionero en 1873.El abuelo de nuestro protagonista (Francisco Del Rosal Badía) también había sido militar, profesión que compaginó con la política ya que fue un importante dirigente liberal que estuvo enfrentado durante años con el general Narváez.

Más allá de estos antecedentes familiares, Francisco Del Rosal siguió la estela de su padre y con apenas 16 años ya estaba haciendo la “instrucción” en la Academia de Infantería para convertirse en militar de carrera, según consta en el Anuario Militar de España del año 1899. Dos años antes, cuando era tan solo un adolescente, había intentado entrar en esta academia, pero su solicitud fue desestimada porque no tenía la edad requerida para el ingreso. Esta solicitud viene reflejada en el Diario Oficial del Ministerio de la Guerra con fecha del 6 de mayo de 1897 y está firmada en Puerto Rico, que por entonces seguía siendo una colonia española. Creemos que por estas fechas, nuestro protagonista se encontraba junto a su padre que estaba destinado allí: en esa etapa, padre e hijo se alojaban en el hotel Inglaterra de Puerto Rico.

Un año más tarde de aquella solicitud, en 1898, Del Rosal ingresó finalmente en la Academia de Infantería tras superar con éxito los exámenes y después de haber cumplido la edad requerida por las autoridades. En 1900, tras haber realizado la instrucción, por fin salió destinado como teniente segundo. Así aparece reflejado en el Diario Oficial del Ministerio de la Guerra con una notificación firmada por la Reina Regente que le designaba “apto para servir a España”. Creemos sinceramente que Del Rosal tuvo que ser uno de los oficiales más brillantes de su promoción. En 1902 ya había escrito y publicado un libro, “Estudio geográfico y militar de las provincias de León y Zamora”, obra por la que fue condecorado con la Cruz de Primera Clase del Mérito Militar. Este sería tan solo el primero de los muchos libros que escribió durante su trayectoria , lo que le permitiría moverse por los círculos intelectuales de la época.

FOTO DEL ROSAL A CABALLO
Francisco Del Rosal de joven, montando a caballo en Marruecos (imagen cedida por su familia a los autores de este artículo)

Siendo un joven teniente de Infantería fue destinado por primera vez a África en 1903 para servir en el Regimiento de Infantería de Melilla número 2. Aunque regresaría en ocasiones a la península, la presencia de Francisco Del Rosal en tierras africanas fue una constante durante casi toda su carrera militar. En 1906 contrajo matrimonio con Dolores López de Vinuesa, su novia de toda la vida a la que había conocido en Loja (Granada), la localidad de donde era originario su padre. Como veremos más adelante, su matrimonio se torcería pasados unos años.

Los primeros años en África

Al igual que otros jóvenes oficiales, nuestro protagonista desarrolló gran parte de su carrera militar en Marruecos. En 1907 se convirtió en ayudante del general Fernández Silvestre (comandante por entonces), que llegaría a ser años más tarde en uno de los protagonistas del Desastre de Annual. Estuvo un tiempo en Casablanca a la sombra de Silvestre hasta que fue enviado a Melilla para sofocar la sublevación de las cabilas rifeñas. Cuenta la prensa de la época que Del Rosal tuvo una participación heroica en 1911, ya como capitán, cuando su compañía del Regimiento Ceriñola tomó una altura en Zadorra con “grave riesgo para su vida”. Consiguió sobrevivir y tomar su objetivo, sin embargo, esta acción de guerra se saldó con treinta bajas españolas, entre ellas cuatro tenientes.

Durante los años siguientes, Francisco Del Rosal siguió curtiéndose en las guerras de África. Según aparece reflejado en el libro “La Guerra Civil en el Valle del Tiétar” de José María González, nuestro militar se forjó como oficial de renombre combatiendo en Yasanen, Yuni-Mat, en el río Kert y Zonosa y en el Monte Beujadan. Paralelamente, entre 1910 y 1920 tuvo varios hijos con su esposa, entre ellos una niña llamada Elvira que murió a los pocos meses de nacer. En esta época también nació Antonio, el único hijo varón que tuvo con Dolores López, con el que años después mantendría una relación tormentosa ya que estaban en las antípodas ideológicas.

Mientras sus hijos crecían en la península, a Del Rosal no le quedaba más remedio que seguir sirviendo a la Patria en África. En el protectorado de Marruecos estuvo a las órdenes del general Sansurjo que por aquel entonces ocupaba el rango de teniente coronel. En 1919 también sirvió con el coronel José Riquelme con el que le uniría una relación muy especial de amistad que se prolongaría más allá de la Guerra Civil. El propio Riquelme escribió, en una ocasión, un breve informe sobre las aptitudes militares de Del Rosal del que decía que era “un capitán muy laborioso e inteligente. Mandó y administró su compañía a mi completa satisfacción”.

DEL ROSAL Y DOLORES LOPEZ
Francisco Del Rosal y su esposa Dolores López de Vinuesa, (Wikipedia)

En esta época, Del Rosal publicó un nuevo libro que se distribuyó entre los círculos militares titulado “La Infantería en el combate y sus medios”. Su dedicatoria es digna de mención ya que está dirigida a su padre, el general Antonio Del Rosal que había fallecido unos años atrás, y también mencionaba a su madre:

“A la memoria de mi padre. A tu lado aprendí a ser soldado. Con mi madre aprendí a rezar. Tú me enseñaste el amor a la Patria y a sentir pasión por la carrera de las armas”.

Durante los años veinte Francisco Del Rosal participó en varias operaciones militares en Marruecos, siempre al lado de militares de renombre como Sanjurjo o Riquelme. Casi paralelamente a sus estancias en África, nació su vinculación con el Principado de Asturias. En diciembre de 1923 fue designado delegado gubernativo en el Concejo de Laviana, una zona situada en la cuenca del río Nalón, a poco más de treinta kilómetros de Oviedo. Su nombramiento se produjo solo tres meses después de la llegada al poder en España del general Miguel Primo de Rivera. Es conveniente recordar al lector, que una de las iniciativas que llevó a cabo el afamado general durante su dictadura fue crear la figura del delegado gubernativo en provincias, cargo que ocupaba nuestro militar en esta época. Sus funciones eran:

“Por cada cabeza de partido judicial, y como delegados de los gobiernos civiles de las provincias, se designará un jefe o capitán del Ejército que informará a aquellos de las deficiencias funcionales de los Ayuntamientos que constituyan el partido judicial correspondiente, proponiendo los remedios adecuados e impulsando en los pueblos las corrientes de la nueva vida ciudadana”.

Puede resultar contradictorio conociendo al personaje, pero podemos decir que Primo de Rivera apostó por Francisco Del Rosal para representar a su Gobierno en el concejo asturiano de Laviana, una zona con fuertes fisuras entre la población y una gran fragmentación social. Sabemos que en Asturias permaneció un año, el tiempo suficiente para ganarse el cariño y la admiración de la prensa local que, no tenía inconveniente, en deshacerse en elogios hacia él. Por medio de la hemeroteca de la Prensa Histórica hemos encontrado varios artículos en periódicos como La Voz o la Región en los que destacan su papel en el Principado.

FRANCISCO DEL ROSAL. JULIO DE 1924 LA CORRESPONDENCIA
Del Rosal como comandante en 1924. Fotografía realizada en Asturias cuando ejercía como delegado gubernativo / La Correspondencia

Podemos confirmar que ascendió a comandante por “méritos de guerra” en el año 1924 y no en 1922 como apuntan otras fuentes. Así lo confirmaba la Gaceta del Ejército y el diario La Región en sus ejemplares del mes de junio de 1924. Seis meses después de su ascenso abandonó Asturias para marcharse de nuevo a África. Su marcha se produjo solo unas semanas después de la retirada española de Xauen, donde permanecían sitiadas varias guarniciones de nuestro país. Su traslado de nuevo al protectorado fue en “comisión de servicio” para hacerse cargo de las Fuerzas Regulares de Larache que unos meses más tarde, tendrían cierto protagonismo en el Desembarco de Alhucemas en septiembre de 1925.

Antes de su marcha se celebró en el casino de Laviana un banquete de “despedida” que sirvió también para homenajearle por el trabajo realizado en el concejo. Justo por estas fechas (diciembre de 1924), el periódico La Voz publicó un reportaje de dos páginas en el que se recordaba su figura. Leamos un fragmento:

“No es asturiano, pero siente por Asturias un afecto especial. Es uno de los oficiales más brillantes de nuestra Arma que sintiendo verdadera vocación por su carrera posee ese alto espíritu militar y conocimiento profesional que son garantía de acierto para cualquier empresa que se le confíe. Revela el autor en su estudio una laboriosidad digna de todo elogio, poniendo de manifiesto sus profundos conocimientos en la materia y la experiencia adquirida de la materia en África. Este es lector, el comandante Del Rosal, hombre bueno, caballeroso, patriota que cesa temporalmente en la delegación gubernativa para incorporarse a las fuerzas regulares de Larache donde sus conocimientos, pericia y su elevado espíritu militar han de ser muy útiles en la obra que está realizando Primo de Rivera en Marruecos»

Una vez en África volvió a servir junto a Riquelme del que terminaría convirtiéndose en su ayudante. No sabemos demasiados detalles de su participación en las operaciones militares del Rif en esta nueva etapa, tan solo hemos podido confirmar que durante su estancia en Marruecos volvió a escribir otro libro: “La última noche en Annual”. Aunque el libro lo escribió por estas fechas, no se publicaría hasta 1928.

Relación con la Masonería

Casi con toda seguridad que por estas fechas empezó a adentrarse en el misterioso mundo de la Masonería, aunque no descartamos que antes ya se hubiera relacionado con ella. Es factible que algunos de sus familiares ya fueran masones años atrás y le hubieran transmitido algunas nociones básicas sobre esta sociedad secreta. Según hemos descubierto en el Centro Documental para la Memoria Histórica, su nombre aparecía en un documento de la Logia Cabo Espartel, situada en la zona de Alcazarquivir (Marruecos), una entidad que tuvo cierto peso hasta el año 1926, fecha en la que fue clausurada por el Gobierno de Primo de Rivera.

Parece que no tuvo reparos en figurar dentro de esta logia ya que permanecía inscrito en el registro de la misma con su nombre y apellidos, reflejando incluso su condición de “oficial” del Ejército. El nombre simbólico que utilizaba era Galdos y su grado era el primero. Es precisamente este año cuando a nuestro comandante le destinaron de nuevo a la península. En concreto le enviaron a la Primera Región Militar, es decir, a la Capitanía General de Madrid. ¿El motivo? Lo desconocemos, pero quizá, su pertenencia a la Masonería pudo resultar determinante para que las altas jerarquías castrenses decidieran retirarle de cualquier puesto de combate. Le obligaron a trabajar en puestos de carácter administrativo.

MASONERIA
Documento sobre Francisco Del Rosal que habla de su vinculación a la Masonería / CDMH

No hemos localizado apenas datos de Francisco Del Rosal entre 1926 y 1930. Creemos que en estos cuatro años estuvo en Madrid donde rompió su matrimonio con Dolores López y sus hijos, entre ellos Antonio, que durante la Guerra Civil se convertiría en un importante miembro de la Quinta Columna. Pero no adelantemos acontecimientos todavía. También estamos convencidos de que por estas fechas conoció a la que luego sería su segunda esposa, una joven madrileña, originaria de Valdeolmos, llamada Consuelo García Sánchez. Según cuentan sus descendientes directos, ambos se enamoraron cuando ella era muy joven y trabajaba como su secretaria, posiblemente en la Capitanía General de Madrid. La diferencia de edad entre ambos era enorme: 27 años. Mientras que Francisco había nacido en 1883, Consuelo lo había hecho en 1910.

Antes de la proclamación de la II República, Francisco Del Rosal y Consuelo García ya habían tenido dos hijos (Francisco y Antonio), aunque a efectos legales no habían podido contraer matrimonio. Oficialmente, el militar seguía casado con su primera esposa, aunque la realidad era bien distinta porque había roto prácticamente todos sus lazos familiares tanto con ella como con sus hijos que residían en un pequeño piso situado en el número 24 de la calle María de Guzmán.

¿Destierro en Guinea Ecuatorial?

En el año 1930 se produjo un cambio radical en la vida de Del Rosal. Solicitó una “licencia por asuntos particulares” para viajar a Cádiz, Lisboa y a Santa Isabel de Fernando Poo, esta última capital de la Guinea Española. El Ministerio de la Guerra le concedió la licencia a cambio de que estuviera disponible a efectos administrativos de la Capitanía General de Canarias. No sabemos con exactitud los motivos por los que solicitó realizar estos viajes, tan solo hemos podido averiguar que permaneció en Guinea más tiempo de lo esperado. Según el relato de sus descendientes, su marcha a las “colonias” tenía una explicación clara: fue en cierta manera desterrado por el Gobierno de Primo de Rivera, quizá por su carácter liberal o bien por su proximidad a la Masonería.

En Guinea Ecuatorial donde permaneció más de un año volvió a relacionarse con los círculos masones según consta en el CDMH de Salamanca. A efectos oficiales, seguía perteneciendo a la logia de Cabo Espartel en 1930, sin embargo, hemos averiguado que tuvo vínculos con una logia guineana llamada Fernandina número 67, una comunidad en la que continuaría vinculado en 1937, por lo menos a efectos legales. Durante su estancia en Guinea, estuvo acompañado por su esposa y allí nació Francisco, uno de los hijos a los que nos referíamos anteriormente.

En Santa Isabel de Fernando Poo le sorprendió la proclamación de la II República, pero solo dos meses más tarde tuvo que regresar de nuevo a la península ya que le destinaron al Regimiento de Infantería número 15 de Algeciras. Volvía a estar activo en el Ejército. En la provincia de Cádiz se hizo cargo de un batallón que tuvo una actuación destacada durante la huelga de ferroviarios que asoló Andalucía durante 1931 por lo que recibió un “agradecimiento oficial” por parte del Gobierno. Sabemos que durante esta huelga varios locales de la CNT fueron clausurados en la provincia de Cádiz por orden del Ejecutivo, lo que nos hace suponer que Francisco Del Rosal pudo participar en estas clausuras, algo que nos sorprende ya que al estallar la guerra se aproximó a los anarcosindicalistas.

DEL ROSAL Y CONSUELO
Francisco Del Rosal y su segunda mujer Consuelo García (imagen cedida por la familia Del Rosal)

Esta actuación en Cádiz fue posiblemente su última acción operativa antes de empezar la Guerra Civil. Desde 1932 hasta 1936 ocupó puestos administrativos ya en Madrid, algo que a buen seguro le atormentaba ya que era un apasionado de una vida castrense mucho más activa. En 1932 formó parte del Consejo Director de las Asambleas de las Órdenes de San Fernando y San Hermenegildo.

Un año más tarde, ya definitivamente instalado en un piso de la calle Fuencarral de Madrid, Francisco Del Rosal continuó haciendo su vida en Madrid junto a Consuelo, su segunda pareja con la que todavía no había podido contraer matrimonio.

En 1933, ambos sufrieron un golpe que les marcaría de por vida. La muerte de Paquito (Francisco) uno de sus hijos de unos tres años que fallecería de escarlatina en el hospital militar de Carabanchel. El diario oficial del Ministerio de la Guerra publicó por “error” que el comandante Del Rosal había fallecido en este hospital, aunque unas semanas más tarde comprobaron que se había producido una equivocación y quién había muerto realmente era su pequeño. Se trataba del segundo hijo que perdía. Como antes hemos visto, también había fallecido una hija suya, de nombre Elvira, que había tenido años atrás con su primera mujer.

También estuvo muy enfermo el otro hijo que había tenido con Consuelo, de nombre Antonio, aunque éste conseguiría sobrevivir pese a encontrarse también en un estado de salud muy delicado. Un año más tarde, en 1934, nacería la tercera hija de la pareja a la que pusieron el nombre de Consuelo. ¿Por qué le llamaron así? La propia Consuelo, con la que hemos tenido la oportunidad de hablar, nos contaba que su madre le decía que ella “había sido su consuelo” tras el fallecimiento de su hijo. Coincidiendo con este alumbramiento, nuestro protagonista fue ascendido este año a teniente coronel por antigüedad, aunque continuó prestando servicios en puestos de carácter administrativo. Todo cambiaría dos años más tarde. En marzo de 1936, su vida daría un vuelco tras la victoria del Frente Popular en las Elecciones Generales.

Después de estos comicios, a Del Rosal le nombraron ayudante del general Riquelme, uno de los altos mandos militares de la época que tenía fama de izquierdista. Los dos se conocían desde tiempo atrás en África y tenían una profunda amistad que les uniría hasta el final de sus días. Solo unos días antes de que se produjera la sublevación militar del 18 de julio del 36, nuestro teniente coronel fue recibido por el presidente de la República, Manuel Azaña, en una recepción con otros militares que tuvo lugar en el Palacio Nacional de la Plaza de Oriente de Madrid. Estuvo presente en esa recepción otro militar de renombre, Jiménez Orge, jefe de la escolta de Azaña que curiosamente también era masón y del que escribimos en su día un artículo en nuestra web.

El estallido de la Guerra Civil el 18 de julio de 1936 sorprendió a Francisco Del Rosal en Madrid. A diferencia de otros militares curtidos en África como el mismísimo Franco, nuestro hombre se posicionó del lado de la República porque estaba convencido de que estaba obligado a defender “la legalidad”. Antes de adentrarnos en su papel como oficial durante el conflicto, vamos a contextualizar su situación personal para seguir conociendo mejor al personaje y su entorno.

MILICIAS HACIA SOMOSIERRA
Milicias republicanas, posiblemente de la CNT, se trasladan a Somosierra / Hemeroteca Nacional

En julio de 1936 Del Rosal vivía en Madrid en la calle Fuencarral junto a Consuelo (su pareja) y sus dos hijos de apenas cinco y dos años. Su otra familia, mientras tanto, seguía residiendo en la capital, pero sobrevivían a duras penas porque la situación económica era terrible para ellos. En el pequeño piso de la calle María de Guzmán vivía su primera mujer (Dolores), dos de sus hijos (Antonio y Concepción), el marido de ésta última (Antonio Amaya) y su nieto. Dos hijas gemelas del primer matrimonio habían tenido que ser enviadas hasta Loja (Granada) para que se hiciera cargo de ellas la familia de Dolores que sí tenía posibles. Hemos sabido que, por aquel entonces, el único ingreso que llegaba a la primera familia de Francisco Del Rosal procedía del sueldo como aparejador de Antonio Amaya.

Antonio Del Rosal era el único hijo varón de nuestro protagonista con su primera mujer. Desde muy joven estuvo enfrentado a su padre, posiblemente porque el militar había decidido romper con su familia para volcarse con su nueva pareja con la que había tenido tres hijos. Además de todo esto, el joven Antonio se había afiliado a la Falange antes de la sublevación militar, quizá como acto de rebeldía ante su progenitor que se mostraba partidario de defender la legalidad republicana. Como hemos analizado en nuestra obra “La Quinta Columna”, editado por La Esfera de los Libros, este chico se convertiría en uno de los primeros quintacolumnistas de la Guerra Civil tras poner en marcha una organización clandestina solo unas semanas después del alzamiento. De él nos ocuparemos dentro de un momento.

Otra persona relevante del entorno familiar de Francisco Del Rosal Rico era su hermano que también había hecho carrera dentro del Ejército. Sin embargo, ambos también se distanciarían al empezar la guerra ya que este último decidió ponerse al servicio de los sublevados, convirtiéndose en uno de los hombres de confianza del general Varela.

Del Alcázar de Toledo a Somosierra

Como ya hemos contado, Francisco Del Rosal se puso al servicio de la República al estallar la Guerra Civil. Una de las primeras misiones que el general Riquelme -su jefe- le encomendó durante los primeros momentos del conflicto fue participar en las operaciones militares sobre el Alcázar de Toledo. Allí se había atrincherado el coronel Moscardó junto a cientos de guardias civiles y militares que apoyaban a los sublevados. Riquelme y Del Rosal mandaron una columna republicana de unos 1500 soldados que se desplazaron desde Madrid hasta la Ciudad Imperial para acabar con el foco rebelde. Desde su llegada fue consciente de lo compleja que era la situación tanto para los sitiados como para los sitiadores. Los gruesos muros del Alcázar facilitan su defensa, algo que inquietaba enormemente a los jefes militares de la República. Tanto es así, que otro militar republicano de renombre, Juan Hernández Saravia, escribió a nuestro protagonista una carta para mostrar su preocupación por las operaciones sobre el Alcázar donde tendría que intervenir de una manera intensa tanto los artilleros como los ingenieros militares.

DOCUMENTO COMITE DEFENSA
Documento que demuestra que Francisco Del Rosal recibió 250.000 pesetas para pagar a sus hombres (Documento cedido por la familia Del Rosal)

No sabemos cuántos días permaneció en Toledo, pero creemos que fueron realmente pocos ya que, a comienzos de agosto, Del Rosal se encontraba de regreso en Madrid. Parece ser que Riquelme le ordenó poner en marcha una columna de milicianos vinculados a la CNT, que estuvieran dispuestos a combatir en la sierra norte, más en concreto en el frente de Somosierra y en la localidad de Paredes de Buitrago. Hemos averiguado a través de un documento facilitado por sus descendientes que instaló su cuartel general en Torrelaguna (a escasos 70 kms de la capital). Hemos sabido a través de un documento facilitado por la familia que el 2 de agosto recibió en este pueblo un total de 12.000 pesetas que le servirían para pagar a sus hombres. A lo largo de todo ese verano, nuestro militar fue percibiendo diferentes pagarés con el fin de sufragar los gastos de sus milicias en la sierra madrileña: el 26 de agosto percibió 250.000 pesetas del Comité Regional de Defensa Confederal y el día 28 recibió 30.000 por parte del sindicato de la CNT Campo Libre.

Dentro de su columna se integraron personas de lo más variopintas, sin embargo, una destacaría por encima de las demás. Se llamaba César Ordax Avecilla, era periodista y pintor, formaba parte de la CNT desde antes del 36 y estaba muy vinculado a los Servicios Especiales del Ministerio de la Guerra. Esto significa que, dentro de su columna, nuestro teniente coronel contaba con un miembro muy destacado del contraespionaje republicano. En otras investigaciones que hemos realizado en nuestra web hemos podido comprobar que Ordax Avecilla tuvo mucho que ver en la puesta en marcha de la falsa Embajada de Siam, un complot anarquista para asesinar y robar a decenas de derechistas que creían estar refugiados en una legación diplomática que nunca existió. La falsa Embajada de Siam.

Pero volvamos de nuevo a la figura de Francisco Del Rosal que es el protagonista de esta investigación. La sede de su columna en Madrid se encontraba en el número dos de la calle Monte Esquinza, a muy pocos metros de una clínica de la CNT donde solían acudir los heridos de guerra y donde también se escondían un puñado de quintacolumnistas, entre ellos José Banús, otro protagonista de nuestro libro “La Quinta Columna”.

La actuación de la Columna Del Rosal en Somosierra no pasó desapercibida para la prensa de la época. Algunos diarios como La Libertad se deshicieron en elogios hacia el militar como se puede leer en el artículo de opinión publicado el 30 de agosto de 1936:

“Es un bravo soldado y un ilustre jefe… Resplandece la eficiencia de sus iniciativas, la competencia profesional, el dominio del arte de la guerra, la despreocupación ante el peligro y el hábil maridaje que sabe establecer entre la autoridad y la energía del mando y la cordialidad de las fuerzas que él somete a la disciplina de campaña. Su incansable tarea la encuadra una serie ininterrumpida de triunfos. Valiente, frío, capaz, es acicate para sus soldados y milicianos y espejo en el que se miran cuando llega el instante de afrontar la muerte. El nombre de Del Rosal se pronuncia con respeto y admiración por los valerosos leales de la sierra…Porque Del Rosal, además de ser un militar hecho por y para la guerra, es un republicano auténtico, neto de cepa, de solera inconfundible. Que, así como ahora se juega la vida en defensa de la República, muchas veces se la jugó contra el régimen monárquico, sin importarle amenazas, persecuciones y sufrimientos…Sus milicias obreras ya le llaman coronel; no creo que tardemos mucho en verle ceñir también el fajín de general”.

El nombre de Francisco Del Rosal volvió a aparecer en la prensa el 3 de septiembre de este año. En esta ocasión, el mismo periódico (La Libertad) hablaba de la detención de uno de sus escoltas que actuaba como chófer. La Policía le acusaba de ser un “espía” al servicio de los “fascistas” ya que actuaba como “enlace” del enemigo y le habían sorprendido portando consigo documentos de gran valor estratégico. La identidad del supuesto “agente secreto” era Guillermo Rexa Ruano y antes de la guerra había estado afiliado a la Falange. Desconocemos lo que pudo pasar con Guillermo tras su arresto aunque creemos que pudo ser ejecutado por “espionaje y alta traición”.

ARTICULO 1936
Articulo de prensa sobre Francisco Del Rosal publicado en el periódico La Libertad (Hemeroteca Nacional)

La detención de un espía al servicio de Franco en el corazón de la Columna Del Rosal tuvo una gran repercusión internacional. Hemos comprobado a través de varias hemerotecas internacionales que algunos periódicos franceses y húngaros se hicieron eco del arresto. Esta sería la primera vez en la guerra, aunque no la última, en la que nuestro protagonista se toparía de lleno con un complot de espionaje en su entorno más cercano. Como comprobaremos más adelante, uno de sus hijos, también se vería inmerso en una trama de similares características.

La guerra en el Valle del Tiétar

La presencia de la Columna Del Rosal en la sierra de Madrid tan solo duró unas semanas ya que a comienzos de septiembre fue movilizada de carácter urgente. La caída de Talavera de la Reina en manos de los franquistas el día 3 hizo que el Ministerio de la Guerra republicano buscara una reacción inmediata de sus unidades en el Valle del Tiétar. Siguiendo la magnífica investigación realizada por José María González, la unidad de nuestro militar fue concentrada en el barrio de Tetuán el 5 de septiembre de 1936 antes de su salida. Un día después, un convoy de decenas de vehículos de la columna partiría rumbo al valle atravesando la Sierra Oeste (Navas del Rey, Chapinería, San Martín de Valdeiglesias…)

La columna se instaló en Casavieja (Ávila), localidad que estaba en poder de los republicanos por aquel entonces. Según relató Cipriano Mera en sus memorias, la organización de la unidad quedaba formada de la siguiente manera:

Mando Militar de la Columna: teniente coronel Francisco Del Rosal
Jefe de Estado Mayor: Antonio Verardini
Jefe de Información: César Ordax Avecilla
Corresponsal de Guerra: Ángel de Guzmán
Delegado General de la Columna: Cipriano Mera

Echando un vistazo a esta organización, debemos destacar a otro personaje muy cercano a Del Rosal del que nos hemos ocupado en otras investigaciones de nuestra web: Antonio Verardini. Antes de la guerra Verardini había estado en prisión por estafa donde había conocido a Cipriano Mera, del que se había convertido en amigo inseparable. De hecho, ambos estuvieron juntos hasta casi el final de la Guerra Civil, participando activamente en el golpe del coronel Casado contra los comunistas. Al igual que sucedía con César Ordax, Verardini también tenía vínculos con el contraespionaje de la República y jugó un papel destacado en la falsa Embajada de Siam.

Aunque la Columna Del Rosal se había instalado en Casavieja, el puesto de mando de nuestro militar estuvo situado en Lanzahita, una población cercana. Allí se estableció un frente de batalla de relevancia ya que los nacionales se encontraban en Arenas de San Pedro, a muy pocos kilómetros de donde se encontraban las milicias de la República. El 8 de septiembre, solo dos días después de llegar a la zona, se produjo posiblemente el primer enfrentamiento armado entre la Columna Del Rosal y las tropas franquistas (regulares en su mayoría). El choque tuvo lugar en Lanzahita y los hombres de Del Rosal salieron victoriosos gracias a la pericia militar del teniente coronel, todo un especialista en la guerra de guerrillas.

Desde ese instante ambos Ejércitos empezaron a fortificar la zona con la intención de establecer un frente más estable y frenar las embestidas enemigas. Desde el 10 de septiembre en adelante se produjeron diferentes escaramuzas en la zona controlada por Del Rosal en los puertos de Mijares y Pedro Bernardo y en las localidades de Casavieja, Lanzahita, La Iglesuela y Eresnedilla. Nuestro protagonista tuvo que dirigir a cientos de hombres desperdigados en un terreno muy vasto y montañoso, lo que dificultaba enormemente la consolidación de posiciones. Esto provocó que unos días más tarde, el propio teniente coronel solicitara al Ministerio de la Guerra la ampliación del número de efectivos para cubrir toda su demarcación. Sabemos que la columna se organizaba en diferentes batallones, uno de los cuáles se denominaba Batallón de Campesinos de Arenas. A través de los descendientes de Del Rosal, hemos sabido que una vez terminada la guerra el teniente coronel guardó algunos pagarés que él mismo entregó a este grupo de milicianos.

El 14 de septiembre, un ataque franquista sobre Lanzahita provocó la desbandada de los pocos milicianos que permanecían en la localidad. Franco se apoderó del puesto avanzado de Del Rosal que intentó contraatacar al día siguiente sin éxito. Desde este día y en adelante, se produjo una guerra sin cuartel entre los dos Ejércitos que provocó un gran número de víctimas. A finales de mes se incorporaron a su columna unos 500 milicianos de refuerzo que llegaron a San Martín de Valdeiglesias desde Madrid. En total, formaban parte de su unidad, unos 2700 soldados, la mayoría sin experiencia militar. El bombardeo de Casavieja por parte de la aviación sublevada el 27 de septiembre y la liberación del Alcázar de Toledo, minó la moral de los milicianos de Del Rosal.

Verardini
1º. Antonio Verardini 2º Cipriano Mera 3º Coronel Segismundo Casado

El 30 de septiembre, casi por sorpresa, el Ejército de Franco lanzó una nueva ofensiva sobre Casavieja. En esta ocasión fue un ataque de gran envergadura en el que no solo intervino la Infantería sublevada, sino que también participó la Aviación, dos carros de combate y numerosas piezas de Artillería. Justo el día antes, Del Rosal había vuelto a pedir al Ministerio refuerzos humanos y una nueva partida de material ya que las municiones escaseaban notablemente. Nadie le hizo caso. En unas horas, el pueblo quedó en poder de los franquistas y según publicó la prensa sublevada, ese día, se pasaron a la otra zona unos sesenta guardias civiles procedentes de la Columna Del Rosal. No sabemos con exactitud si esa noticia fue cierta o fue una artimaña de la propaganda rebelde para desmoralizar al “enemigo”. Sin embargo, creemos que pudo tener algo de verdad ya que Cipriano Mera, en sus memorias, mencionó en más de una ocasión la relación tirante que existía dentro de la Columna entre anarquistas y los antiguos miembros de la Benemérita. No es desdeñable, por lo tanto, que los guardias intentaran evadirse a la otra España a las primeras de cambio.

Si leemos con detenimiento la investigación “La Guerra Civil en el Valle del Tiétar”, podemos llegar a la conclusión de que el teniente coronel Del Rosal hizo todo lo posible para defender las posiciones de su columna. Sin embargo, la falta de medios humanos y materiales hicieron imposible la protección de sus defensas. A esto tendríamos que añadir la posible mala relación que existía entre el militar y el general republicano Asensio Torrado, por aquel entonces director de las operaciones en la zona. Esta mala relación también aparece reflejada en el libro de memorias de Cipriano Mera:

“El teniente coronel Del Rosal no sentía la menor simpatía hacia el general Asensio. En más de una ocasión nos quiso convencer de que había que deshacerse de él por ser un enemigo del pueblo…En realidad entre ellos había una rivalidad de mando. Del Rosal afirmaba que Asensio era un animal…Esos dos jefes militares eran, a fin de cuentas, los más valiosos y leales a la causa republicana”.

Durante los días posteriores a la toma de Casavieja, los nacionales siguieron conquistando otras poblaciones cercanas lo que obligó a nuestro protagonista a replegarse hasta Sotillo de la Adrada el 6 de octubre.Por estas fechas, Del Rosal tuvo que abandonar el Valle del Tiétar para regresar a Madrid donde se iba a celebrar una reunión urgente en el Ministerio de la Guerra para hablar de la situación de su columna que estaba exhausta. En su lugar, dejó al mando de sus hombres a un comandante de Ingenieros. No sabemos con exactitud si fue obligado a regresar a Madrid o si por el contrario él decidió viajar hasta la capital para pedir personalmente refuerzos. Algunas fuentes aseguran que fruto de aquella reunión, fue destituido de su cargo por las altas jerarquías militares. Nosotros no hemos podido confirmar esta información. De hecho, creemos que no fue así porque unas semanas más tarde seguía mandando a sus hombres en otro frente de batalla.

En la sierra de Albarracín

La Columna Del Rosal abandonó el Valle del Tiétar a primeros de octubre de 1936. Estaba muy diezmada, ya que se habían producido muchas bajas, pero seguía dispuesta a seguir combatiendo. Algunas fuentes aseguran que Del Rosal fue destituido tras la derrota sufrida por su columna en el Valle del Tiétar, sin embargo, hemos podido comprobar que esta información no es cierta. El Comité de Defensa de la CNT decidió enviarle junto a Cipriano Mera a combatir en la Sierra de Albarracín y los Montes Universales, información que el propio Mera ratificó en sus memorias. Lo cierto es que su columna estaba muy mermada y aunque el teniente coronel pidió 15 días para reorganizar a sus hombres (muchos eran nuevos reclutas), Eduardo Val no pudo aceptar su petición porque era urgente su traslado. Al militar no le quedó más remedio que acatar la orden, esperando que, en esta ocasión, el general Asensio no se interpusiera en su camino. Seguía con el convencimiento de que el general republicano había dejado “completamente desatendidos” a sus milicianos en las operaciones de Casavieja.

CAUSA GENERAL
La justicia franquista acusó a la Columna Del Rosal de estar relacionado con el asesinato de varios labradores de Guadalajara (PARES)

El 15 de octubre del 36 la Columna Del Rosal partió para los Montes Universales en la provincia de Teruel. En total eran unos 3000 hombres pertenecientes a los batallones Mora, Ferrer, Orobón Fernández, el batallón juvenil libertario y ocho centurias catalanas de la Columna Tierra y Libertad. El teniente coronel Francisco Del Rosal mandaba la columna mientras que su segundo responsable era un comandante de Asalto apellidado Torres. Manuel Valle era el representante del Comité de Defensa de la CNT, el jefe de Estado Mayor seguía siendo Verardini y el delegado general de la Columna el ya conocido Cipriano Mera.

Antes de llegar a los Montes Universales, Del Rosal y sus milicianos se detuvieron en Tarancón (Cuencia). Nuestro hombre instaló su puesto de mando en Alcázar del Rey, una localidad situada a unos pocos kilómetros. Según Cipriano Mera, a la columna le llamó enormemente la atención la instalación de su puesto de mando en este pueblo y se mostraba convencido de que le había presionado su segundo, el comandante Torres, que tenía intenciones de conquistar él por su cuenta Teruel y Albarracín.

Lo cierto es que se vivieron momentos de tensión y discrepancias entre los dirigentes de la Columna Del Rosal en relación con diferentes operaciones de guerra. Nuestro teniente coronel también se enfrentó con otro militar republicano, el coronel Manuel Eixea, cuya columna también se movía por la zona. La sangre no llegó al río, y durante casi todo el mes de octubre y noviembre, los milicianos de Del Rosal participaron en numerosas acciones de guerra en localidades como Tragacete o Trama Castilla. En alguna de ellas, los batallones republicanos se hicieron pasar por tropas rebeldes para conquistar con suma facilidad algunas poblaciones estratégicas.

La Columna Del Rosal también participó en numerosas acciones de guerra en la zona, y algunos de sus comandos llegaron a internarse hasta la misma localidad de Albarracín. Los combates fueron bastantes duros en la zona, tanto es así que nuestro teniente coronel y Cipriano Mera se desplazaron hasta Valencia para intentar conseguir municiones del Ejército de Levante. El general Caminero, que fue su interlocutor, tan solo se comprometió a entregarles unos cientos cartuchos, ya que aseguraba carecer de más munición. No les dio tiempo a utilizarlos, ya que por estas fechas el Comité de Defensa de la CNT ordenó regresar a Madrid a toda la columna. Se estaban aproximando los nacionales a la capital y era necesario utilizar todos los recursos posibles para evitar que la ciudad cayera en poder del enemigo.

Antes de comentar el regreso a Madrid de Francisco Del Rosal, queremos repasar brevemente un aspecto un tanto polémico relacionado con su columna. A través de algunas fuentes documentales hemos sabido que durante los meses de octubre y noviembre de 1936 algunos de sus batallones se establecieron en algunos varios pueblos de Guadalajara. Se instalaron en localidades como Armallones, Huerta Pelayo, el Recuenco o Villanueva de Alarcón donde controlaban los diferentes tribunales revolucionarios y los comités de guerra. Según consta en la Causa General, en esta última población fueron asesinados en noviembre del 36 seis jornaleros, acusados de “derechistas” que procedían de la vecina localidad de Armallones. Según las investigaciones franquistas que se hicieron tras la contienda, la responsabilidad última de estas ejecuciones cayó en la Columna Del Rosal que controlaba los comités de guerra del sector.

La detención de su hijo Antonio y un nuevo traslado

No tenemos demasiados datos de Francisco Del Rosal entre los meses de noviembre de 1936 y febrero de 1937. Tan solo sabemos que fue ascendido a coronel y que recibió algunas críticas por su actuación en el Valle del Tiétar por personas como Joaquín Almendros, secretario militar del PSUC. Más allá de esto, apenas hemos obtenido datos de nuestro hombre hasta febrero de 1937. Creemos que permaneció todo este tiempo en Madrid, posiblemente destinado en Capitanía Militar a la espera de ser destinado de nuevo al frente de batalla. En la capital se enteró del arresto de Antonio, el hijo que había tenido con su primera mujer, al que la Policía de la República le acusaba de “espionaje”. A las autoridades no les faltaba razón. El joven había creado una red quintacolumnista que pretendía colaborar con los nacionales desde el corazón de la retaguardia republicana realizando sabotajes y obteniendo información del enemigo. Aprovechando el prestigio de su padre y aunque apenas tenía relación con éste, Antonio evitó ser destinado al frente y fue movilizado a un taller de reparación de ametralladoras donde realizó algunos sabotajes.

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Artículo publicado en el periódico CNT que habla de la detención de Antonio Del Rosal

La prensa de la época publicó gran variedad de artículos sobre la detención de “un hijo del coronel Del Rosal” asegurando que tanto el chico como sus colaboradores más cercanos eran espías al servicio de los nacionales. Aunque los periódicos aclaraban que el joven “no tenía relación con su padre”, es posible que el arresto de su hijo por “fascista” desprestigiara en cierta manera al militar. En nuestro libro “La Quinta Columna” editado por la Esfera de los Libros dedicamos todo un capítulo a analizar el papel de la red de espionaje de Antonio Del Rosal y de su triste final unos meses después de ser arrestado. El joven falangista terminaría fusilado en Paterna (Valencia) con algunos de sus compañeros en 1937.

Coincidiendo en el tiempo, con la detención de su hijo, Francisco Del Rosal fue enviado en febrero de 1937 de nuevo al frente de batalla. Así lo refleja un documento de la Consellería de Defensa de la Generalitat de Catalunya en el que se destinaba al coronel “por necesidades del servicio” como segundo jefe del Frente de Aragón. Con fecha del 4 de febrero, “debía incorporarse con la máxima urgencia a la localidad de Sariñena”. No descartamos que antes de incorporarse a su destino, Del Rosal pasara algún tiempo en Barcelona donde pudo tener vínculos con la Generalitat. Se da una circunstancia curiosa: su primera esposa mantuvo una reunión con Lluys Companys con la intención de conseguir el indulto para su hijo Antonio que había sido condenado a muerte por “espionaje”. Teniendo en cuenta la vinculación del militar con la Generalitat, creemos que pudo cerrar esa reunión de su ex esposa con el político catalán. El lector también se estará preguntando acerca de la otra familia del coronel Del Rosal: su esposa Consuelo (con la que todavía no se había casado oficialmente) y sus dos hijos. Mientras él combatía en el Frente de Aragón, ellos residían en Lérida. Así lo confirmó en sus memorias el médico anarquista Pedro Vallina, muy buen amigo de nuestro militar. Vallina y Del Rosal también coincidirían por estas fechas en el hospital de Barcelona de la calle Tallers a donde Francisco acudió para que le curaran una mano después de ser herido en el frente.

No permaneció mucho tiempo en el Frente de Aragón ya que en junio de 1937 fue destinado al Ejército del Norte de la República. Por estas fechas, los republicanos estaban sufriendo lo indecible en el País Vasco, Cantabria y Asturias. El mismo día en el que se produjo su cambio de destino, el 19 de junio, se produjo la caída de Bilbao. A Del Rosal, por lo tanto, no le quedó más remedio que incorporarse a la defensa de Santander y a las operaciones que tendrían lugar en octubre en Asturias.

No hemos encontrado apenas datos sobre la participación de Francisco Del Rosal en los combates del norte, tan solo que se desplazó hacia el teatro de operaciones por vía aérea desde Barcelona. Unos meses después, en noviembre de 1937, su nombre apareció en el registro civil de Castellón contrayendo matrimonio con Consuelo García, su segunda pareja. Esto viene a confirmar que, por estas fechas, nuestro protagonista todavía no se había casado con ella de manera oficial, aunque a todos los efectos llevaban años haciendo una vida familiar. Solo cuatro días después de su enlace matrimonial, el Ministerio de la Guerra autorizó al militar a residir unos meses en Castellón con su familia pese a encontrarse “disponible forzoso en Madrid”. Coincidiendo con su estancia en la ciudad castellonense, Del Rosal se enteró del fusilamiento en Paterna (Valencia) de su hijo Antonio tras confirmarse la sentencia del tribunal que le condenaba a muerte por “quintacolumnista”.

Comandante Militar de Tarragona

Durante casi un año desconocemos por completo las actividades militares de Francisco Del Rosal en Castellón o Madrid. Sin embargo, su nombre volvió a saltar a la palestra el 9 de septiembre de 1938 cuando fue nombrado Comandante Militar de Tarragona. Es posible que su nombramiento estuviera relacionado con su viejo amigo, el general Riquelme que era originario de la ciudad tarraconense. En cualquier caso, nuestro hombre pasó a ocupar un cargo más representativo que militar; a buen seguro que le hubiera gustado, por esas fechas, participar en acciones de guerra, aportando sus profundos conocimientos militares.

PEDRO VALLINA
El doctor Pedro Vallina, amigo íntimo de Francisco Del Rosal /www.elsaltodiario.com

Desde la Comandancia Militar de Tarragona, Del Rosal fue testigo del final de la Batalla del Ebro y también de la ofensiva franquista sobre Cataluña. El ataque nacional para hacerse con el control absoluto del territorio catalán se desarrolló a finales de diciembre de 1938 y principios de 1939. Las líneas de defensa que ideó Vicente Rojo resultaron un fracaso absoluto, quizá porque los sublevados contaban con muchos más hombres y material bélico. Además, los republicanos estaban exhaustos tras los durísimos combates que se habían desarrollado en el Ebro.

Durante los casi cinco meses que permaneció en Tarragona, el coronel Del Rosal reorganizó las defensas antiaéreas de la ciudad, ya que las embestidas que hacían los cazas sublevados eran cada vez más frecuentes. El puerto, donde solían llegar mercancías del exterior , y el cercano aeródromo de Reus eran los objetivos favoritos de la aviación franquista, que, a su paso por la ciudad, también dejaban caer un gran número de bombas para desmoralizar a la población civil. A través de la Hemeroteca Nacional hemos recogido un sinfín de noticias que hacen referencia a la reorganización de las defensas aéreas y costeras por parte de la Comandancia Militar, dirigida por nuestro militar.

La guerra estaba tocando su fin en Cataluña y Francisco Del Rosal permanecía arrinconado en la Comandancia Militar de Tarragona, sin poder contribuir, desde el frente, a defender la causa republicana. Observaba con mucha frustración como los nacionales se iban aproximando a la ciudad: a comienzos de enero de 1939 el enemigo ya dominaba casi toda la comarca del Priorat. Era cuestión de días que la ciudad tarraconense quedara en poder de los franquistas, por lo que tuvo que organizar personalmente la evacuación de la población civil y militar. Utilizando sus dotes de mando, el 14 de enero asumió la responsabilidad de inutilizar los servicios estratégicos como Radio Tarragona y la central de teléfonos y telégrafos para ralentizar la entrada del enemigo y asegurar la huida. Le ayudaron en todas estas tareas el comisario Ramón Sanahuja y el alcalde Jaume Castelló Plana.

RIQUELME
José Riquelme, jefe de Del Rosal en la Guerra Civil

El 15 de enero se produjo la evacuación voluntaria de Tarragona y nuestro hombre, al igual que sus colaboradores más cercanos, se desplazaron a toda prisa hasta Barcelona. Todo el mundo era consciente de que Cataluña terminaría cayendo, más pronto que tarde, en poder de los sublevados. En la Ciudad Condal estuvo trabajando también en la evacuación., así lo demuestra un documento que nos ha facilitado su familia, firmado por su inseparable José Riquelme que viene a decir lo siguiente:

“Comandancia Militar de la Zona Interior de la Región Oriental. Por disposición del General Jefe del Grupo de los Ejércitos de la Región Oriental, ha sido usted destinado a mis más inmediatas órdenes, sin perjuicio del cometido que le puede ser asignado. Barcelona, 24 de enero de 1939”.

Este documento está firmado el 24 de enero de 1939, justo dos días antes de que los nacionales entraran en Barcelona . Los altos mandos militares y los funcionarios de la Generalitat ya habían abandonado la ciudad para dirigirse a Figueras, población mucho más cerca de la frontera francesa. Francisco Del Rosal estaba entre aquellos militares que también se aproximaban al país vecino. Consciente del peligro que podían correr sus familiares, el coronel envió a su mujer y a sus dos hijos a la frontera francesa antes de que él abandonara la Ciudad Condal. Les acompañaba Pilar, la niñera de la familia que había permanecido casi toda la guerra con ellos, cuyo marido era un soldado republicano. La consigna que Francisco les había dado a sus familiares era que “avanzaran” hasta Francia y que no hicieran caso a las posibles noticias que pudieran escuchar sobre él. Era habitual que se extendieran los rumores de que un militar de alta graduación de la República había sido hecho prisionero por Franco. Era una manera de obligar a sus familiares a regresar hasta la zona controlada por los sublevados, convirtiéndose en rehenes de los nacionales.

La huida a Francia

No sabemos demasiado del camino que hizo la esposa de Francisco Del Rosal y sus dos hijos hasta llegar a Francia. A través del doctor Pedro Vallina hemos averiguado que, al menos pernoctaron una noche en Massanet de Cabrenys, una localidad montañosa del Alto Ampurdán que se encuentra a pocos kilómetros del paso fronterizo con el país vecino. El médico se encontró con ellos allí y los acompañó durante su paso pirenaico hasta llegar a Francia. Unos días después se desplazarían hasta Perpignan donde la joven Consuelo y sus dos pequeños se reencontraron con Francisco Del Rosal, que también había conseguido escapar in-extremis de España.

DEL ROSAL Y ESPOSA 2
Del Rosal y su esposa Consuelo

Sus allegados relatan que el trayecto hasta Francia fue muy peligroso y al mismo tiempo muy triste. Con la intención de sobrevivir, su esposa se guardó unas pocas joyas y algo de dinero entre su ropa interior, consciente de que tendría que venderlas para intentar sobrevivir en el país vecino. Nuestro protagonista se llevó consigo varios documentos de gran valor, que demostraban que había sido oficial del Ejército y que había servido de manera leal a la República durante la Guerra Civil. Una buena parte de esos documentos permitieron, muchos años más tarde, que algunos de sus descendientes obtuvieran la nacionalidad española.

La salida a América

Del Rosal y su familia permanecieron en Francia durante casi dos años. Durante varios meses estuvo, junto con otros miles de republicanos españoles, en el campo de concentración de Palavás a la espera de que las autoridades francesas tomaran una decisión sobre ellos. Hemos averiguado, a través de un documento diplomático al que hemos tenido acceso, que en abril de 1940 la familia Del Rosal estaba instalada en Villenueve-les Maguelonne, una pequeña población situada en el departamento de Hérault, distrito de Montpellier. En este tiempo, volvió a entrar en contacto con su amigo el general Riquelme, que, desde París, intentó hacer todas las gestiones posibles para que Del Rosal y los suyos se exiliaran a América. No fue el único. También le ayudó en esta tarea Eduardo Avilés Ramírez, encargado de Negocios de la Embajada de Nicaragua en Francia, que permaneció vinculado a nuestro protagonista desde su salida de España. ¿El motivo? Estamos prácticamente convencidos de que el diplomático nicaragüense también estaba relacionado con la Masonería.

Tras una serie de vicisitudes un tanto rocambolescas, el coronel y su familia por fin consiguieron embarcarse rumbo a América en vapor Alsina, de bandera francesa. El viaje lo había organizado la JARE (Junta de Asistencia a los Refugiados Españoles). El 15 de enero de 1941, con un frío glacial, la nave abandonó el puerto de Marsella para encaminarse, previo paso por África, al otro lado del Atlántico. A bordo iban un gran número de vascos que se encontraban exiliados en Francia, así como otro elevado número de judíos que escapaban del holocausto. Dicen que el Alsina fue el último barco que partió de Francia con refugiados a bordo, afirmación que no hemos podido confirmar al cien por cien. Lo que iban a ser quince días de navegación hasta América se convirtió en casi un año de incertidumbre para los viajeros. Los ingleses, que controlaban esa ruta marítima, obligaron al vapor a detenerse en Dakar hasta que el capitán no consiguiera un certificado especial para el libre tránsito. También tuvieron que hacer escala en Casablanca, ciudad conocida por nuestro protagonista de su época de juventud. Tras un tiempo en Marruecos a la espera de que todo se solucionara, los refugiados españoles finalmente consiguieron entrar en un barco portugués -de nombre Quanza- que les trasladaría a América.

Registro de Inmigrantes Españoles en México. Copia Digital
Pasaporte de Francisco Del Rosal con el que llegó a México / Portal de Movimientos Migratorios

Del Rosal y sus familiares llegaron a Veracruz (México) a bordo del Quanza a finales de 1941. El barco, con casi 400 exiliados republicanos a bordo, tuvo que pasar también por Orán (Argelia) para recoger a más españoles que deseaban hacer las “Américas”. El 20 de noviembre, por fin tocó suelo mexicano. Hemos sabido gracias a sus descendientes y al Archivo General de México, que Del Rosal y sus allegados permanecieron unos meses en la capital mexicana. Existe una ficha suya, con su pasaporte, en el Portal de Movimientos Migratorios, donde se afirma que en 1942 se encontraba viviendo en México DF.

Una nueva vida en Nicaragua

Tras un tiempo en allí, Del Rosal y los suyos se desplazaron hasta Nicaragua, país cuya situación y clima le sentaban mucho mejor. El militar empezaba a tener problemas de salud que unos años más tarde se agravarían. En Managua trabajaría como profesor en un instituto Ramírez Gollena del que terminaría ocupando cargos de responsabilidad. No está muy claro los motivos por los que decidió instalarse en Nicaragua, pero no descartamos que pudieran estar relacionado con sus contactos en la Masonería. No hay que olvidar que en Francia había conocido a un diplomático nicaragüense con cierto peso que le ayudó a salir rumbo a América. Con todo, según el investigador Luis-Alfredo Lobato Blanco, funcionarios nicaragüenses del Ministerio de Instrucción Pública fueron los encargados de invitar a residir en Managua a un puñado de republicanos intelectuales que tenían perfectas capacidades para trabajar como docentes.

Hasta casi el mismo día de su muerte, Del Rosal estuvo impartiendo clases de Matemáticas y Física en el instituto Ramírez Gollena donde llegó a ser director de estudios. Según el relato de sus descendientes, el domicilio de Francisco Del Rosal tanto en México como en Nicaragua estuvo siempre abierto a los republicanos españoles que se habían exiliado a América. Por allí era muy habitual que se celebraran tertulias y charlas con los intelectuales de la época. No hay que olvidarse, el coronel era un apasionado de la lectura y la escritura: de hecho, había publicado varios libros antes de la Guerra Civil.

En 1945, seis años después de su precipitada salida de España, Francisco Del Rosal fallecía en Managua. Tenía sesenta y dos años. En Nicaragua dejó a su viuda y a sus dos hijos, Antonio y Consuelo. A través del Centro Documental para la Memoria Histórica de Salamanca, hemos sabido que la justicia franquista investigó al coronel tras su muerte. En 1947, dos años después de su fallecimiento, el Tribunal para la Represión de la Masonería y el Comunismo abrió una investigación para averiguar su paradero. Tras abrir una ficha con sus antecedentes masónicos, los policías que llevaron a cabo la investigación comprobaron que había fallecido en Nicaragua.

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Periódico nicaragüense habla sobre Francisco Del Rosal (imagen cedida por la familia Del Rosal)

Su mujer y sus hijos se vieron obligados a empezar una nueva vida, ya sin Francisco Del Rosal en Nicaragua. Su esposa tuvo que empezar a trabajar para una institución gubernamental para conseguir fondos para mantener a su familia. Compaginaba su trabajo con la educación de sus hijos, pasando mucho tiempo también en la iglesia, ya que era una persona muy religiosa. Sus familiares no regresarían a España hasta 1968, aunque solo permanecieron unos pocos días para visitar a sus seres queridos.

La otra familia de Francisco Del Rosal, tampoco tuvo una vida fácil al terminar la guerra. Su ex mujer, Dolores López de Vinuesa había perdido a su hijo, Antonio Del Rosal durante la Guerra Civil, y la situación familiar era muy delicada desde el punto de vista económico. Tanto es así, que las hijas del coronel republicano tuvieron que empezar a trabajar como oficinistas en un Ministerio para mantener a la familia.

Fuentes consultadas

  • Biblioteca Virtual de la Defensa
  • Hemeroteca Nacional
  • Biblioteca Prensa Histórica
  • Archivo General Militar Paseo de Moret
  • Centro Documental para la Memoria Histórica
  • Portal de Movimientos Migratorios
  • Archivo General de México
  • Boletín Cultural de Información del Archivo General de la Diputación de Tarragona.
  • “La Quinta Columna”, editorial la Esfera de los Libros. Alberto Laguna y Antonio Vargas.
  • “Controversia ideológica sobre la idea de hispanidad” de Luis-Alfredo Lobato Blanco.
  • “La Guerra Civil en el Valle del Tiétar. Diario de operaciones de la Columna Del Rosal” de Sociedad de Estudios del Valle del Tietar. Libro escrito por José María González Muñoz
  • “Muerte en la Alcarria. Violencia revolucionaria y anarquismo en Guadalajara durante la Guerra Civil Española” de Isaac Martín Nieto.
  • Memorias del doctor Pedro Vallina durante la Guerra Civil.
  • “Milicias y unidades armadas anarquistas (FAI -FIJL) y anarcosindicalistas (CNT) en la Guerra Civil Española” de Juan J Alcalde.
  • “Un anarquista en la guerra de España”, Cipriano Mera.
  • “Diari del Viatje de Montpellier a Mexic” de Joan Ventosa i Roig.
  • https://blogs.deia.eus/historiasdelosvascos/2014/01/09/marsella-1941-el-alsina-el-ultimo-barco-de-la-libertad/
  • http://www.guerraenmadrid.com
  • Conversaciones con los descendientes de Francisco Del Rosal en Panamá y España.

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