
La historia de Antonio Bonet lleva más de doce años encerrada en uno de los cajones de mi escritorio. Parecía que las aventuras y desventuras en la Guerra Civil de este mítico jugador del Real Madrid no querían salir de bloc de notas que utilicé en 2011 al reunirme con su hermana en Puerto Sagunto (Valencia). En aquella época estaba preparando un artículo sobre el club merengue en los años treinta para la revista Madrid Histórico, lo que me obligó a hablar con decenas de descendientes de futbolistas tan históricos como Ricardo Zamora, Luis Regueiro o Jacinto Quincoces.
El caso de Antonio Bonet es curioso porque, a diferencia de los anteriores, nadie ha recaído en su historia en la Guerra Civil. Ni siquiera aquellos periodistas o investigadores que se vanaglorian de conocer mejor que nadie el pasado de la institución madridista y que no han visitado ningún archivo o hemeroteca en su vida. No sabemos los motivos, pero este mediocentro valenciano es un completo desconocido para el gran público y ha permanecido siempre en un segundo plano pese a ser considerado en su época, uno de los mejores mediocentros de Europa.
Se da la circunstancia de que Antonio Bonet había llegado al Real Madrid en 1930 procedente del Sporting de Canet de Puerto Sagunto donde llevaba años residiendo con su familia. Su fichaje por el club blanco coincidió casi en el tiempo con la llegada de Ricardo Zamora al que le uniría una fuerte relación de amistad. De hecho, cuando estalló la guerra, ambos eran los jugadores que más tiempo llevaban en el club, por delante incluso del entrenador, Paco Bru.

Julio de 1936 había sido un mes dulce para Bonet puesto que había ganado la Copa de España con su Real Madrid ante el eterno rival, el FC Barcelona (2-1). Había sido titular en aquel partido al que habían asistido gran parte de sus familiares pues se disputó en la ciudad de Valencia, a pocos kilómetros de su pueblo natal. Como bien sabe el lector, al regresar a Madrid se dio un baño de multitudes junto con el resto de sus compañeros con la celebración del título por todo lo alto por las diferentes calles de la capital.
El inicio de la guerra
El estallido de la Guerra Civil le cogió accidentalmente en Madrid cuando se disponía a trasladarse a Puerto Sagunto, donde solía pasar el verano con su familia. Al igual que otros años, ya había preparado todos sus pertrechos de pesca ya que era un gran aficionado a esta actividad, especialmente durante los meses estivales. Debido a los primeros combates, tuvo problemas logísticos para llegar a su pueblo -no había apenas camionetas de línea ni trenes- pero finalmente pudo hacerlo a finales de julio de 1936.
Solo permaneció unos días en su vivienda familiar porque a mediados de agosto, el secretario del Madrid CF (así es como se denominó al Real Madrid en tiempos de la República) le envió un telegrama urgente ordenándole que regresara a Madrid cuanto antes. Aunque el club había sido requisado por el Frente Popular, el secretario, Pablo Hernández Coronado, había conseguido permanecer en su puesto con la obligación de organizar partidos benéficos para recaudar fondos para los soldados de la República.

Cuando Bonet llegó a Madrid se encontró con varias sorpresas. Su amigo y capitán del equipo, Ricardo Zamora, se encontraba encarcelado en la cárcel Modelo y estuvo a punto de ser fusilado durante el asalto de la prisión del 22 de agosto bajo la acusación de “fascista”. También se sorprendió al enterarse de que varios de sus compañeros no habían podido regresar a la capital por las circunstancias de la guerra. Era el caso de Quincoces, Ciriaco, Eugenio Hilario y Sañudo a los que la contienda les sorprendió en zona nacional.
Hernández Coronado se entrevistó en las oficinas del estadio de Chamartín con los siete u ocho jugadores merengues a los que había podido reunir. Entre ellos se encontraba Bonet y otros ilustres futbolistas como los hermanos Regueiro, Simón Lecue, Emilín o el mexicano José Ramón Sauto.
El secretario del club les explicó que era necesario que todos ellos participaran en una serie de partidos amistosos que se iban a durante las próximas semanas ya que estaba convencido de que la competición de liga no se iba a poder reanudar como era habitual otros años en septiembre. Así se lo había comunicado el presidente del club, Rafael Sánchez Guerra, que ocupaba un puesto de responsabilidad en el Ayuntamiento de Madrid y que contaba con muy buenos contactos dentro del Gobierno de la República como se vería más adelante.
¿Leal a la República?
Con el fin de que los jugadores del Real Madrid no fueran señalados grupos milicianos exaltados -para muchos el club blanco lo formaban señoritos- Hernández Coronado consiguió que la prensa publicara una serie de artículos para demostrar la supuesta lealtad de la plantilla al régimen republicano. Así por ejemplo, el 12 de septiembre de 1936, varios diarios mencionaban en sus páginas que “el medio madridista, Bonet, es totalmente adicto a la política que representa el actual Gobierno del Frente Popular”. También se publicaron artículos similares con los hermanos Regueiro o Simón Lecue.
Durante las entrevistas que mantuvimos con la hermana pequeña del jugador en su casa de Puerto Sagunto, ella nos comentó que no recordaba especialmente a su hermano como un gran entusiasta de la República. Tampoco es que simpatizara con los alzados, simplemente era una persona a la que “no le interesaba la política y lo único que pensaba era en el fútbol”. En cualquier caso, aquella lealtad al Gobierno del Frente Popular fue casi con toda seguridad un instinto de supervivencia del mediocentro para evitar ser perseguido por los milicianos como le había sucedido a Zamora o a Sauto.
Durante todo el otoño de 1936, cuando las tropas franquistas ya se encontraban en la Casa de Campo y Ciudad Universitaria, los futbolistas del Real Madrid, entre ellos Bonet, jugaron un sinfín de partidos benéficos. Uno de los primeros se celebró Ciudad Real y enfrentó al club merengue con una selección de futbolistas manchegos entre los que se encontraba el portero de Manzanares, Salvador Fernández Pacheco que junto con Zamora era uno de los mejores guardametas de la época. Los crónicas de la época aseguraban que Bonet y los hermanos Regueiro fueron los más destacados de aquel partido que terminó con 5-1 a favor de los blancos.

Otro de los partidos que disputó Bonet junto a sus compañeros del Real Madrid tuvo lugar el 13 de octubre de 1936 ante un conjunto local de Alcalá de Henares. Entre los hombres que disputaron aquel encuentro, se encontraba el mexicano José Ramón Sauto Hurtado que unos días después sería detenido y trasladado a una checa bajo la acusación de ser derechista. Aunque Sauto pudo sobrevivir a su arresto y refugiarse en una embajada, su arresto causó un gran impacto dentro del vestuario porque los jugadores no se sentían seguros en Madrid donde las MVR (Milicias de Vigilancia de Retaguardia) campaban a sus anchas y cometían todo tipo de desmanes.
Partidos benéficos
Quizá para congraciarse con el régimen republicano, nuestro protagonista fue alineado junto a varios futbolistas profesionales para disputar unos pocos encuentros de exhibición con el equipo que había montado el Batallón Deportivo. Uno de ellos tuvo lugar en el mismo estadio de Chamartín y los fondos recaudados con las entradas estuvieron destinados a beneficio de la Casa Cuna de Madrid y de los Hospitales de Sangre.
En noviembre del 36, el entrenador del Real Madrid, Paco Bru, se trasladó hasta Barcelona para negociar la posible inclusión del club en el Campeonato de Cataluña que llevaba unas semanas disputándose. La idea era que el conjunto blanco se incorporara a la competición, aprovechando que las provincias catalanas se encontraban alejadas de los frentes de batalla. Pese a las negociaciones, la inclusión del Madrid en esta liga no pudo efectuarse y la expedición madridista se dispersó para siempre.
Los hermanos Regueiro y Emilín se centraron a partir de ese momento en la selección de Euskadi que unos meses más tarde realizaría una gira mundial con tintes propagandísticos por Europa, la Unión Soviética y América. De aquel Real Madrid que había conquistado la Copa de España en julio de 1936, solo permanecían en la capital seis meses después de aquel éxito impresionante, dos de sus efectivos, Antonio Bonet y Simón Lecue.
En el Ejército de la República
A nuestro mediocentro valenciano le movilizó el Ejército de la República a primeros de 1937. Bonet tenía cierta experiencia militar puesto que seis años antes del alzamiento había hecho el servicio militar en el regimiento de ferrocarriles de Leganés, dentro del cuerpo de Ingenieros, lo que le había dado cierta formación castrense. Su primer y único destino en la Guerra Civil fue el Palacio, a pocos metros de la Casa de Campo, donde se había constituido una especie de escuela de capacitación para oficiales del recién creado Ejército Popular.
En aquella escuela, Bonet se encargó de la preparación física de los nuevos oficiales republicanos en calidad de profesor. Los que le conocieron en aquella época, recuerdan que sus alumnos le apodaban “el negro” porque estaba muy moreno de piel y se pasaba haciendo deporte y cultivando el cuerpo a todas horas, sin camiseta. Así lo confirma una fotografía que hemos encontrado de él en la Hemeroteca Nacional.
El día a día de Bonet en el Palacio Real era frenético. Al encontrarse muy próximo al frente de la Casa de Campo, los bombardeos de la artillería enemiga eran muy habituales. El palacio también era objetivo de la aviación sublevada ya que los servicios secretos de Franco se habían enterado que allí se había instalado también la sede del “servicio de información del Estado Mayor rojo” que estaba dirigido por el coronel Estrada Manchón.

Aunque el fútbol había pasado a un segundo plano tras su movilización, Bonet tuvo que vestirse de corto en septiembre de 1937 para disputar un nuevo partido benéfico. Este tuvo lugar nuevamente en el estadio de Chamartín y sirvió para homenajear a los soldados republicanos que, tras varias semanas de asedio, habían conseguido conquistar Belchite.
Recta final de la guerra
Aquel fue el último gran partido que disputó nuestro hombre durante la Guerra Civil. Según sus descendientes, siguió prestando destino en el Palacio Real hasta el final de la contienda. A finales de marzo de 1939, cuando los frentes republicanos se vinieron abajo tras el avance nacional, Bonet abandonó su puesto y se marchó hasta su casa a la espera de que la situación se tranquilizara. Así se lo recomendó Rafael Sánchez Guerra, el presidente del Real Madrid que había sido ayudante del coronel Segismundo Casado y que, en lugar de exiliarse al extranjero, decidió esperar a los vencedores en el Ministerio de Hacienda junto al resto de autoridades republicanas que permanecían en la capital.
Unos días después de que las tropas franquistas ya controlaran Madrid, el histórico mediocentro se presentó ante las nuevas autoridades. Había sido el único jugador blanco que había permanecido en la capital toda la Guerra Civil. Al igual que otros muchos futbolistas fueron sometidos a un proceso de depuración por haber prestado servicio a las fuerzas republicanas, aunque no encontraron responsabilidad alguna en su versión de los hechos. A pesar de haber sido profesor de los “oficiales rojos” y de haber mostrado su “lealtad a la República”, Bonet pudo seguir jugando al fútbol. Sin embargo, todo había cambiado.
En 1939 disputó unos pocos partidos con el Real Madrid, pero con el tiempo decidió abandonar el club por las diferencias que tenía con Jacinto Quincoces que durante la guerra había servido en el Ejército franquista como conductor de ambulancias de las divisiones navarras. Nuestro hombre continuó su carrera como profesional hasta 1943 en el Granada, cuando decidió retirarse. Tenía 35 años.
Desde entonces inició una interesante carrera como entrenador que le llevó a dirigir equipos tan diversos como el Real Murcia, Levante, Córdoba, Hércules, Caudal de Mieres y el CD Badajoz. Su último equipo como técnico fue la Cultural Leonesa (1960-1961). Tras retirarse como entrenador llevó una vida tranquila en Madrid junto a su familia y disfrutó enormemente de la sierra madrileña pues se compró un pequeño chalecito en un pueblo de montaña donde permaneció hasta su muerte. Falleció en 1993 y el club de sus amores, el Real Madrid, guardó un minuto de silencio dedicado a su memoria. Fue antes de un partido de Copa del Rey ante la Real Sociedad en el que los madridistas ganaron por 4-0 y lucieron crespones negros en sus camisetas.
Nota de los autores
Estamos encantados de la difusión que están teniendo nuestros artículos de investigación. Cada vez sois más los gestores de blog y periódicos digitales que mencionáis nuestro trabajo en vuestras plataformas. Estamos felices con ello. Sin embargo, hemos detectado de un tiempo a esta parte que algunos «piratas de la información» entre los que se encuentra algún periodista se dedican a plagiar nuestros artículos y utilizarlos como si fueran propios sin mencionarnos ni enlazarlos. Ni que decir tiene que tomaremos de ahora en adelante las acciones oportunas con este tipo de personajes. La Red es algo maravilloso que nos permite difundir la historia de España. Cuidémosla por el bien de todos.
Fuentes consultadas:
- Testimonio oral de Pepita Bonet, hermana de Antonio Bonet, que residía en Puerto Sagunto.
- Artículo de la revista ‘Madrid Histórico’ (Nº 35) sobre la final de la Copa de España de 1936 realizado por los autores de este blog.
- https://guerraenmadrid.net/2019/03/16/el-ultimo-real-madrid-barcelona-antes-de-la-tragedia/
- https://guerraenmadrid.net/2019/03/02/sauto-el-jugador-del-real-madrid-que-sobrevivio-a-una-checa/
- https://guerraenmadrid.net/2019/02/22/la-guerra-trunco-la-carrera-a-tres-estrellas-del-real-madrid/
- Hemeroteca Nacional: El Liberal. 14.10.1936, 30.09.1936
- Hemeroteca Nacional: La Libertad. 26.09.1936.
- Hemeroteca Nacional: La Voz. 02.11.1936.
- Prensa Histórica: La Voz de Cantabria. 13.09.1936.
- Prensa Histórica: Diario de Burgos. 25.03.1993.
- Libro: ‘El deporte en la Guerra Civil’ (Editorial Espasa) de Julián García Candau.
La microhistoria, esa que nos permite seguir el curso de la Historia a través de vidas humanas concretas, es apasionante, y esta lo es, ¡enhorabuena por el artículo! Como seguidor rojiblanco, no calificaría al Barcelona de “eterno rival” del Barcelona, ya que esta expresión se reserva para el Atlético de Madrid. Creo que en los años 30 del pasado siglo prevalecían los duelos regionales y ha sido mucho más recientemente, con el auge de la televisión y con la internacionalización del fútbol, cuando se ha fomentado interesadamente, con fines lucrativos, el duelo Real Madrid-Barcelona, al que se le ha calificado pomposamente de “clásico”, algo que nunca lo fue. Pero esta es otra historia; lo repito, ¡enhorabuena por esta investigación y consiguiente artículo!
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Muchas gracias por tu comentario. Creo que tienes razón en lo que dices sobre el eterno rival. Quizá debería haberme referido a la eterna rivalidad entre regiones, Madrid y Cataluña. Eso sí que no es algo impostado por las televisiones, sino que viene de lejos. Un saludo y muchas gracias
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Un placer leerte siempre.
E.
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