Pedro Rico, un alcalde de Madrid a la fuga

rico dentro
Pedro Rico, alcalde de Madrid en febrero de 1936 / Archivo Regional de la Comunidad de Madrid, Fondo Santos Yubero

Ya antes de la Guerra Civil se burlaban de su sobrepeso, sin embargo, tras la sublevación militar , también se empezaron a mofar por su supuesta «cobardía». Pedro Rico era alcalde de Madrid cuando estalló la contienda y lo fue hasta noviembre de 1936, fecha en la que abandonó la capital para trasladarse a Valencia con el Gobierno de la República. Al igual que el resto del Ejecutivo, estaba convencido de que la ciudad caería en poder de Franco, por eso intentó marcharse a una zona mucho más alejada de los combates. Sin embargo, ese traslado se convirtió pronto en una pesadilla. El vehículo del alcalde madrileño fue interceptado a la altura de Tarancón (Cuenca) por un grupo de milicianos de la CNT que habían establecido un control de carreteras. Rico fue tachado de «cobarde» y «traidor» por los anarquistas que le obligaron a regresar a Madrid , bajo amenazas de ser fusilado allí mismo.

Hacía tiempo que en www.guerraenmadrid.net queríamos profundizar sobre la figura de Pedro Rico durante la Guerra Civil. Es indiscutible que el incidente de Tarancón marcaría su imagen de por vida. Hasta ese mes de noviembre de 1936 la opinión pública tenía un concepto totalmente distinto de él. Casi todo el Frente Popular le consideraba un buen alcalde, con una gran cercanía hacia el pueblo y valiente a la hora de tomar ciertas decisiones políticas como la apertura de la Casa de Campo, la puesta en marcha de la primera feria del libro o la inauguración de Las Ventas. Con este artículo hemos querido adentrarnos en la figura de un personaje controvertido al que los historiadores han dejado de lado.

Antes de entrar en materia, daremos un par de pinceladas muy rápidas sobre la trayectoria política de Pedro Rico. Como bien sabe el lector, el alcalde de Madrid se había licenciado en Derecho en 1910 y desde muy pronto se empezó a meter en política, declarándose abiertamente como «antimonárquico». Formó parte del Grupo de Acción Republicana de Manuel Azaña hasta que fue elegido alcalde de Madrid el 15 de abril de 1931, un día después de la proclamación de la Segunda República. Como alcalde lograría ser un personaje muy carismático y al mismo tiempo algo egocéntrico. Tanto es así que en 1932 encargó al famoso pintor tarifeño Agustín Segura un cuadro suyo de gran tamaño con un fajín con los colores de la bandera republicana. El retrato de Pedro Rico quedó expuesto en el patio de cristales del Ayuntamiento de Madrid y posteriormente fue llevado hasta la Exposición Nacional de Bellas Artes. Tras pasar varios años en un sótano municipal, el cuadro actualmente se conserva en la Casa Cisneros.

CUADRO PEDRO RICO
Cuadro de Pedro Rico del pintor Agustín Segura

Rico continuó en la alcaldía de la capital hasta octubre de 1934, fecha en la que se produjeron los sucesos revolucionarios de Asturias y Cataluña. Tras ser destituido del cargo, regresó de nuevo al Ayuntamiento de Madrid tras la victoria del Frente Popular en las Elecciones de febrero de 1936. Su actividad política desde entonces fue frenética.Tras regresar a la alcaldía participó en un elevadísimo número de actos públicos e inauguraciones que tuvieron una gran repercusión mediática en los periódicos de la época. Uno de los más destacados tuvo lugar en el verano de 1936 cuando se desplazó hasta Valencia para seguir in-situ la final de la Copa de España entre el Real Madrid y el Fútbol Club Barcelona.

En aquella época le unía una gran amistad con Rafael Sánchez Guerra, presidente del conjunto madridista, que le pidió que le acompañara hasta la capital del Turia para animar a los futbolistas blancos. Tal y como relatamos en su día en nuestra página web, el Real Madrid se proclamó vencedor de la Copa de España tras imponerse por 2-1. El guardameta y capitán merengue, Ricardo Zamora, se erigió como el gran protagonista. Rico organizó una celebración por todo lo alto para que Madrid recibiera a los «campeones como se merecían».

PEDRO RICO ZAMORA 28 JUNIO 36
Pedro Rico entregando la Copa a Ricardo Zamora / Diario Ahora

El estallido de la Guerra Civil

Ocupando el cargo de alcalde le sorprendió el inicio de la Guerra Civil. Al producirse la sublevación militar, su principal preocupación fue garantizar el abastecimiento de la población civil y también de las milicias. Sabemos que el 25 de julio de 1936, firmó un bando con la entrega de 30.000 vales de víveres para los grupos de milicianos que combatían en la sierra madrileña. Desde el principio del alzamiento participó en un sinfín de actos de apoyo a la República aunque quizás, uno de los más emotivos fue el recibimiento del regimiento número 9 de Valencia. Esta unidad militar se desplazó a Madrid para colaborar con las milicias en la lucha que estaban manteniendo en la sierra. Para recibir a estos militares leales a la República, el político madrileño profirió uno de sus discursos más emotivos del año.

Pero la cosa no había hecho más que comenzar. A lo largo del mes de agosto de 1936, Rico utilizó la radio varias veces para dirigirse a la población de Madrid. El día 11 garantizó a todos los madrileños que la ciudad «quedaría abastecida» en el caso de que se produjera un cerco aunque, al mismo tiempo, pidió «austeridad» en el consumo. El 25 volvía a dirigirse a través de Unión Radio a la población, utilizando en esta ocasión, tintes épicos para recordar la defensa de Madrid en tiempos pasados. En aquella alocución también lanzó dardos envenenados contra los alzados:

«No voy a descubrir a nadie al deciros quiénes son los enemigos que frente a la República pelean. Son viejos conocidos de todos nosotros. Cuando os digan que son la representación de España y de su Ejército, que pelean contra un Gobierno marxista, decidles que mienten, decirles que son la representación de la España viaje, de la España caduca que pelea frente a la España joven».

Medidas adoptadas 

Desde agosto hasta noviembre de 1936 Pedro Rico tomó una serie de decisiones políticas relacionadas con la guerra que merecen ser relatas. Una de las primeras fue expulsar de manera «oficial» de la corporación municipal del Ayuntamiento a los concejales de los partidos «monarquizantes». Hay que aclarar que, o casi todos estos concejales se encontraban fuera de Madrid o bien habían sido arrestados por las milicias. Otra de las decisiones que adoptó fue cambiar de nombre algunas escuelas públicas de la ciudad como el «Grupo Escolar Unamuno«, un centro que se había creado en Arganzuela en 1933. Debido a las suspicacias que levantaba don Miguel en la España republicana, el alcalde decidió llamar a esta escuela Jean Jaurés, en memoria del político socialista francés que fue asesinado poco después de empezar la Primera Guerra Mundial. En la actualidad este colegio sigue funcionando pero hace ya muchos años que recuperó su nombre inicial: CEIP Miguel de Unamuno.

CONCEJALES MONARQUICOS. 14 AGOSTO 36
Periódico La Voz en agosto de 1936 / Hemeroteca Nacional

Ante la preocupación de que los sublevados pudieran atacar con gases Madrid, Rico emitió el 8 de septiembre una serie de recomendaciones dirigidas a la población civil que fueron recogidas por la prensa. Más adelante, decretaría varias medidas más con el fin de prevenir los bombardeos «enemigo» como eliminar el alumbrado público de la ciudad a partir de las 22.00h.

A medida de que las tropas de Franco se aproximaban a Madrid, nuestro protagonista continuó participando en nuevos actos públicos de apoyo a la causa republicana. El 17 de septiembre defendió la lucha del Frente Popular en una entrevista que le hizo en el periódico ruso Pravda, el periodista Mijail Koltsov, que en realidad trabajaba para el NKVD (servicios secretos soviéticos).

El 6 de octubre participó en un acto de apoyo al Quinto Regimiento que se celebró en su cuartel general de Francos Rodríguez. Allí Rico pronunció un discurso sobre la Defensa de Madrid que muchos le echarían en cara durante sus siguientes años de vida:

«Nada nos importan las proximidades, los cercos. El pueblo, por medio de sus milicias, las fuerzas leales que con él luchan, sabrá triunfar. La población de Madrid tiene el suficiente temple para hacer frente heroicamente a todas las amenazas. Por encima de los esfuerzos de vanguardia y de la retaguardia enemiga, nosotros triunfaremos».

Ocho días después también participó en un acto de apoyo a la «Defensa de Madrid» que se celebró en el Cine Monumental en el que también estuvo presente Dolores Ibárruri, «La Pasionaria». En este caso, Rico volvió a pronunciar discurso similar al anterior aunque lo hizo como representante del partido Unión Republicana:

«El pueblo de Madrid sabrá defender la libertad y aplastar al fascismo. Para la Defensa de Madrid todos hemos de cumplir con nuestro deber resucitando las jornadas del 19 y 20 de julio, emuladoras de las gloriosas jornadas de la independencia. Los actuales momentos son de privaciones porque Madrid no es un pueblo productor, pero nada faltará, aunque la ciudad llegara a sufrir un cerco. Nuestro premio será el triunfo de la revolución sobre el fascismo. Viva la República. Abajo el fascismo».

PEDRO RICO ACTO CINE MONUMENTAL 1936 OCTUBRE
Pedro Rico y el resto de participantes del acto del cine Monumental en Madrid / Octubre 1936

La huida de Madrid

Este acto del Monumental fue, posiblemente, el último gran acontecimiento público en el que participó Pedro Rico como alcalde de Madrid. Como bien sabe el lector, la cercanía de las tropas de Franco a la capital hizo que el Gobierno de la República tomara la decisión de abandonar la ciudad el 6 de noviembre del 36 para trasladarse a Valencia. Él haría lo propio.

Unas horas antes de que se constituyera casi en secreto la Junta de Defensa de Madrid, decenas de ministros y consejeros se marcharon en coches oficiales hasta el Levante pensando que allí estarían a salvo. Casi todos estaban convencidos de que la capital caería tarde o temprano en poder de los sublevados, de ahí que decidieran escapar más pronto que tarde. Rico también tenía ese convencimiento y al igual que los ministros republicanos, tomó la decisión de trasladarse a Valencia. Pero antes de hacerlo firmó un decreto en el que delegaba de manera provisional la alcaldía a su teniente de alcalde «por tener que ausentarme de esta ciudad para desempeñar una misión que me ha sido conferida por el Frente Popular». El alcalde provisional de Madrid fue Cayetano Redondo, un escritor y político socialista que llevaba desde el año 1931 vinculado con el Ayuntamiento de Madrid.

CAYETANO REDONDO
Cayetano Redondo sucesor de Pedro Rico como alcalde de Madrid el 9 de diciembre de 1936 / Mundo Gráfico

La noche del 6 de noviembre, aliándose con la oscuridad de la madrugada, abandonaron la ciudad una gran número de vehículos oficiales. Desplazarse a Valencia por carretera era la única alternativa de los miembros del Gobierno ya que la línea de ferrocarril había quedado cortada en Villaverde donde ya se empezaba a combatir con cierta dureza. La mayoría de los coches llevaban distintivos oficiales y dos banderitas republicanas junto a los faros, lo que era una señal inequívoca de que en su interior iba una personalidad destacada del Ejecutivo. Pedro Rico también formó parte de ese convoy en un vehículo conducido por un chófer del Ayuntamiento de Madrid que, igualmente, también portaba los emblemas oficiales.

El viaje de ya ex alcalde de Madrid a Valencia discurrió con normalidad hasta que su vehículo fue interceptado en las inmediaciones de Tarancón (Cuenca). Justo allí milicianos de la CNT habían montado un control de carretera, extrañados por la cantidad de coches que, en plena madrugada, se estaban dirigiendo al Levante. Algunas fuentes aseguran que estos milicianos formaban parte de la Columna Del Rosal aunque nosotros, estamos más de acuerdo con la versión de Cipriano Mera quién aseguró  que formaban parte de la unidad confederal de Feliciano Benito. Se trataba de hombres muy curtidos en el combate que habían participado días atrás en la Batalla de Sigüenza y que se habían replegado hasta Tarancón tras unas jornadas de gran agotamiento.

JOSE VILLANUEVA SANTOS YUBERO
José  Villanueva, el miliciano que obligó a Pedro Rico a volver a Madrid / Archivo Regional CAM, Santos Yubero

Feliciano Benito, al comprobar que una gran caravana de coches se marchaba a Valencia pidió a uno de sus mejores hombres que montara un control de carretera en Tarancón para comprobar el motivo de tal marcha. El responsable de ese control se llamaba José Villanueva, un joven anarquista con fama de duro, que moriría unos meses más tarde en la Batalla de Teruel.

Pero volvamos de nuevo al control de carreteras de Tarancón. Villanueva y sus hombres estaban perplejos por la cantidad de coches que, procedentes de Madrid, se estaban dirigiendo a Valencia. Paró a muchos de ellos y se sorprendió enormemente cuando los ocupantes de esos coches se identificaron como ministros de la República en «misión especial». Según la versión de Cipriano Mera, Villanueva retuvo durante horas a varios ministros y jefes militares a los que acusó de estar «huyendo cobardemente» en lugar de permanecer en Madrid, apoyando la defensa de la ciudad.

Entre los ministros y militares que fueron retenidos por los milicianos estaba el socialista Álvarez del Vayo (Ministro de Estado), el anarquista Juan López (de Comercio) y los generales Asensio y Pozas. No les dejaron marchar hasta que no recibieron la orden por escrito de Eduardo Val, del Comité de Defensa de la CNT. La situación llegó a ser tan tensa que el propio Val se desplazó a las dos de la madrugada hasta Tarancón para solucionar el conflicto. Llegó acompañado por su gente de confianza (Antonio Verardini y Horacio M. Prieto) que, a regañadientes, dejaron marchar a los ministros y militares retenidos.

Verardini
Dirigentes destacados de la CNT como Verardini o Cirpiano Mera / http://www.guerraenmadrid.net

Peor suerte que los ministros de la República corrió Pedro Rico. Al ser identificado en el control como alcalde de Madrid estuvo a punto de ser fusilado en una cuneta. Tras obligarle a descender del coche, los milicianos le tacharon de «cobarde» por escapar de su ciudad en esos momentos tan complicados con las tropas de Franco en la Casa de Campo y Ciudad Universitaria. Tras unos pequeños golpes e intimidaciones fue obligado a regresar a la capital por el mismo camino por el que había venido.

Existe otra versión del incidente. La publicó Joan Llarch en su libro «Un anarquista en la guerra de España» que hablaba de Cipriano Mera. Leamos un fragmento de su obra:

«El alcalde de Madrid, Pedro Rico, que pesaba 130 kilos, huyó dominado por el miedo, no deteniéndose hasta llegar a Albacete, donde se presentó al presidente de la República Martínez Barrios, quién asombrado por la deserción del alcalde, le increpó duramente, ordenándolo que regresara inmediatamente al Ayuntamiento madrileño y ocupara su puesto. El alcalde, asustado de las amenazas de Martínez Barrio, volvió en el acto a Madrid».

Obviamente esta última versión no es demasiado fiable y nosotros nos inclinamos a pensar que la primera es la correcta.

Las dos zonas se enteran de la huida

El incidente de Pedro Rico en Tarancón se extendió como la pólvora. Aunque la censura prohibió publicar a la prensa republicana ningún detalle del suceso, casi todo Madrid se terminó enterando de lo que había pasado con su alcalde. Pese a ello, los diarios madrileños publicaron el 8 de noviembre que actuaba como «alcalde en funciones» de la ciudad Cayetano Redondo. Los periódicos no dijeron nada de nuestro protagonista.

LA VOZ. 1963. 8 NOV. SUSTITUTO PEDRO RICO
La Voz, 08 de noviembre de 1936 / Hemeroteca Nacional

El altercado de Tarancón llegó muy pronto a los oídos de la España nacional. El periódico «Falange de Extremadura» publicó el mismo 6 de noviembre que la familia del alcalde «estaba ya en Valencia» cuando él se disponía a viajar a la capital del Turia.

El 11 de noviembre, otro periódico sublevado- El Guión- aseguraba que Rico «había desaparecido de la capital, ignorándose su paradero».

Un mes más tarde, el 11 de diciembre de 1936, otros periódicos de la España nacional se atrevían a insinuar que Pedro Rico había sido ejecutado por milicianos republicanos cuando escapaba de su ciudad. Así lo aseguraba el Heraldo de Zamora: «El alcalde de Madrid y siete concejales del Ayuntamiento habían sido ajusticiados por los revolucionarios al ser sorprendidos cuando intentaban fugarse». La prensa republicana, mientras tanto, seguía sin mencionar nada del alcalde madrileño que parecía que se lo había tragado la tierra.

HERALDO DE ZAMORA 11 DIC 1936
Diario de Zamora. 11 de diciembre de 1936 / Prensa Histórica

¿Pero dónde se encontraba realmente Rico? ¿Qué sucedió con él cuando los milicianos de Tarancón le obligaron a regresar a Madrid? Nosotros barajamos una hipótesis clara y confirmada por varias fuentes. Después del incidente, el alcalde de la capital se sintió señalado. Tenía un miedo enorme a que las patrullas de Vigilancia de la Retaguardia le identificaran y le acusaran de «cobarde y traidor» por haber intentado marcharse a Valencia. Es lógico que el miedo se apoderara de nuestro protagonista y buscara un refugio seguro para evitar ser detenido y en el peor de los casos «recibir el temido paseo».

Acogido por la Embajada de México

Por esas fechas, el único lugar seguro para una persona amenazada era entrar en una embajada. Dada su condición de alcalde, creemos que Pedro Rico tenía muchos contactos dentro del cuerpo diplomático de Madrid. No nos debe extrañar, por lo tanto, que la Embajada de México decidiera acogerle en calidad de refugiado el día después de los incidentes de Tarancón, es decir, el 7 de noviembre de 1936.

Según el profesor Antonio Manuel Moral, en su libro «Diplomacia, humanitarismo y espionaje en la Guerra Civil», un total de 56 personas accedieron a la embajada mexicana durante aquellos primeros días de noviembre de 1936. Todos eran republicanos y habían conseguido refugiarse, entre otras cosas, porque tenían el convencimiento de que Madrid terminaría cayendo en poder de las tropas franquistas que ya estaban en la Casa de Campo y Ciudad Universitaria. Uno de esos 56 nuevos refugiados era Pedro Rico pero también estaba el periodista Emilio Herrero (en su día jefe de prensa del presidente de la República) o la familia del general Asensio, por entonces subsecretario del Ministerio de la Guerra.

ANTIGUA EMBAJADA
Imagen actual de la antigua Embajada de México en Madrid / Street View

¿Por qué eligió Pedro Rico la Embajada de México? Desde www.guerraenmadrid.net podemos responder a esta pregunta con facilidad. Desde antes de empezar la Guerra Civil, el alcalde tenía un vínculo muy especial con la diplomacia mexicana que se remontaba a 1933. Por entonces, también ostentaba la alcaldía de Madrid y en un acto muy emotivo, Rico entregó a la Embajada de México en Madrid un «pergamino de gratitud del pueblo español» por la búsqueda de las autoridades mexicanas de dos aviadores españoles (Collar y Barberán) que habían desaparecido en Centroamérica (nunca fueron encontrados). Años después, en mayo de 1936, nuestro político madrileño seguiría acercándose a los diplomáticos de los estados americanos tras inaugurar en El Retiro numerosas avenidas con el nombre de países que estaban al otro lado del charco.

PEDRO RICO CON ENCARGADO NEGOCIOS CUBA EN 1936
Rico junto con el encargado de negocios de Cuba en 1936

Fueron varios refugiados en la Embajada de México los que confirmaron la presencia de Pedro Rico en la sede de la legación situada en la calle Hermanos Becquer. También confirmó su presencia (y posiblemente tuviera algo que ver con su acogida), el abogado mexicano afincado en Madrid, Rodolfo Reyes, un personaje bastante conocido en la sociedad madrileña, cuyos hijos eran falangistas y habían participado en la defensa del Cuartel de la Montaña.

¿Cómo era la vida de Pedro Rico en la embajada de México?

El alcalde de Madrid vivió una situación de cierto aislamiento dentro de la legación mexicana. Los refugiados partidarios de la República eran minoría en la embajada por lo que apenas se relacionó con los militares, sacerdotes, aristócratas y falangistas que apoyaban a los sublevados y también se refugiaban allí. Entre esos refugiados estaba el futuro presidente del Gobierno en tiempos de Franco, Luis Carrero Blanco, al que la guerra había sorprendido en la capital como profesor de táctica submarina en la Escuela de Guerra Naval.

Con quien sí se relacionaba nuestro hombre era con el embajador mexicano, Pérez Treviño al que conocía desde el inicio de la Guerra Civil y con el que tenía una buena relación de amistad. Al margen de las relaciones, el día a día dentro de la embajada era bastante duro, no solo por las epidemias que se estaban extendiendo entre los refugiados como el tifus o difteria sino por la falta de espacio y la escasez de víveres . Como consecuencia de estos problemas, los diplomáticos tuvieron que habilitar un nuevo edificio en la calle Fortuny (la cancillería) para acoger a mayor número de asilados. Sabemos que Pedrero Rico permaneció en el edificio principal de la embajada.

PEREZ TREVIÑO SANTOS YUBERO
Pérez Treviño, embajador mexicano y su esposa / Archivo Regional CAM, fondo Santos Yubero

Además de estos problemas habituales, los refugiados sentían un pánico enorme a que las milicias asaltaran la embajada como terminaría sucediendo con la legaciones de Finlandia y Turquía o el consulado de Perú. La presión de los medios de comunicación tampoco ayudaba. Periódicos como Mundo Obrero o Castilla Libre hacían impunemente llamamientos a las autoridades de la República para que se tomara por la fuerza la «mayoría» de embajadas de Madrid pues servían «de escondrijo de fascistas peligrosos».

La situación llegó a ser tan tensa que el propio Pérez Treviño se entrevistó con Álvarez del Vayo para exigirle protección de policías armados en los exteriores de la embajada para garantizar la vida de sus asilados, entre ellos Pedro Rico. Fue una entrevista tensa donde también le aclaró al ministro republicano que el personal de su embajada disponía de armas y que estaban preparados para repeler cualquier agresión. El lector se preguntará, ¿de dónde había sacado la embajada esas armas para protegerse ante un posible ataque? La respuesta es muy sencilla. Un grupo de unos diez policías partidarios de los alzados se refulgieron en el interior de la legación con un importante alijo de armas: pistolas automáticas y algunos fusiles.

La amenaza de Pérez Treviño a Álvarez del Vayo también puede leerse en un artículo que publicó el propio embajador en la prensa madrileña el 7 de diciembre de 1936:

«Para cualquier acción del Gobierno de España con esta embajada no es necesario hacer el uso de la fuerza. Bastará la comunicación escrita. Las escasas armas de que dispongo no serán utilizadas en contra de ninguna autoridad y solo significan una reserva de fuerza indispensable en casos en que, por las naturales condiciones de violencia que prevalecen en estos momento, grupos desautorizados e irresponsables ejerzan actos de violencia contra esta misión o sus dependencias».

A.H.N. Sección Fondos Contemporáneos Causa GeneralSubdirección General de los Archivos EstatalesMinisterio de Cultura.España
Periódico Castilla Libre amenazando a las legaciones diplomáticas de Madrid / Causa General

Lo cierto es que durante el otoño de 1936 hubo momentos de tensión entre la Embajada de México y las autoridades republicanas. Desde el Ministerio de Gobernación veían como una amenaza el elevado número de»enemigos del pueblo» que se estaban refugiando en los edificios mexicanos, tanto es así que sus responsables exigieron a Pérez Treviño un listado con la identidad de cada uno de los asilados. Pero fue una exigencia realizada con la boca pequeña.

La República no quería ni muchos menos enemistarse con México que era una de las pocas naciones que apoyaba públicamente su causa, gracias a las políticas de Lázaro Cárdenas. Esa buena relación había quedado plasmada perfectamente tres semanas antes de que empezara la Guerra Civil con la celebración dentro de la embajada de una fiesta dedicada a la esposa de Manuel Azaña.

FIESTA EN LA EMBAJADA DE MEXICO 1936 JUNIO
Diario Crónica, junio de 1936 / Hemeroteca Nacional

Pero volvamos de nuevo a la guerra. A finales de diciembre de 1936, la situación de los refugiados en la embajada mexicana empezaba a ser muy delicada. Los víveres escaseaban en Madrid y alimentar a las cientos de personas que permanecían en los edificios diplomáticos resultaba cada vez más difícil. Lo única alternativa para desatascar la situación de los asilados era organizar evacuaciones fuera de España. El 10 de diciembre de este año, Pérez Treviño (embajador mexicano) envió la siguiente carta al Ministerio de Asuntos Exteriores de su país mencionando a Pedro Rico y destacando las dificultades que entrañaban realizar estas expediciones:

«Aunque considero usted enterado de la situación de absoluta anormalidad reinante aquí, juzgo conveniente comunicarle que impera y se hace cada vez más aguda, una situación completamente anárquica, viéndome obligado a ir sosteniendo graves dificultades…El mismo alcalde de Madrid, Pedro Rico, está refugiado en esta embajada y ni sus amigos personales como ministros y presidentes de las Cortes han podido arreglar su salida a Valencia».

Por estas fechas, la prensa sublevada seguía publicando un sinfín de artículos de lo más dispares sobre Pedro Rico mofándose de él. Algunos de ellos como El Día Palentino ya informaban de que el ex alcalde de Madrid se encontraba refugiado en la embajada de México. Otros como el Ideal de Granada, aseguraban que el político había sido fusilado junto a otros tres concejales de su Ayuntamiento en Tarancón. Como es habitual en tiempos de guerra, la desinformación estaba cada vez más presente.

Uno de los artículos más sonados sobre el ex alcalde que se publicó en territorio sublevado corrió a cargo de la revista Jaca Española y hacía mención al testimonio de un joven falangista que coincidió con él en la legación mexicana. Leamos un fragmento:

«Un joven perseguido por fascista en Madrid se refugió en la misma embajada y, a encontrarse con el gordinflón don Pedro, tocándole por la espalda con un dedo como si le encañonase, le intimó:

– Di Arriba España o mueres.

Y el capitose marxista gritó, Arriba España entre las risotadas de los presentes. Había que facilitar la fuga de Rico y se le llegó a colocar, después de mil apuros, en el maletón trasero de un auto».

Una expedición verdadera a Valencia

No hay demasiados datos sobre la fecha exacta en la que Pedro Rico consiguió salir de España pero estamos convencidos de que su salida se produjo a finales de enero de 1937. Un coronel retirado que también estaba refugiado en su misma embajada dijo tras la guerra que el alcalde de Madrid seguía escondido en la legación cuando él salió de la capital, a primeros de enero de 1937. Pero poco tiempo después conseguiría abandonar su refugio.

Hemos conocido por medio de Antonio Rey Soria, un industrial mexicano que estaba muy bien relacionado dentro de la embajada, un detalle que puede resultar útil para comprender la situación de desesperación que debía tener Rico en aquella época. Rey aseguraba que el ex alcalde de Madrid daba «muestras de tener un miedo extraordinario» por eso se las arregló para escapar de la ciudad. Según el testimonio de este empresario, Rico salió de la ciudad en la parte trasera del coche de unos amigos suyos, «como si se tratara de un bulto». Sin embargo, «como no pudo resistir de aquella forma porque se asfixiaba regresó a la embajada. Saldría de España posteriormente».

Aquel primer viaje a Valencia de Pedro Rico fue fallido pero tuvo más fortuna unas semanas después. Sobre el 20 de enero de 1937, el alcalde consiguió viajar hasta la ciudad valenciana gracias a la ayuda que le brindó Juan Pérez Gómez, «El Nili», un conocido banderillero que había formado parte en su día de la cuadrilla de Juan Belmonte. «El Nili» llevó a Rico hasta Valencia en el maletero de su coche en un viaje del que apenas existen datos en los archivos aunque Indelecio Prieto, en su libro «Mis Memorias», confirmó que se había producido así.

NILI
«El Nili» poniendo las banderillas a un toro durante una corrida de 1933 / Hemeroteca Nacional

El banderillero y el alcalde eran buenos amigos desde antes de la guerra, hasta el punto de que «El Nili» había sido nombrado por el propio Rico «delegado de abastos» del Ayuntamiento de Madrid. La relación entre ambos se remontaba a antes de la contienda: ambos actuaron como intermediarios en el conflicto que surgió en mayo de 1936 entre un grupo de toreros mexicanos y la Dirección General de Seguridad que obligó a suspender la corrida de la Beneficiencia con grandes incidentes en las Ventas. Terminada la Guerra Civil, «El Nili» se establecería en México donde llegaría a convertirse en un importante empresario taurino. Creemos que es el abuelo de María Elena Pérez Jaen, una destacada miembro del actual Gobierno mexicano.

Su traslado a Francia

Una vez en Valencia, Rico se alojó en un local que tenía la Embajada de México y que gestionaba directamente el nuevo embajador, Ramón De Negri. Nuestro hombre utilizó todos los contactos políticos que había hecho en su época de alcalde y consiguió, finalmente, que Indalecio Prieto, ministro de la Marina y del Aire, le echara una mano. Una vez más, tuvo que recurrir al «Nili» para conseguir establecer contacto con el político socialista.

PEDRO RICO PONIENDO MEDALLA A INDALECIO PRIETO
Pedro Rico impuso la medalla de Madrid a Indalecio Prieto mientras fue alcalde de Madrid / Archivo Regional de Madrid, fondo Santos Yubero

Gracias a Prieto, con el que tenía una buena relación desde 1931, logró un puesto en un avión comercial que le llevó hasta Toulouse a finales de este mes de enero de 1937. Creemos que hizo este viaje antes del 1 de febrero de 1937, ya que justo ese día se celebró en Valencia una sesión del Parlamento a la que no asistió: por esas fechas seguía siendo diputado de Izquierda Republicana. Tras esta ausencia, el ex alcalde de Madrid fue sustituido como diputado por otro compañero de partido apellidado Valentín.

A raíz de su marcha a Francia, la prensa republicana se volvió a hacer eco de Pedro Rico después de cuatro meses de prohibición por parte de la censura. El 11 de febrero La Libertad publicó una columna de opinión satírica contra el ex alcalde madrileño en la que le daban por muerto desde el punto de vista político. Se titulaba: «El pobre Rico. RIP».

PEDRO RICO LA LIBERTAD 11 FEBRERO 1937
Artículo de La Libertad

Unos días antes de que se publicara este artículo en España, algunos periódicos franceses se recogieron en sus páginas un rumor que se había difundido con fuerza semanas atrás en territorio franquista. Hasta cuatro diarios galos publicaron que Pedro Rico y otros tres concejales del Ayuntamiento de Madrid habían sido asesinados en Tarancón por grupos de milicianos. Solo unos días más tarde tuvieron que retractarse de sus informaciones.

L’ Action Francaise, un diario próximo a los sublevados, publicó el 16 de febrero de 1937 un artículo sobre el ex alcalde confirmando que se encontraba vivo. Sin embargo, sus informaciones no fueron del todo precisas ya que decía que justo ese día, Rico había llegado a París procedente de España, algo que no era cierto. En efecto estaba en París pero llevaba en Francia varios días. Con cierta sorna, este periódico se mofaba del conocido político madrileño:

«Un nuevo avión cargado de oro acaba de llegar de la España roja. La cantidad de metales preciosos debe haberse reducido esta vez debido a un exceso inusual de peso: con los lingotes llegó el alcalde de Madrid, un hombre de 117 kilos. Perseguido por la FAI y obligado a refugiarse en una embajada . El alcalde más voluminoso del mundo se desplazará inmediatamente a Bruselas».

L’ Action Francaise en esta última parte sí estaba en lo cierto. A finales de febrero, Rico se desplazó hasta Bruselas donde se estableció durante varios meses. Pese a la mala prensa que tenía por entonces, consiguió que la República le asignara un puesto oficial en la capital belga como representante del Frente Popular . Este nombramiento no sentó demasiado bien en Madrid y algunos periódicos como La Libertad lanzaron duras críticas contra él. El 7 de abril de 1937, este diario decía que el ex alcalde estaba «enchufado en Bruselas» donde ha encontrado «la representación y remuneración dorada».

EL PROGRESO. 14 FEB 1937. DISCURSO QUEIPO
Discurso de Queipo de Llano haciendo referencia a Pedro Rico / Prensa Histórica

La opinión pública de la España nacional se enteró muy pronto del trabajo de Pedro Rico en Bruselas. Queipo de Llano en uno de sus programas de radio volvió a atacarle con dureza, usando calificativos relacionados con su sobrepeso. Otras revistas como Jaca Española relataban varios incidentes que había tenido que hacer frente en territorio belga, tras coincidir con otros españoles partidarios de los sublevados. Otros medios como el «Avisador Numantino» publicaron algunas jotas satíritas contra él, con versos tan contundentes como: «El alcalde Pedro Rico / repugnante gordinflón / se ha marchado al extranjero / escondido en un cajón».

El 4 de marzo de 1937, solo unos días después de llegar a Bruselas, acudió hasta el Palacio de Bellas Artes para participar en un festival de bailes típicos españoles, organizado por la artista de origen español, Encarnación López, «La Argentinita». Justo antes de que empezara el festival fue protagonista de un incidente de lo más desagradable con otro ciudadano español que también estaba presente en la fiesta. Ese hombre era José María Casabó, empresario catalán y diputado de la Lliga Regionalista que estaba exiliado en Bélgica tras huir de Barcelona en julio de 1936. Casabó increpó a Rico y le llamó «sinvergüenza» delante de todos los presentes por acudir a un acto donde el nombre de «España era invocado». También le dijo que su presencia en el festival era un «insulto» para aquellas personas que habían tenido que huir de Madrid por las «atrocidades de sus correligionarios». El alternado no pasó a mayores, pero el ex alcalde prefirió abandonar el Palacio de Bellas Artes pasados unos minutos.

No hemos encontrado demasiados datos acerca de la vida de Pedro Rico en Bruselas. A través del CDMH de Salamanca sí hemos descubierto que en su despacho de la capital belga recibía, cada semana, numerosas cartas oficiales desde Valencia, por entonces sede del Gobierno de la República. Más allá de algún incidente aislado con españoles próximos a la Falange, el día a día del ex alcalde de Madrid en Bruselas transcurrió con total normalidad. El diario La Nation Belge decía que se le podía ver por los bulevares de la ciudad combatiendo el frío con su «capa madrileña» y fumando uno ya de sus habituales puros habanos. Un reportero de este diario, que posiblemente se entrevistó con él, aseguraba que estaba mucho más seguro en Bélgica que en Francia pues en París había elementos peligrosos de la FAI que tenían «cuentas pendientes con él».

Regreso a España

Pedro Rico permaneció prácticamente un año en Bruselas hasta que decidió regresar a España a primeros de 1938. Coincidiendo con la celebración de una nueva sesión de las Cortes republicanas en el monasterio de Montserrat, el ex alcalde de Madrid visitó Barcelona el 31 de enero de este año. Justo este día visitó en Diego Martínez Barrio en su despacho de la Ciudad Condal aunque no tenemos apenas detalles de aquella reunión. Sí que sabemos que ese día el político sevillano también recibió la visita del ministro de Comunicaciones de la República, así como la de otros dirigentes de Unión Republicana.

CARICATURA DE BAYO. MUNDO GRAFICO 1936
Caricatura de Pedro Rico / Mundo Gráfico

El 1 de febrero de 1938 se celebró la menciona sesión de las Cortes en Montserrat. El motivo que esgrimió la República par celebrar la jornada en este histórico santuario catalán era para «proteger de los aviones facciosos a los parlamentarios extranjeros que habían venido a presenciar la reunión» en calidad de observadores. Pedro Rico acudió a esta sesión como un «invitado más», no como diputado puesto que había dejado su acta de parlamentario un año atrás. Además del ex alcalde, también acudieron como invitados otras personalidades republicanas que, al igual que Rico, también estaban destinadas en el extranjero como Ruiz Funes, embajador de España en Bruselas o el cónsul español en Toulouse, el señor Vallescá. También asistieron otras personalidades como Portela Valladares, Marcelino Domíngo o Álvarez Mendizábal.

El caso es que la prensa republicana volvió a cargar contra nuestro protagonista tras su regreso a España. Una vez más el periódico La Libertad atacó duramente a Rico en uno de sus artículos. El redactor de este diario coincidió con el ex alcalde madrileño en un hotel de Barcelona y tras un encuentro fugaz, decidió publicar una ácida columna de opinión titulada: «¿Por qué Pedro Rico no fue Pedro Crespo?». Leamos un fragmento:

«El caso fue que nos encontramos en el hotel con Pedro Rico -fofo, lamentable, doliente – Que lastimoso estado el suyo. Puede un hombre vestir de harapos aunque lleve una indumentaria impecable…Hablamos. Nuestra costumbre periodística de saber escuchar sufrió espasmos de inquietud, de impaciencia, de malestar…El ex alcalde popular de Madrid que gozó de la inmensa suerte de inaugurar el nuevo régimen republicano huyó de la ciudad cuando su presencia era más necesaria. El estado tan catastrófico que presentaba Pedro Rico tan distinto del que hubiera presentado si hubiera permanecido en su puesto de honor. Ese deplorable aspecto de vencido, ya para siempre nos hizo recordar la grandeza insuperable del pueblo de Madrid».

El 19 de febrero de 1938 la agencia de prensa Faro publicó que Pedro Rico había regresado a Bruselas tras su viaje a Barcelona donde, decía, que había vuelto a actuar como «un turista más». Sin embargo, a los pocos meses nuestro hombre regresaría a España para asistir, una vez más «como invitado», a una otra sesión de las Cortés.

Volvió a hacer lo mismo que unos meses atrás. Antes de la sesión parlamentaria se reunió con el presidente de las Cortés, Diego Martínez Barrio en su despacho de Barcelona el 27 de septiembre. Justo tres días después se celebró la sesión del Parlamento en el monasterio de San Cugat del Vallés, una reunión marcada por la desazón de la gran mayoría de los diputados ya que casi todos empezaban a considerar que la guerra estaba perdida. Un cronista del diario Umbral publicó por aquel entonces en sus páginas interiores una crónica de aquella reunión en la que citaba a Pedro Rico diciendo que le había visto antes del encuentro y presentaba un «estado saludable».

REUNION CORTES SANT CUGAT 1938
Reunión de las Cortes de la República en Sant Cugat con la presencia de Pedro Rico / La Estampa. Hemeroteca Nacional

Su «peligroso» exilio en Francia

No tenemos noticias de que Rico regresara a Bélgica tras esta nueva sesión de las Cortés por lo que intuimos que permaneció en Barcelona hasta casi el final de la Guerra Civil. Todo apunta a que permaneció al lado del Gobierno de la República hasta que la Ciudad Condal cayó en poder de las tropas franquistas a finales de enero de 1939. Es posible que participara en las dos últimas sesiones de las Cortes republicanas en España celebradas en Sabadell y en el Castillo de Figueras. También estamos convencidos de que abandonó España por el paso fronterizo de Port Bou junto con el resto de personalidades republicanas y centenares de refugiados españoles que decidieron exiliarse.

Según la prensa francesa, el 28 de enero de 1939 Rico llegó hasta hasta Perpignan con un grupo de refugiados relevantes entre los que también se encontraba el ministro sin cartera del PNV, Tomás Bilbao. Aquí empezaría una nueva vida.

28 ENERO 1939. L' AUTO VELO
L’ Auto, 28 de enero de 1939 / Biblioteca Nacional de Francia, Gallica

Las autoridades francesas ya le conocían pues no era la primera vez que el ex alcalde de Madrid pisaba suelo francés durante la Guerra Civil. No tuvo problemas para permanecer en el país vecino donde se encargó de coordinar la ayuda humanitaria de los refugiados españoles que iban llegando procedente de Cataluña. En Francia se enteró de que la contienda había terminado oficialmente el 1 de abril de 1939 y allí también le sorprendió el inicio de la Segunda Guerra Mundial.

Obviamente, tras la invasión nazi, Rico y el resto de personalidades republicanas que permanecían exiliadas en Francia se sintieron perseguidas por la Gestapo y por los servicios secretos franquistas que operaban con relativa tranquilidad en el país vecino. En 1940 se trasladó a vivir a Marsella, ciudad costera que se encontraba por aquel entonces en la «Francia de Vichy», el régimen colaboracionista francés que estaba sometido a  Alemania . Allí, una vez más, el ex alcalde de Madrid volvió a pedir ayuda a la diplomacia mexicana que desde la Costa Azul estaba organizando expediciones de refugiados españoles a América. Su nombre aparece en documento interno del Ministerio de Exteriores mexicano con otras 200 personalidades políticas y militares de la República propuestas para la «evacuación».

Pero Rico no pudo ser evacuado a México, al menos por aquel entonces. Desconocemos los motivos por los que no pudo marcharse aunque creemos que las autoridades colaboracionistas de Vichy pusieron todo tipo de trabas para que no se llevara a cabo su traslado. Según la prensa francesa, en 1941 todavía se encontraba en Marsella. El 12 de febrero , el diario Le Progrès de la Cote publicó que el político madrileño permanecía en Marsella junto a otras personalidades republicanas de segundo orden como Ventura Gassol (ex miembro Generalitat) a la espera de conseguir un visado para trasladarse a México. En esta misma noticia, este diario francés publicó que Portela Valladares, en su día presidente del Consejo de Ministros de la República, había sido arrestado por las autoridades de Vichy y trasladado al castillo de If en Marsella. Finalmente, pese a las presiones de la España de Franco para que lo extraditaran, permaneció en Francia bajo arresto domiciliario hasta que terminó la guerra.

LE PROGES DE LA COTE 12 FEBR 1941
Le Progés de la Còte habla sobre Pedro Rico en 1941 / Gallica

La prensión que debió sentir Pedro Rico tras la detención de Portela Valladares tuvo que ser enorme. Nuestro protagonista sabía que podía ser arrestado en cualquier momento puesto que permanecía en una ciudad controlada por las autoridades colaboracionistas de los nazis y por lo tanto muy próxima a la España de Franco. Además, el hecho de que su nombre apareciera publicado en los periódicos le hacía estar en el punto de mira hasta que consiguiera embarcarse hasta México, algo que empezaba a complicarse. En Marsella se enteró, solo dos meses más tarde, que la España de Franco le había condenado a quince años de inhabilitación de sus derechos civiles y políticos.

Estas condenas desde la distancia no habían hecho más que comenzar.
El 25 de enero de 1943, otro diario francés, L’ Ceuvre publicó otra noticia que llegaba desde España: «El Tribunal Especial de las Responsabilidades de la Guerra Civil ha condenado a Pedro Rico a la prohibición de entrar en España por espacio de quince años y al pago de una multa de diez millones de pesetas».

Mientras los diarios franceses se hacían eco de estas noticias, la comunicación entre Rico y sus familiares que permanecían en España era muy limitada. Sin embargo, sí que pudo enterarse por medio de ellos de que la Policía franquista había entrado en su casa de Madrid y requisado toda su biblioteca, arrebatándole un total de 2000 libros que tenía en un sótano de la calle Almagro. Según consta en el acta de la Comisaría General de Defensa del Patrimonio Artístico, los volúmenes del ex alcalde de Madrid fueron trasladados a la «Universidad».

TRASLADO BIBLIOTECA
Documento escrito por la Comisaría General del Patrimonio Artístico de Madrid /Causa General

También desde la distancia se enteró de algunas noticias que aparecieron reflejadas en la prensa y que tenían como objetivo de desprestigiar a Martínez Barrio, último presidente de las Cortes republicanas. Según varios diarios franquistas, Pedro Rico y otros dirigentes republicanos acusaron a Martínez Barrio de haber escapado a Nueva York con todos los fondos del Congreso de los Diputados, unas 17.000 libras esterlinas. Desde www.guerraenmadrid.net no tenemos constancia de que el político madrileño hiciera realmente estas acusaciones.

Desde la distancia también se enteró de algunos artículos de prensa que hablaban de su gestión en el Ayuntamiento de Madrid. Leamos un fragmento de una columna publicada en La Vanguardia:

«Este alcalde tuvo pueriles pretensiones de popularidad. No era otra cosa que un abogadete de pleitos poco limpios y un correveidile de los juzgados. La República lo llevó al puesto más elevado de la administración política de la ciudad y allí empleó toda su argucia mezquina de cucanda y trotamundos de enredador. La inmoralidad fue su norma. El cohecho su menester cotidiano. Los amigos gozaron de todo tipo de favores legislativos. La cuchipanda dio sello y carácter al procedimiento».

Como se puede imaginar el lector este fue solo uno de los muchos artículos que la prensa del régimen franquista publicó contra él. Otros diarios de cierta relevancia le acusaban de haber formado parte de la Masonería en los años treinta ocupando, incluso, un puesto de responsabilidad como «gran maestre» de la Logia Regional Centro (GLRC). De hecho, el Tribunal contra la Masonería y el Comunismo abrió varias investigaciones contra él. El CDMH de Salamanca almacena varios de los sumarios relativos a su supuesta implicación en la Masonería.

Un viaje a México

Podemos decir casi sin riesgo de equivocarnos que el ex alcalde de Madrid permaneció en Francia hasta el final de la Segunda Guerra Mundial. Tenemos la certeza de esto porque solo unos meses después de la liberación de París, Rico recibió una carta del también diputado republicano, Manuel Torres Campañá que durante la Guerra Civil había sido delegado del Gobierno en los canales del Lozoya. Terminada la contienda, Torres Campañá formó parte del Gobierno de la República en el exilio, ocupando la cartera de Gobernación y encargándose, entre otras cosas de la emigración de los exiliados españoles. Cuando Rico recibió esta carta (dos de abril de 1945) ya se había trasladado a vivir a la localidad de Aix-en-Provence, donde residiría durante sus últimos años de vida. Pero no adelantemos acontecimientos.

A finales de 1945 el protagonista de esta historia abandonó Francia y se marchó una temporada hasta México. La Guerra Mundial ya había terminado por lo que la obtención de un visado para viajar al otro lado del Atlántico era mucho más fácil que años atrás. Por medio del portal de Movimientos Migratorios hemos tenido acceso al pasaporte que utilizó Pedro Rico para viajar hasta México. Gracias a este documento hemos podido comprobar que salió de Francia el 14 de septiembre de 1945 y que llegó hasta Nuevo Laredo, Tamaulipas el 27.11.1945. Creemos que accedió a la ciudad fronteriza mexicana procedente de Estados Unidos donde habría realizado una o varias escalas.

Registro de Inmigrantes Españoles en México. Copia Digital
Pasaporte de Pedro Rico en 1945. Portal de Movimientos Migratorios

El político madrileño participó en varias reuniones de las Cortés republicanas en el exilio que se celebraron en México durante el mes de diciembre de 1945. Es posible que allí se reuniera con viejos amigos que también se encontraban  exiliados como Indalecio Prieto o «El Nili» que había abierto un restaurante español.

Rico no permaneció mucho tiempo en México ya que a los pocos meses de su participación en las reuniones de las Cortes en el exilio regresó hasta Francia. Hemos comprobado que en el país vecino siguió colaborando con organizaciones como la JARE (Junta de Auxilio a los Republicanos Españoles) e incluso impartiendo conferencias para explicar a los universitarios franceses en qué consistió la República española. Uno de ellos se celebró el 14 de abril de 1948 y coincidió con la conmemoración de la Segunda República en España. La Universidad de Toulouse fue la encargada de organizar este acto en el anfiteatro de la facultad de filosofía y letras. Además del ex alcalde de Madrid, también fueron invitados a participar otros dos personajes ilustres de la Guerra Civil como doctor Martí Feced, consejero durante la guerra de la Generalitat y  periodista madrileño, Antonio Remis.

Hemos tenido acceso al discurso que hizo nuestro protagonista en esa conferencia de Toulouse gracias a una edición inédita del diario La Libertad, publicado en el exilio. En su alocución, dijo, que para España no había otra alternativa que una República porque la Monarquía se destruyó a sí misma por sus «errores y sus culpas». Dijo también que Don Juan era el primero que no quería que se restaurara el régimen monárquico porque vivía «en un dorado destierro, rodeado de cortesanos y aduladores». Para él, la única solución a la problemática española era la República con un «Gobierno que mande y un pueblo que obedezca».

El final de sus días 

El ex alcalde de Madrid siguió viviendo en Francia hasta el final de sus días. Como antes dijimos estableció su residencia en – Aix-en-Provence, donde vivió con su mujer unos cuantos años más. Allí escribió un breve libro sobre la bandera republicana titulado «Roja, amarilla y morada», publicado en Buenos Aires en 1950 por las Ediciones de Información y Propaganda de la República Española. Siete años después de sacar a la luz su obra, Pedro Rico falleció tras una larga enfermedad en Francia. Tenía 69 años.

ESQUELA ABC 1957
Esquela en ABC en 1957

La noticia de su muerte llegó hasta la España de Franco. Habían pasado casi veinte años del final de la Guerra Civil y la algunos periodistas del régimen se dignaron a publicar unas breves líneas con la noticia de su fallecimiento. El Diario de Burgos fue uno de ellos aunque tan solo utilizó un pequeño párrafo para acordarse del político republicano. El periódico ABC, sin embargo, sí se atrevió a publicar una esquela a petición del hijo de Rico, recordando incluso la misa funeral en su memoria que se celebró el 16 de marzo de 1957 en la iglesia de Las Carmelitas de Madrid. La prensa republicana en el exilio también recogió la noticia de su muerte, así como algún periódico francés.
Muchos años después de terminar la Guerra Civil, ya en Democracia, el Ayuntamiento de Madrid quiso rendir homenaje a la figura de Pedro Rico como alcalde. Le pusieron su nombre a una amplia avenida situada a pocos metros del hospital de la La Paz, paralela a la M-30. Además de esto, sus descendientes donaron su archivo al Centro Documental para la Memoria Histórica de Salamanca.

Rico sobrevivió a la Guerra Civil aunque no pudo regresar a su Madrid y falleció en su exilio francés. No tuvieron tanta suerte otros dos alcaldes madrileños que fueron víctimas de la contienda. A Salazar Alonso (1934 y 1935) las autoridades republicanas le fusilaron en septiembre de 1936 acusado de «ser enemigo del pueblo». Mientras tanto,   Cayetano Redondo (1936-1937), sucesor de Rico en la alcaldía de la ciudad, fue condenado a muerte con la Justicia de Franco y fusilado en la posguerra.

Fuentes consultadas

– AHN. CAUSA GENERAL. FC-CAUSA_GENERAL,1527,Exp.1
– Archivo Fundación Pablo Iglesias. AAVV-AMTC-149-26
– Hemeroteca Nacional de Francia.
– Hemeroteca Nacional de España.
– Biblioteca Virtual Prensa Histórica.
– «Madrid en la Guerra Civil. La historia. Volumen 1» de Pedro Montoliú. Editorial Silex
– «Diplomacia, humanitarismo y espionaje en la Guerra Civil Española» de Antonio Manuel Moral Roncal. Editorial Biblioteca Nueva.
– «Información sobre los asilados en la Embajada de México en España», Universidad Nacional de México. http://www.senado2010.gob.mx
– «Agustín Segura Iglesias. Vida y obra del pintor tarifeño», Wenceslao Segura.
– «El infierno azul», Edmundo Barbero. Editorial Colección Espeuela de Plata.
– «Garapullos por Máuseres: La Fiesta de los toros durante la Guerra Civil» de Antonio Fernández Casado.
– «La Guerra Civil Española» de Hugh Tomas, editorial Ensayo.
– «Indalecio Prieto. Socialismo, democracia y autonomía». José Luis de la Granja Sainz. Editorial Biblioteca Nueva.
http://www.memoriademadrid.com
http://www.taurología.com
https://laaldeadetauro.blogspot.com
http://trianaenlared.blogspot.com/
http://www.congreso.es

Deja un comentario